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No se habla de Bruno

Hace solo unos días se dio un evento extraordinario, algo verdaderamente nuevo bajo el sol (¿no que no?). Se trató de una audiencia en el Congreso de los Estados Unidos en donde tres testigos, tres militares retirados de alto nivel y bajo juramento constitucional hicieron declaraciones simplemente sensacionales. Los testigos reafirmaron su experiencia directa con “UAPs” (Fenómenos Anómalos no Identificados, por sus iniciales en inglés), anteriormente conocidos como “UFOs” u OVNIs en español, las increíbles capacidades de estos artefactos y la existencia de un avanzado programa de explotación tecnológica por parte de la milicia norteamericana. Las credenciales de los testigos son incuestionables y sus declaraciones han sido ratificadas como creíbles y urgentes por altos personeros de la inteligencia militar norteamericana. Adicionalmente, un notable grupo de congresistas tanto Demócratas como Republicanos lideran este proceso, apoyando directamente a los testigos. Con todo y tal como decía el genial Carl Sagan, “afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria” – o por lo menos a la altura de las aseveraciones, añadiría este servidor.

El universo es un sitio bastante amplio. Si solo estamos nosotros, me parecería un auténtico desperdicio de espacio”.

Carl Sagan, 1934-1996

De manera tal que, aunque haya videos, múltiples testigos y documentos, la prueba definitiva e irrefutable en torno a esta “crónica marciana” (Ray´s pun intended) está aún pendiente. Dicho lo anterior, lo que me parece aún más extraordinario que los eventos como tales es la limitada cobertura que han tenido los mismos. Quiero decir, ¿no es esta la noticia más sensacional de la historia? La respuesta es obvia pero este asunto ha salido a la luz no gracias a las grandes cadenas noticiosas, los mayores diarios o semanarios. Ha surgido a través de los esfuerzos de pequeñas cadenas noticiosas y similares actores secundarios del mundo de los medios. Y lo que raya en lo increíble es que aún después de la audiencia y la masiva atención pública generada por la misma, el tema en cuestión no acaparase titulares en los grandes medios. ¿Por qué?

Podríamos elaborar un par de teorías conspirativas como respuesta a esa inquisitiva pregunta más dejemos tal cosa para otros autores. En lo personal, me parece que hay una mezcla de factores que inhiben tanto a la sociedad como a la prensa. En primer lugar y primordialmente, creo que este asunto aún acarrea un estigma, un tufo a “lunático” que espanta a los medios y a la deliberación seria. Los medios tradicionales son particularmente cuidadosos con su reputación e imagen al ser su activo más valioso: “mejor, no, que otro se arriesgue”. En segundo lugar, creo que hay una enorme ignorancia sobre el tema. Pulula la desinformación, las verdades a medias y los sensacionalistas que únicamente quieren atraer tráfico a sus sitios web. La cobertura científica, seria y sosegada del tema es limitada y aún más limitado es su lectura y estudio por parte de reporteros y del gran público. Finalmente, creo que se trata además de un asunto de perspectiva, o por mejor decir, de falta de perspectiva por parte de todos nosotros. Los seres humanos vivimos nuestras vidas casi como hormigas, siguiendo casi inconscientemente los angostos caminitos trazados por la sociedad. Vivimos pensando en nuestro tiempo y en lo que sucede en el diminuto territorio donde nos movemos e interactuamos. Somos prisioneros de nuestra época y de nuestra geografía: ¡como nos cuesta alzar la cabeza y mirar a los cielos! Se nos hace tan difícil dejar de pensar en el trabajo, en el partido de fútbol y en la sección de espectáculos. Se nos olvida dirigir nuestra mente hacia el mundo de las ideas, hacia los eventos internacionales y globales. Somos pérfidos buscadores de la verdad. Quizá, en el fondo, le tememos…

“En mi opinión, es mucho mejor entender el universo tal como es que persistir en el engaño, a pesar de que éste sea confortable”

Carl Sagan

De manera tal que, con este asunto, quizá el más grande de la historia, pasa como con los Bruno (Giordano y Madrigal) mutis, chitón, a callar y a la hoguera del olvido. Ya veremos si los recientes acontecimientos terminan por develar el mayor secreto de todos los tiempos. Creo que sería algo para bien: parafraseando a Will Durant, se va a necesitar algo fuera de este mundo para hacer que por fin nos dejemos de idioteces y nos unamos como Humanidad. Bien que lo necesitamos.

Saludos desde Heredia,

Fernando

“Podemos juzgar el progreso por la valentía de las preguntas y la profundidad de las respuestas; por la osadía de encontrar la verdad más que en regocijarnos en lo que nos hace sentir bien”.

Carl Sagan

OVNIs, UFOs y blasfemias: “Tembláis acaso más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla” G. B.

No. No estamos solos. Porque la Verdad está allá Afuera.

Veinte de enero del año 1600. Era una mañana fría en Roma. Triste. Gris. Tras semanas de “juicio”, el Inquisidor que dirige el proceso, su Eminentísimo y Reverendísimo Señor Cardenal Roberto Bellarmine (dicho sea de paso, Santo canonizado y uno de los 36 Doctores de la Iglesia) dicta sentencia condenatoria, tras la declaración de herejía del Papa Clemente VIII, quien a todas luces conocía a la clemencia solo de nombre. Claro, porque tras la declaración de hereje, el colegio de Inquisidores de Bellarmine dicta pena de muerte para el fraile dominico Filippo Bruno (Iordanus Brunus Nolaus en latín), conocido para nosotros como Giordano Bruno. Y no cualquier muerte. El 17 de Febrero, fecha infame para la posteridad, fue llevado con la lengua atada hasta el sitio de su muerte. Fue luego colgado boca abajo, desnudo. Luego, con cristiana misericordia tras esa tortura, le prendieron fuego a la hoguera bajo su cabeza. “Poned la otra mejilla”. “Amaos los unos a los otros”. “El que esté libre de pecado”. Brillante ejercicio de citas bíblicas nos ilustra este pasaje histórico.

Pero bueno, más allá del dolorosísimo episodio quisiera rescatar ahora la razón por la cual fue quemado vivo Bruno. Lo hago en el contexto de la publicación del último reporte del Pentágono (pasado 25 de junio 2021) sobre avistamientos de los ahora conocidos como “UAPs”, antes llamados “UFOs” – OVNIs en castellano. Y es que la sospecha de que “no estamos solos” no hace más que acrecentarse. El reporte no es concluyente: no lo es en absoluto. Pero, de 144 avistamientos estudiados, solo se pudo explicar 1 evento. Repito: 1 de 144 casos (eso es menos del 1%). Cuando a esa estadística dura se suman las declaraciones de los pilotos de combate involucrados en algunos incidentes y las entrevistas realizadas a los investigadores por medios tan reputados como “The Washington Post” (les comparto el video abajo), hay sobrada evidencia para calificar al informe no ya de tímido sino de encubridor: “The Truth is out there”, decían por ahí. Es cierto: la Verdad está afuera. Lo confieso, coincido firmemente con la no digamos adelantada sino adivinatoria, profética vision del fraile Bruno. Sí, porque hace la bicoca de unos 430-450 años, este libre pensador se atrevió a apoyar el prinicipio Copernicano. Además, se dejó decir que el Universo es infinito y carece de centro. Y para rematar, y aunque Usted no me lo crea, dijo que las estrellas en el firmamento no eran otra cosa sino otros soles alrededor de los cuales podían haber planetas… y que esos planetas lejanos podían sustentar y contener la vida. “Una infinidad de mundos”. Hace más de cuatro siglos. Es para que se le erizen a uno los pelos… clarividencia pura.

Pensémoslo ahora con los datos que la ciencia ha aportado desde esos medievales tiempos. Sabemos que solo en la Vía Láctea, nuestra galaxia, hay algo así como 100 billones de estrellas (un estimado conservador), y además que es una galaxia “típica”. En el Universo visible, hay un aproximado burdo de 10 billones de galaxias. Los astrónomos llegan entonces a la conclusión de que hay algo así como 10.000.000.000.000.000.000.000 de estrellas. No vale la pena ni intentar leer ese número. Son diez sextillones de estrellas solo en el volumen actualmente observable del Universo. Es una cantidad incomprensiblemente grande: muchas, pero muchísimas más estrellas que granos de arena en todas las playas del mundo, nos decía Carl Sagan. Para rematar el argumento, en 1992 (¡es increíble lo reciente del descubrimiento)! se encontró el primer exoplaneta (primer planeta fuera del Sistema Solar). Hoy sabemos que hay al menos un planeta en promedio por estrella, y se descubren nuevas “Tierras” por decenas. Haga Usted entonces los números… las posibilidades son literalmente astronómicas. Pensar que estamos solos, maestros únicos, amos solitarios de la Creación, es por decir lo menos una inocentada. Más aún, creo que ese tipo de pensamiento abreva de la misma fuente que el geocentrismo: en la descabellada idea de que somos literalmente la medida y centro de todas las cosas. Es un enfoque puramente antropocéntrico. Digamoslo mejor, es egocéntrico, narcisista, ególatra. Una idea terriblemente conveniente para nosotros pues supedita al Universo entero – seres vivos, medio ambiente de la Tierra, el Cosmos – a nuestras ordenes e intereses. En el fondo, no hemos avanzado mucho desde los tiempos del Cardenal Bellarmine. Seguimos creyendo que “este asunto” tiene que ver con nosotros como especie – en el mejor de los casos, normalmente lo acotamos hasta al nivel de nacionalidades, religiones e ideologías. Es un enfoque infantil: es “mío” nada más y no lo vamos a compartir. Entonces, cuando alguien se atreve a pensar diferente, hoy como ayer, se quema en la pira de las redes sociales entre llamas de burla, carbones de odio y gritos de ignorancia. “Blasfemia. herejía, conjetura, charlatanería”, vociferan sin argumentos, datos, tolerancia ni respeto. En el fondo, es más bien una oda al aforismo aquel de “prohibido pensar”. Bueno, a todos esos inquisidores y dogmáticos modernos podemos citarles a Bruno, quién tras escuchar la sentencia de muerte, con socarrona sonrisa, ceño fruncido y gesto amenazante se atrevió a decirle a aquel cardenalicio jurado: “Maiori forsan cum timore sententiam in me fertis quam ego accipiam“. Sí, “Tembláis acaso más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla”. Porque aquello no era una sentencia… era la patente aceptación del miedo de aquellos jueces ante la Verdad y sobre todo, ante el poder del libre pensamiento.

Deseo cerrar este breve ensayo compartiendo mi opinión personal. Pienso que la mejor explicación para los increíbles fenómenos detectados aquí mismo en nuestra Tierra (véase testimonio en el video de arriba, un sólido ejemplo) son seres de algún otro sitio, los cuales nos visitan quizás desde hace milenios. Pienso además que aunque ese no fuera el caso (que aún no hayamos tenido “visitantes”, quiero decir), es iluso pensar que estamos solos en el Cosmos. Coincido asimismo con el Dr. Michio Kaku que haremos contacto posiblemente durante este siglo, siquiera fuese recibiendo señales remotas.

Finalmente, creo que la Historia de la Humanidad no es otra cosa sino un muy paulatino viaje a la Humildad, a reconocernos pequeños, muy pero pequeños… y sin embargo, absolutamente indispensables los unos para los otros, junto con el resto de la biosfera, como una sola familia que comparte esta tercera roca desde el Sol.

Larga Vida y Prosperidad,

Fernando