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Lo que el VIRUS se llevó (I Parte) / Gone with COVID (Part I)

Montaña Rusa

Mientras finalizo este artículo, llueve escandalosamente, casi como queriendo lavar las penas del mundo. Relámpago. Trueno. Esto me envalentona. Porque estas líneas son también un ejercicio de catársis. Comienzo pues con una confesión a título personal: desde el punto de vista emocional, he recorrido todo el espectro con este asunto. Me ha costado un mundo escribir este post: ha sido lento, doloroso y a ratos tambien febril. Lo reconozco públicamente. Cuando comenzaron las noticias de la pandemia en China y su avasallador crecimiento, pensé que era más que todo puro sensacionalismo. “Amarillismo” – me dije – , “titulares inflados por la prensa deseosa de tráfico, clicks y atención”. Ahora comprendo que mi mente cayó en la trampa de un reduccionismo. Tomé un “atajo mental” y llegué a una rápida (y equivocada) conclusión al tomar un camino trillado. Rápidamente pasé al otro extremo, y tras días de leer, informarme y reflexionar, me saturé. Entré entonces en un estado de gran ansiedad.

Comprendo ahora que mi espíritu se quebró al contemplar como ante la mayor crisis global en décadas, los nacionalismos, ideologías e intereses financieros prevalecían sobre las vidas de los pueblos y las personas. Pasado el vendaval de emociones y con más información procesada en la cabeza, deseo compartir las siguientes ideas con quien amablemente las quiera escuchar.

Como hojas en la brisa

Cual un vendaval, esta crisis global arrastró y arrastra muchísimas cosas. De nosotros dependerá no olvidar algunas de estas lecciones.

Quiero iniciar llamando la atención sobre la naturaleza CONTINUA de la realidad. A lo que voy es que lo seres humanos tenemos la – valga la redundancia – muy humana y equivocada tendencia a pensar que la realidad se dividide en bloques discretos. Separamos eventos y dividimos sucesos como si fueran entidades separadas e independientes. Las cosas no son así: los límites no son claros y los eventos se superponen y tienden a interactuar de mil maneras. Por ejemplo, piénsese en la crisis financiera mundial del 2008-2009. Tendemos a asumir que ese evento “ya pasó” y que no tiene vinculación alguna con lo que ahora ocurre. Craso error. En realidad, tal y como magistralmente lo explica Yanis Varoufakis en la charla que les comparto abajo, la crisis del 2008 no ha terminado. Sus efectos secundarios los estamos viviendo ahora mismo, entre ellos el hecho de que los bancos centrales casi no cuenten en este momento con “municiones macroeconómicas” para contraatacar: las tasas de interés netas son más bien negativas y las pérdidas bancarias de aquella gran fiesta fueron socializadas. La crisis del 2008 no ha terminado. Que no nos engañen y no nos auto-engañemos: Estamos cayendo en un bache profundo con un vehículo que ya venía pinchado en al menos dos de sus neumáticos. Lo dicho sobre la crisis financiera aplica a otros fenómenos globales que nos venían ya afectando: el cambio climático, la demanda mundial de agua potable, las migraciones, las guerras, el racismo y otras “lindezas” ya estaban con nosotros a la llegada del virus. Como ondas en el agua, sus interacciones son variadas: algunas causan interferencias, otras reflejos, algunas refracciones y hay hasta temibles resonancias capaces de tumbar enormes estructuras.

Complementando la idea anterior, debemos comprender que generalizar las mismas consecuencias de esta crisis para todos en el planeta es un absurdo. Cada geografía, cada sociedad, cada segmento y cada individuo está rodeado por circunstancias muy diferentes (“Yo soy yo y mi circunstancia” – dijo cierto filósofo español). Permitaseme citar también a William Gibson: “El Futuro ya está aquí – es solo que no está distribuido uniformemente.” A lo que voy es que. en términos generales, aquellos de nosotros mejor preparados para operar en un mundo donde privará más el flujo de bytes (datos e información) que el de átomos (cosas) estaremos mejor preparados que los que están anclados a locaciones, oficios y contextos específicos. David Goodhart presentó la idea en sus charlas “Anywheres vs Somewheres”, una una de las cuáles les comparto abajo. Las impactos no serán uniformes y existirán segmentos, industrias, países, sociedades e individuos más y menos afectados. Pensemos por ejemplo en una tribu aislada y autosuficiente que vive en una economía de subsistencia: no habrá cambiado la existencia para este tipo de personas. Pero para el grueso de los habitantes del mundo en desarrollo – y muchos aún en los países desarrollados – vienen tiempos aún más difíciles, pues su dependencia de condiciones muy específicas los pone en alto riesgo. Si Ud. depende de un salario, tiene una educación “promedio” y/o no tiene seguro médico y/o está endeudado, lamentablemente Ud. está en alto riesgo de ver disminuido(a) su bienestar próximamente.

Creo además que debemos tener la capacidad de abstraernos de los detalles por un momento y ver esto “a ojo de pájaro”, o mejor aún, a escala planetaria. Mi conclusión más general es que “el sistema” global como tal (entiéndase esa amalgama de flujos financieros, consumismo, producción y valores sociales asociados) está llegando a un punto de quiebre. No digo que el capitalismo o la democracia sean obsoletos, pero pienso que necesitan serias reparaciones. Para muestra, un botón: el PIB per cápita mundial es de aprox. $18,300 dólares al año. Es prácticamente el PIB per cápita de mi pequeño país, donde por cierto se vive bastante bien, con sistemas de salud y de educación públicos funcionales. Y sin embargo, estamos donde estamos porque el sistema no sirve para distribuir riqueza. Los remito al vínculo anterior: las minorías, los pobres y los menos educados sucumben con mayor frecuencia ante el COVID-19. Es así. El mantra de la “mano invisible” del mercado es hoy por hoy una farsa: los mercados son controlados por enormes capitales & oligopolios a nivel mundial que a su vez tuercen las leyes (y a los gobiernos) a su favor. Las grandes corporaciones son las que están mejor preparadas para sobrevivir a esta crisis, y sus rivales heridos por esta crisis serán absorbidos o eliminados a traves de agresivas adquisiciones. Prueba de esto es el absurdo precio negativo del barril de petróleo. En este momento, se trata de que “me sigan comprando a mi” para asegurar la futura demanda post-crisis. De rebote, intentan frenar la revolución energética a cualquier costo. Egoísmo corporativo y nacional antes que supervivencia planetaria. El hoy antes que el mañana.

El virus político

Sigamos. Esta epidemia global se llevó también la última bocanada de esperanza sobre la ética y valores de algunos políticos populistas tanto de izquierdas como de derechas. Sí, esos “líderes”, los sospechosos de siempre. Tenía yo la inocente presunción de que, a pesar de los pesares, ese rejuntado de caracteres tan dispares si apreciaban a sus pueblos. Es decir, ese patriotismo, esos abrazos a las banderas, esos eslóganes y tanta fanfarria nacionalista pues algo debían significar. Porque… ¿qué representan esas banderas si no a sus gentes, a sus pueblos, a su sangre? Pues tal parece que no es así. Puestos a escoger, estos tipos han demostrado con sus actos – las palabras se las lleva el viento – que primero es la macroeconomía, segundo la bolsa de valores, tercero las corporaciones y en cuarto lugar, si algo queda, la gente: su gente. El negarse por semanas y semanas a tomar medidas estrictas en esos enormes países ha derivado en millares de fallecimientos, dolor y enfermedad. La mayoría de estos se darán entre las clases sociales más humildes y entre los ancianos y enfermos. A mi mejor entender, hay una lógica retorcida que no es posible justificar. Conceptos como “País”, “Estado”, “Gobierno”, “Mercado”, “Dinero”, “PIB” y otros tantos son precisamente eso: conceptos, ideas, construcciones mentales. Las personas y su sufrimiento en cambio son reales, y los primeros deben trabajar en función de los últimos (y nunca lo contrario). Me pregunto si estos caros señores pensarían igual si tuvieran que exponer a su madre, a sus hijos, a sus esposas o a ellos mismos a este riesgo mortal. Supongo que las cosas se verían distinto sirviendo café desde un mostrador y sin seguro médico. Porque ante la falta de camas hospitalarias, el lecho de muerte tiende a ponerlo a uno en modo reflexivo, pero a otro perro con ese hueso dirán. Ellos tienen claras las prioridades y viven dentro de una burbuja protectora. Como dice Yanis Varoufakis, estos son “sistemas que ha sido creados para evitar que los gobiernos actuen en representación de la sociedad”. El gobierno del dinero, para el dinero, por el dinero. Lincoln se revuelca en la tumba.

La pandemia también nos pone a reflexionar sobre los esquemas de gobernanza bajo los cuales vivimos. Me parece que los esquemas de gobernanza y liderazgo deben de adaptarse a las circunstancias: una suerte de realpolitik dinámica que fluya en función de condiciones de fuerza mayor cuando estas sobrevengan. Soy un convencido de que la democracia sigue siendo lo mejor que tenemos, pero me parece que ese legado de la Grecia Clásica debe de seguir avanzando hacia una versión 2.0 que sepa responder a la demanda de los tiempos. La condición última y definitiva para que algo así sea posible la identificó F. D. Roosevelt ya hace un tiempo: “La democracia no puede tener éxito a menos que los que expresan su elección estén preparados para elegir sabiamente. La verdadera salvaguardia de la democracia, por lo tanto, es la educación“. Sí: solo un pueblo educado puede elegir sabiamente, sancionar sabiamente, interpelar sabiamente, criticar sabiamente. Lo contrario se traduce en populismo, demagogia y ruido en redes sociales. ¿Como sería esa nueva democracia? Estaría mintiendo si dijera que sé la respuesta, aunque en una futura entrega podemos conversar sobre algunas aspiraciones al respecto, más si sé que la ciencia, la educación y una prensa libre, independiente y poderosa son pilares fundamentales para construir una nueva ágora a la altura de los tiempos.

Sofisticado enemigo mío

Una reflexión adicional merece la naturaleza del enemigo que ha arrodillado a la Humanidad. Es diminuto, como diez veces más pequeño que una bacteria. Son tan pequeños que caben millones de sus “soldados” en uno solo de sus “aviones de transporte”: las microscópicas gotas de moco y saliva que expelemos día a día al hablar y respirar. Las gotitas miden entre 0,5 y 10 micrómetros, y cada micrómetro es a su vez mil veces más pequeño que un milímetro. Es asobrosamente DIMINUTO.

(Un paréntesis: al menos para mi, completamente lego en temas médicos & epimediológicos, lo anterior es toda una revelación. ¿Cómo es posible que compartamos tanto moco y saliva junto con toda la plaga de “bichos” que esto implica? A nivel planetario y como Humanidad, concluyo que son litros y litros diarios de fluidos los que intercambiamos inconscientemente. Me pregunto entonces cuánto tardará un virus o bacteria X no patógeno (no infeccioso y por tanto que dejemos circular libremente) en dar literalmente la vuelta al mundo. Y este perturbador hecho ha funcionado así por milenios de milenios. La globalización, los medios modernos de transporte y el crecimiento de la población supongo solo aceleraran esta cadena mundial de “salivazos”, una especie de internet prehistórica de intercambio mucoso. Increíble y asquerosa reflexión digna de un anexo a “La Guerra de los Mundos” de H.G.Wells. Fin del paréntesis. )

Plague doctors' beak shaped mask
Máscara usada durante la Edad Media por los doctores tratantes de la plaga

Ahem. Hablábamos del virus como tal. Este ni siquiera está técnicamente vivo, pues necesita a las células vivientes de su “anfitrión” para reproducirse. Bien decía Da Vinci que “la simplicidad es el último grado de sofisticación” – es esta sencillez absoluta lo que lo hace tan peligroso. Los virus y bacterias han encontrado la manera de utilizar nuestro propio organismo para servir a su invisible propósito, desde hace milenios… . Hay lecciones a derivar del poder de la sencillo. Lecciones a utilizarse para el bien… y esperemos que no para el mal.

No me resisto a citar al “Agente Smith” de la película “Matrix” para cerrar esta sección: “I’d like to share a revelation that I’ve had during my time here. It came to me when I tried to classify your species and I realized that you’re not actually mammals. Every mammal on this planet instinctively develops a natural equilibrium with the surrounding environment but you humans do not. You move to an area and you multiply and multiply until every natural resource is consumed and the only way you can survive is to spread to another area. There is another organism on this planet that follows the same pattern. Do you know what it is? A virus. Human beings are a disease, a cancer of this planet. You’re a plague and we are the cure.” Comportémonos de forma tal que no sea esto una pelea entre virus no pensantes, por favor.

No dejes para mañana lo que te puede matar hoy

Otra idea que me persigue es nuestro obstinado enfoque en lo “urgente” en demérito de lo importante. Como el lector sabrá, Bill Gates advirtió sobre este asunto con una clarividencia que pone los pelos de punta, desde al menos el 2015 (charla TED compartida arriba). Esto por no hablar de continuas advertencias de otras organizaciones dedicadas al control de enfermedades. Sin embargo, como Humanidad, volcamos todos nuestros recursos en los resultados del próximo cuatrimestre de la Bolsa de Valores. El mayor horizonte de análisis al que llegamos parece ser la elección del político de turno. Si fueramos realmente no solo racionales sino consecuentes con nuestro amor por las próximas generaciones – con nuestros hijos y nietos, caramba – deberíamos estar pensando como hacer de este planeta un lugar sostenible.

El cómico mexicano Mario Moreno “Cantinflas” lo expuso magistralmente ya en 1962:

Sí. En vez de estar peléandonos como niños, deberíamos estar pensando en como protegernos de amenazas globales que requieren por tanto de soluciones globales. Debemos pensar como ESPECIE, como HUMANIDAD. Estamos hablando de prepararnos desde ya para nuevas pandemias. Y ojo que esa no es la mayor amenaza. Las consecuencias del cambio climático serán (son) mucho peores. Caben aun otras catástrofes globales en la lista: la colisión de un asteroide de gran tamaño con esta tercera roca desde el Sol, la ya masiva degradación de los ecosistemas y la gobernanza de los sistemas de Inteligencia Artificial entre otros. Para todas estas futuras amenazas, el punto es el mismo: hay que actuar YA y en CONJUNTO. En vez de absurdas rencillas que no son más que proyecciones de egos inflados, hambre de poder y nacionalismo perverso, necesitamos unas Naciones Unidas funcionales, una UNICEF poderosa, una Organización Mundial de la Salud “con dientes”, unos organismos mundiales financieros que presten para el desarrollo y no para lucrar. Pero todo esto necesita verdadera visión y liderazgo – nuevos Roosevelt, noveles Jefferson, inéditos Franklin, visionarios Carlomagno, renovados Truman, resurgentes Lincoln, valientes Churchill, indomables Gandhi, iluminados M. L. King, relucientes Mandela, atrevidos Figueres y quizás un renacido Marco Aurelio que nos guien, tomando decisiones y formulando planes en función de hechos, evidencia, compasión y el bien comun. Para muestra, un botón: el Plan Marshall para la reconstruccion de Europa Occidental tras la Segunda Guerra Mundial costó más de 100 mil millones de dólares de hoy en día. Las motivaciones detrás del mismo no eran quizás las más altruistas (se trataba ante todo de detener la expansión soviética), pero el monto es esclarecedor. Un solo portaaviones nuclear cuesta casi 13 mil millones de dólares. Ergo, los montos asignados hoy a los organismos multilaterales y a la cooperación directa entre países – a lo importante – por las potencias del primer mundo son, en una palabra, RIDÍCULOS.

Luz en las tinieblas

Ahora bien, un rayo de luz en medio de las tinieblas. Decía el sexto Presidente de los Estados Unidos, John Q. Adams que ““Facts are stubborn things; and whatever may be our wishes, our inclinations, or the dictates of our passion, they cannot alter the state of facts and evidence.” Sí, los hechos son los hechos y nuestros deseos, gustos y pasiones no los alteran en lo más mínimo. Esto se ha hecho absolutamente evidente durante estas semanas. Sin importar opiniones de quien fuere – político de izquierda o derecha, influencers, reporteros, figuras públicas, religiosos – las cosas son lo que son. Algunos han intentado hacer las del avestruz y esconderse de la realidad. Otros – especialmente algunos políticos – han negado y siguen negando la importancia de la situación o se esconden con “estampitas de santos protectores”. Pero nada de eso importa. El virus es muy contagioso y no hace distinciones y la situación les termina por reventar en la cara (a algunos, literalmente, como al Primer Ministro inglés). A este enemigo no le interesa su religión, su cuenta bancaria, su partido político, su color de piel, su afinidad sexual, su rol en la sociedad, sus planes, su edad. Simplemente busca ADN humano. En ese sentido, es la prueba última de nuestra absoluta y última igualdad: “nadie es más que nadie”, dice un refrán popular. “Todos me saben igual”, pareciera confirmar entre ataques de tos el COVID-19. Un complemento a esta primera reflexión es la enorme diseminación que han causado algunas congregaciones religiosas rebeldes. Independientemente del credo, hay problemas con los judíos ultraortodoxos en Israel, algunas iglesias evangélicas en Estados Unidos, los musulmanes “duros” en múltiples países y algunas sectas en la India. Se congregan para orar y esto dispara el contagio. Los hechos son los hechos y solo la ciencia, que fundamenta sus acciones en la primera aceptación y comprensión de los mismos, nos puede sacar de este atascadero. Menuda lección para los así llamados anti-vacunas y los dogmáticos redomados. Como apunta Harari, ojalá y ante las siguientes amenazas la gente recuerde que fue la ciencia la guía definitiva.

Fin Primer Acto

Cae un rayo. Primero la cegadora luz. Luego se escucha el impacto del martillo del dios de la tormenta. Otro poderoso trueno nos ensordece. Sigue lloviendo. Reverdece el jardín… Finalizo esta primera entrega con otro comentario a tono personal. Esta tragedia me ha hecho revalorar la música. Sí: la música. La música me ha sostenido, me ha nutrido, ha elevado mi espiritu y me ha motivado en momentos de desesperación. Creo que el mundo necesita más de la música de lo que la música necesita del mundo. He sonreído con la “Oda a la Alegría”, he soñado con Bach, he bailado con “Zorba el Griego”, he corrido con el tema de “Rocky”, he cantado a todo pulmón con “Guns n Roses”, he tocado la guitarra con Dylan y McCartney. Aún no hay vacuna para el virus, pero la música es tratamiento curativo para el alma. Amigo/a lector, la recomiendo a carta cabal.

Bueno – cerramos aquí la primera entrega. En la segunda, “frotaremos la bola de cristral” y conversaremos sobre lo que vendrá.

Un abrazo (virtual por ahora).

Fernando

La Calidad de Nuestras Preguntas/ The Quality of our Questions

VERSION EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW

Leí recientemente un comentario – más bien una cita, un aforismo – del señor Peter Diamandis. Nos dice Diamandis que en el futuro lo más importante no será “lo que sabes” sino la “calidad de las preguntas que hacemos”. Es verdad. La tecnología nos está llevando a un mundo donde pronto tendremos asistentes virtuales a nuestra disposición, siempre conectados a la internet: el “JARVIS” de IronMan se hará realidad. Los datos, la información, las noticias, en fin, “todo” estará al alcance de nuestras consultas (posiblemente verbales).

Por qué las preguntas son cruciales

Lo anterior suena traicioneramente genial: fácil y conveniente. Pero el diablo está en los detalles. Y es que el viejo adagio “basura entra, basura sale” aplica como nunca antes en la historia. Porque Google da respuestas pero no hace control de calidad de las búsquedas (más allá de la ortografía). Y esto solo será más y más válido en el futuro cuando tengamos a “JARVIS” con nosotros. A lo que voy es que si la pregunta es ambigua, tendenciosa o simplemente absurda, pues obtendremos una respuesta ambigua, tendenciosa o llanamente absurda. Es por esa razón que la calidad de las preguntas es asunto fundamental. Siendo así las cosas, saltan a la vista dos cuestionamientos adicionales: 1) Qué es una buena pregunta (léase una pregunta de alta calidad) y 2) Cómo se hace una buena pregunta. Veamos de manera resumida ambos puntos.

Qué es una buena pregunta

So riesgo de caer en una redundancia, diremos que… ¡esa sí es una buena pregunta! :o) Pues bien, una pregunta de alta calidad es aquella que nos dirige, nos empuja, nos acerca hacia la respuesta correcta. La pregunta correcta es por sí misma más de la mitad del camino hacia la verdad, hacia los hechos. Las buenas preguntas tienen una serie de características, entre ellas:

  • Es relevante: es decir, tiene que ver directamente con el tema en cuestión.
  • Es clara: las buenas preguntas no son ambiguas, sino que permiten una única interpretación.
  • Es concisa: una pregunta de calidad presenta solo las palabras necesarias para hacer la interrogante… y nada más. Cualquier otra información se omite: brevedad es virtud divina.
  • Tiene un propósito definido: una buena pregunta busca añadir valor. Si la pregunta no persigue una meta válida y congruente con el tema de conversación, probablemente está de más.
  • Es una guía pero no un sesgo: una buena pregunta, como mencionamos anteriormente, impulsa hacia la respuesta, pero no por eso constriñe las ideas.
  • Estimula el pensamiento: las preguntas retóricas, aquellas cuya respuesta es evidente no son las mejores. En la mayoría de los casos, es mejor evitarlas del todo. Se trata de pensar y buscar la verdad.
  • Tienen un solo enfoque: las mejores preguntas nos impelen desde una sola dimensión: el qué, el cuándo, el cómo, el por qué, el para qué, el quién, pero no mezclan dos o más de estos paramétros a menos que sea absolutamente indispensable. Esto permite un enfoque pleno.

Cómo hacer buenas preguntas

La anterior lista de características nos deja en una muy buena posición a la hora de hacer nuestras preguntas. Sin embargo, quisiera agregar que hay otros elementos a considerar. Para hacer una buena pregunta, es necesario considerar el “timing”, el momento en que se realiza: hay preguntas esenciales que mutan en absurdos bajo algunas circunstancias. Asimismo, en qué circunstancias se interroga es importante (por ejemplo, hay que considera el estado emocional del interlocutor y la cantidad de “ruido” en el ambiente). Leer es siempre una buena idea: estimula nuestras mentes y las prepara para pensar.

Y antes de interrogar(se), siempre es buena idea el hacer un repaso de mi posición personal (expectativas, ideología, creencias) sobre el tema en cuestión, para hacer una sanísima autocrítica: ¿mi pregunta está sesgada? (“weighted question“) ¿Aceptaré la respuesta aunque no me guste lo que voy a oír? ¿Desde qué posición estoy partiendo? ¿Qué evidencia, argumentos y supuestos hay detrás de todo esto?

Finalmente, nunca está de más el solicitar un “acuse de recibo” de la pregunta: ¿qué fue lo que se comprendió? ¿hay dudas? ¿estamos claros?

Una brevísima conclusión

En este nuevo siglo, donde cada uno de nosotros se ha convertido en un “medio de comunicación” a través de las redes sociales y donde las opiniones sobran, la calidad de las preguntas – incluyendo las que nos hacemos a nosotros mismos – es fundamental. Aprender a interrogar – y ante todo, a interrogarnos – es un faro de luz que nos orienta hacia el puerto de la verdad. A contrapelo, las “malas preguntas” nos harán presa de sesgos & falacias, mentalidades cerradas y necias ideologías: engañados y auto-engañados, náufragos en un mar de datos.

Y bueno, para cerrar, quizás no me lo están preguntando, pero creo firmemente que el primer paso para todo esto – para mejores preguntas y para una mejor vida en general – es fomentar nuestra humildad. Se vale equivocarse. Está bien ignorar algo. Y se vale preguntar.

Un abrazo,

Fernando


ENGLISH VERSION / VERSION EN ESPAÑOL MAS ARRIBA

I recently read a comment – not a comment, more of a quote – by the famous Peter Diamandis. Mr. Diamandis says that “in the future, it will not be about “what you know” but “the quality of the questions you ask” that will be most important”. It is true. Tech is driving us to a world where we will have personal digital assistants all the time with us: the “JARVIS” of IronMan is coming soon. Data, info, news, “everything” will be at our fingertips (to be more exact, waiting for our verbal orders).

Why are questions so crucial

The aforementioned sounds too good to be true. Indeed. The devil is in the details, because the old saying “garbage in, garbage out” will be more relevant than ever. I mean, Google gives you answers but does not performs an analysis or QA of your questions. That is up to us. If the question is ambiguous, biased or plainly absurd then we will get an ambiguous, biased or absurd answer. So that´s why the quality of the questions is cornerstone- Being that the case, two subsequent questions arise: 1) What is a good question y 2) How to make a good question. Let´s briefly explore both points.

What is a good question

Now… that is a good question! :o) Well, a good question is the one that drives, pushes, leans us toward the correct answer. The right question is more than half the way towards the truth, towards the facts. Good questions have a series of characteristics:

  • They are relevant: they are related directly to the topic at hands.
  • They are clear: good questions have no ambiguity, but translate into unique interpretation.
  • They are concise: good questions avoid jargon and unnecessary wording. They present just the right words and nothing else. Brevity is a virtue of the Gods.
  • They are purposeful: good questions seek a goal. Good questions look to add value. If the question is not valid and congruent with to the topic, probably we can dismiss it.
  • Good questions guide, but do not lead: a good question indeed guides us toward the correct answer, but is not a cage imprisoning the respondent.
  • Good questions stimulate thought: rhetorical questions, questions with evident answers are normally not necessary. Questioning is about thinking, analyzing, elaborating , not so much about the obvious.
  • They are unidimensional: the best questions guide us toward a “how”, “why”, “what”, “when”, “who”, “what for”, but do not mix these dimensions. In this way, laser focus is obtained.

How to make good questions

The prior list leaves us in a good position to raise our hands and make our questions. Still, there are a couple points to comment. First of all, we must consider timing when making our questions. Many key questions mutate into aberrations or absurdities when done at the wrong moment. Morever, the context and circumstances are relevant: for example, the emotional condition of the recipient. Reading is always a good idea: it promotes our ability to think, preparing ourselves to generate better questions.

And before asking, It is always a great idea to to a self assessment of my own personal position on the topic at hands: my expectations, my sensibility, my ideology, my beliefs. This self criticism exercise is crucial: am I making a weighted question? Can I handle the truth, even if I dont like it? Where am I coming from about this? What evidence, arguments, assumptions apply?

Finally, it is always a good idea to request a proofing, an acknowledgment of the question: what was the conveyed message? Doubts, comments?

A brief conclusion

In this not-so-new century, where each of us has become a new “communications medium” through social networks and when opinions surge everywhere on every topic, the quality of our questions is fundamental. To learn to ask, and especially to ask ourselves – is a lighthouse that guides us toward the truth. Contrary-wise, the wrong questions will make us prey of biases & fallacies, closed mentalities and stubborn ideologies: we´ll become castaways in an ocean of data.

As an ending: you may not be asking me, but personally, I truly believe that the first step to all of this – and to a better life – is to work in our humility, surrendering our egos. It´s okay to be mistaken. It is okay to ignore. It is okay to ask.

Warm regards,

Fernando

Fuentes/Sources:

https://elearningindustry.com/characteristics-of-a-good-question-7

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Photo by Camylla Battani on Unsplash

El recurso más escaso (y valioso) del mundo / World´s scarcest (and most valuable) resource

VERSIÓN EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW

No, no es el petróleo. El “fracking” y el advenimiento de la era eléctrica del transporte y las energías renovables así lo confirman – la era del “oro negro” terminará pronto y no por falta de petróleo, así como la Edad de Piedra terminó y no por falta de “insumos”. Tampoco es la información: por lo contrario, esta nos satura día a día. No es el dinero: ciertamente, está muy pero muy mal repartido – pregúntele al infame del “Sr. Gini” – pero recursos financieros los hay hoy en día como nunca en la historia. Ni lo es el agua potable: escasea por su variabilidad y distribución mundial, pero las nuevas tecnologías de des-salinización y potabilización prometen soluciones a mediano término. Ni siquiera es el tiempo, el cual desperdiciamos a raudales.

Pero, ¿y entonces? ¿Cuál es entonces ese limitadísimo y valioso recurso? Pues ya entrado el siglo XXI, está más que claro que, al menos para la parte de la Humanidad que habita en los Niveles III y IV de desarrollo trazados por H. Rosling (aquellos de nosotros que tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas), el recurso más escaso, más precioso, más difícil de gestionar y proteger es la atención humana (“undivided attention”, dicen los angloparlantes). Nunca como ahora se nos ha hecho tan difícil el enfocarnos en una sola cosa. A la Humanidad le resulta imposible hacer una sola cosa a la vez. Llevamos esto a límites ridículos, extremos, absurdos. Mire a su alrededor. Tal vez está en un restaurante. La gente ya no puede esperar por su café mirando por la ventana: hay que ver el celular. No se hablan unos a los otros: los grupos comparten mesa pero cada quien está cabizbajo mirando el “iPhone” como si le rezaran a San Zuckerberg, santo patrono de los despistados. Tampoco podemos ver la TV tranquilos: Instagram nos grita y nos distrae. Hasta caminamos viendo el aparatito – los accidentes y hasta las señales de tránsito para peatones distraídos son ya anecdóticas. Válgame Dios, es que no podemos ni siquiera defecar en paz – perdón pero así es – porque se nos “enfría” el último mensajito de Whatsapp mientras a su vez calentamos el inodoro con las posaderas: termodinámica pura supongo…

Usted me podría argumentar que bueno, que eso está bien porque al fin y al cabo… ¿qué importa? “Mire Fernando, no le estoy haciendo daño a nadie, así que no moleste, estoy viendo mi Instagram. Y además… “it´s evolution, baby“: por ahí va la cosa así que más bien hay que adaptarse a los nuevos tiempos. Siento ser el mensajero de la cruda verdad: eso es falso. Sí, sí nos estamos haciendo daño. Y mucho. Muchísimo. Veamos por qué:

  1. Porque dañamos las relaciones con quienes nos son más cercanos. Así es: por alguna razón le damos preferencia al prójimo ausente en demérito del que está a nuestro lado. Siendo seres físicos, nos estamos desconectando de nuestra integralidad, dañando de paso la cruda naturaleza de nuestras relaciones sociales.
  2. Sobre-saturación (“overload”) de estímulos: demasiados anuncios, demasiadas actualizaciones, sobrecarga de “likes”, de descargas, programas, pantallas, notificaciones, mensajes, chats, correos, ventanas, aplicaciones, contactos… Es demasiado: somos seres humanos, no laptops o servidores (irónicamente, parece que últmimamente nos hemos convertido en sus siervos). Hay que aprender a decir “es suficiente” – la tecnología evoluciona más rápido que nuestras capacidades. Gestionar su uso adaptado a nuestro humano ritmo es lo procedente.
  3. Ceguera cognitiva: la distracción en que caemos con las redes sociales y los celulares generan otro problemita: nos roban el limítadisimo enfoque del que es capaz nuestra mente. Por revisar el Whatsapp, perdemos la capacidad de notar lo sutil, lo novedoso en nuestro entorno y en ocasiones, hasta de lo más evidente (algo así como cuando no nos percatamos de que dejamos las llaves del auto por fijar la atención en las de la casa). Y ni hablar de entrar en “la zona” (M. Csikszentmihalyi, en inglés, “flow“): ese estado “mágico” de máximo disfrute y productividad se vuelve una imposibilidad al estar nuestra atención saltando de tema en tema, del celular a la mesa a la TV al trabajo a la comida a YouTube y así ad infinitum.
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Nuestros cerebros, nuestras mentes no están hechas para la multi-tarea, en spanglish, el “multitasking”. Un ejemplo: mire Ud. un noticiero de una cadena reconocida (imagen arriba). Ahora no basta con el periodista presentando las noticias: además de eso, tenemos que procesar sendos letreros superpuestos, el “cintillo” inferior con comentarios y para rematar, carteleras de noticias corriendo cual caballos a todo galope brindando noticias y valores de acciones… ¡en ocasiones tanto arriba como abajo de la pantalla! Despues de un breve rato viendo esa debacle, el que termina como equino cansado es el televidente. Más aún, temo por lo que viene: los anteojos y visores VR, los lentes de contacto “smart” y los implantes a nivel cerebral (“Neuralink” de E. Musk y otros) no están lejos, y entonces nos superpondrán (¿impondremos?) una capa ficticia sobre la realidad, un mundo virtual en el cual ahora sí perderemos el control sobre a qué debemos prestarle atención. Ya es suficientemente molesto manejar las notificaciones de nuevos correos, mensajitos y anuncios en el teléfono. Imagínese eso superpuesto en su campo completo de visión, por no mencionar el que se le “inyecte” directamente en su cerebro, en su psique. Se abre entonces toda una nueva y oscura acepción para el término “neuromarketing”, por no entrar en escenarios de – todavía- ciencia ficción (“Total Recall”, “Matrix”)…

Tal parece que además de los diferentes calificativos aplicados a nuestra Sociedad en variados ensayos – “de la Información” (P. Drucker), “del Espectáculo” (V. Llosa), “del Cansancio” (Han), “del Consumo”, “Líquida” (Bauman) – habrá que añadir el calificativo de “Sociedad del Desenfoque” o “Sociedad del Zapping”: por estar atendiéndolo todo, no estamos concentrados en NADA.

Dato curioso: ¿sabía Usted que si bien la vista humana tiene un alcance máximo de 120 grados-arco, la resolución óptima – en donde realmente enfocamos la atención – se limita a 2 grados? Eso es el equivalente a unas cinco palabras en una hoja a 50cm del ojo. Es decir, más o menos lo que abarca la pantalla del celular en su mano. Todo lo demás – EL MUNDO – está distorsionado, fuera de foco, inintelegible… tanto para su vista como para su cognición.

Al final, el problema radica en nuestra falta de control personal: nuestra incapacidad de administrar nuestros impulsos, nuestro desenfrenado apetito cerebral por la cortisona, por la “información”. La urgencia por estar informados sobre “lo último”, esa hambre por “la inmediatez”, por “estar al día” con todas estas notificaciones está enfermándonos pues lo que no tiene ninguna importancia se nos “vende” como urgente y se está tragando todo el espacio para lo vital, para lo que requiere nuestro enfoque, para nuestra familia, amigos, nuestro sano esparcimiento, nuestra desconexión. No es algo intrínsecamente malo el tener redes sociales o un teléfono inteligente. Lo que está muy mal es que se inviertan los papeles y estos artilugios sean nuestros dueños. Reclamemos lo que es nuestro: nuestra atención, nuestro tiempo, nuestras vidas.


Aprovechemos estos días libres para disfrutar un baño de naturaleza, un “Shinrin –Yoku“. Re-aprendamos a hacer una cosa a la vez: a actuar con la plenitud de nuestros seres, dedicando la totalidad de nuestra atención. Entonces, no se diga más, bajemos el celular y alcemos la mirada: dejemos de rezarle a San Zuckerberg. Entreguemonos al momento. “Cierra la pantalla”, como suena una canción de moda. Leamos con absoluta atención. Si estamos laborando, pues trabajemos con entrega. Veamos una película sumergidos en la trama, escuchemos música navegando en cada nota, corramos entregando el alma, pensemos con abstracción total, respiremos despacio y profundamente, aburrámonos mortalmente, abracemos intensamente, besemos con pasión, comamos saboreando cada bocado, bebamos con gusto pleno (la bebida en cuestión para Fin de Año queda a discreción del amable lector). Las mejores cosas de la vida son el resultado precisamente de esos momentos de entrega total… una cosa a la vez.

Enfoquémonos pues en lo importante, pero ENFOQUEMONOS. Bendiciones, felices fiestas.

Fernando


ENGLISH VERSION / VERSIÓN EN ESPAÑOL MÁS ARRIBA

No, it is not oil: so-called “fracking” and the upcoming eras of electrical transportation and renewable energies confirm it. The Stone Age ended not due to lack of “inputs”, and the Oil Age won´t finish as per lack of petroleum in the ground. Neither it is information: au contraire, we are submerged in data and info day by day. It is not money: it is indeed terribly distributed – ask despicable “Mr. Gini” on that – but economics/finance resources are in a max point. It is drinking water: again, its geo-distribution is lowsy and peak-lows are extremes, but new techs on desalination and potability promise solutions on the mid term. It´s not even time itself, which we absurdly waste, taking things for granted.

But then… what is the name of that valuable, most limited resource? Well, in the XXI century, and at least for the part of Humanity living on Levels III and IV of economical development as per H. Rosling (those of us who have their basic necessities well covered), the scarcest, most difficult to attain and protect, and in Gollum´s words, most “precious” resource is undivided human attention. Never in history has it been so difficult for us to do a single thing at a time. Look around you: perhaps you are in restaurant, coffee shop or pub. People no longer wait for their coffee looking through the window or to one another: we must see the cell phone. We don´t talk, we just bend our heads in a prayer to Saint Zuckerberg, holy patron of all “zuckers”. We cannot watch the TV (or YouTube): Instagram yells for our attention. We even drive and walk watching these things – accidents and even transit signs for distracted pedestrians are now a collection of anecdotes. Alas! We cant even go for a “number 2” in peace, God forbid the Whatsapp messages to cool down in the little screen while at the same time the toilet warms through our “rearguard”: pure thermodynamics, I guess…

Now you could argue that all this is okay because, at the end of the day, who cares? Meaning: “Look Fernando, I am not making harm to anyone, thus please stop the whining. Furthermore, “its evolution baby”, this is the right and real way things should derive into”. I hate to be the carrier of bitter news: that is not true. Yes, we are harming ourselves and our kin. A lot. Why? Because:

  1. Because we harm our relationships with the ones closest to us. For some reason, we tend to prefer contact with the ones on the phone, putting on a secondary level the ones at our side. Since we are physical beings, this is disconnecting us with our wholeness, hampering our real world social networks, our relationships, our face to face daily interactions with friends and family.
  2. Stimuli overload: too much publicity, too many updates, overload of “likes”, downloads, apps, emails, chats, windows, contacts, calls, flags, tasks… Its just too much, we are human beings, we are not “routers” or servers (ironically, lately it looks like we have become servants to them). We need to learn to say “its enough”. Tech is evolving faster than our capacities. We must adapt its usage to our human cycles.
  3. Cognitive blindness: the distraction due to social networks and smartphones causes another issue. These things steal the limited focus our minds are capable of. The vicious need of checking Whatsapp implies loosing the capacity of noticing the subtle, the novelty and even the evident in our lives (in the same way that we cannot see the lost key cars next to the house keys we were so angst to find). And lets not even talk about flow (M. Csikszentmihalyi): that “magical” status of pure joy and max productivity becomes an impossibility when we keep jumping from topic to topic, when our attention shifts from the cell to the table to the TV to work to food to YouTube… ad infinitum.
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Our brains & minds are not meant for multitasking. Check out the example above from an international cable news channel (example above). So now it is not just about the journalist presenting news, we need to deal with announcements, graphs, clarification/context notes and even banners running breaking-news and updates like horses at full speed…. sometimes above and below the screen in opposite directions! After a short time watching all this, the one left feeling like an exhausted colt is the spectator. Moreover, I fear for the upcoming media: VR visors, smart contact lenses and even direct implants in our brain (“Neuralink” by E. Musk and other) are not far. When that time comes, a new fictitious layer will be imposed over reality, a virtual world where we will loose our ability and right to choose what to focus on. It is now annoying enough to keep “up to date” with all the flags in our phones. Imagine that in your complete eye-span, not to mention flags and announcements directly implanted in your neuro-cortex, in your mind. This opens a window to a new dark era or neuromarketing”, not to mention stuff like “Total Recall” or “Matrix”.

Looks like besides the variety of adjectives already used to describe our world – “Information Society” (P. Drucker), “Entertainment Society” (V. Llosa), “Burnout Society” (Han), “Consumer Society”, “Liquid Modernity” (Bauman) – we will need to add “Society of Zapping”: due to shifting and watching everying, we focus in nothing.

Curious fact: do you know that in spite of human vision being capable of a span equivalent to 120 arc-degrees, max resolution – where we actually put our attention – is limited to just 2 degrees? That is the equivalent to 5 words at 50cms from your eyes. In other words, your cell phone. Everything else – THE WORLD – is out of focus, unintelligible, distorted… both to your sight and to your cognition.

Bottomline, the root cause of the problem is our inability to manage ourselves. It is our lack of control, our never ending appetite for stimuli and our cerebral appetite for cortisone. The false urgency for the latest is making us sick. What has no importance is “sold” to us as urgent, leaving no space for what truly should matter: family, friends, health time off. “Smartphone” or “social network” are not necessarily synonyms to “evil”, but what is certainly a perversion is for us to be owned by those things. Let us claim what is ours: our attention, our time, our lives.

Shirin-Yoku

Lets use these free days to truly enjoy and get healed by nature: lets do a “Shinrin –Yoku“. We must re-learn to do a single thing at a time: lets act with the complete wholeness of our beings, with the entire devotion of our mind. Thus, say no more: put down the cell phone and stop praying to Saint Zuckerberg. Lets read with absolute attention, lets watch a movie submerged in the plot, lets listen to music riding each note, lets run like its the last race of our lives, lets think with the absolute abstraction of our mind, lets take a deep, slow, absolute breath, lets get mortally bored, lets truly hug someone, lets kiss with passion, lets eat savoring each bite lets drink with pleasure (beverage of choice for EOY party to be defined by the kind reader). The best of life is the result of those intense moments when we do one thing at a time.

Thus, lets focus in the important stuff, but lets do FOCUS. All the best, happy holidays.

Fernando


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Costa Rica: Sentido homenaje a Don Rodolfo Méndez Mata

Ninguna persona ha sido honrada por lo que recibió. Los honores se extienden por lo que ha dado. Calvin Coolidge.

Artículo de hace casi 20 años donde ya se elogiaba la gestión de ese periodo


El 3 de enero de 1937 – hace casi 83 años – vino al mundo don Rodolfo Méndez Mata. Nacido en San José, cursó la primaria en la escuela Juan Rudin y la secundaria en el Colegio Seminario. Se graduó luego como Ingeniero Civil en la prestigiosa Universidad de Kansas, Estados Unidos. Hombre de familia, procreó cuatro hijos.

Don Rodolfo ha ejercido variados cargos públicos, incluyendo el de Diputado de la República (1994-1998), Ministro de la Presidencia (1990-1992) y es el único costarricense (a mi entender) que ha ejercido el cargo de Ministro de Obras Públicas y Transportes en tres ocasiones, como lo atestiguan sus años de servicio en el puesto entre 1978-1982, 1998-2000 y desde el 2018 hasta la fecha. Es precisamente este último periodo de servicio público el que me ha impulsado a escribir este artículo. Dicen que los honores deben extenderse en vida: sean entonces estas líneas mi humilde contribución al honor que don Rodolfo merece. Porque… ¿Quién, pasados sus 80 años y merecidamente jubilado, optaría voluntariamente por salir del retiro para ejercer de nuevo la complicadísima, casi tortuosa labor de regente del MOPT? Hay que estar loco – y don Rodolfo está más lúcido que todos nosotros – o bien tener una vocación profesional sobresaliente, amén de una voluntad y espíritu de servicio casi sobrehumanos.

Son precisamente esas cualidades, aunadas a su experiencia y calidad profesional, las que están convirtiendo su actual gestión en la más productiva que ha tenido el alicaído MOPT durante los últimos 40 años. Y no lo dice únicamente quien suscribe, lo reconocen voces tan variopintas como Olman Vargas, Director del Colegio de Ingenieros y Arquitectos; la Directora de la Cámara Nacional de Transportes, Silvia Bolaños; Rubén Vargas, Secretario General de la Unión de Taxistas y muchas otras.

La evidencia soporta estas positivas opiniones: nunca habíamos visto tanta obra en inminente o franca ejecución. Considérense la ampliación de la vía Limonal-Cañas, la ruta 32, Lindora, Circunvalación Norte, pasos a desnivel en esa misma ruta, pasos a desnivel en la ruta a Cartago, asfaltado en la ruta a Monteverde, los pasos a desnivel en la carretera a Cartago, la próxima ampliación de la ruta 1, las vías exclusivas para el transporte público, el puente del Saprissa, solo por mencionar algunas intervenciones.

De mi parte, quisiera simplemente extender un reconocimiento a don Rodolfo acompañado de un sentido agradecimiento. Su valentía, su voluntad y su capacidad están a punto de resolver una serie de “nudos viales” (espejos de nuestros nudos mentales como sociedad) que han tenido ahogado al país por décadas. Que Dios le conceda muchos años más, caballero, para que mire prosperar su obra, la cual debe ser reconocida por todos los costarricenses de esta y las próximas generaciones.

PD: Estoy terminado de escribir este artículo cuando miro en las noticias que pronto iniciarán además las obras para acabar con los problemas de tránsito asociados a los semáforos de los Hatillos. ¿Será posible que pronto podamos circular sin detenernos a lo largo de toda esta crucial carretera? Les propongo una idea: bauticemos al anillo de circunvalación como la Ruta Nacional Rodolfo Méndez Mata.

ARTÍCULO PUBLICADO EL 27 DE NOVIEMBRE EN EL DIARIO DIGITAL CR HOY

Gladiadores, mensajeros y cabezas cortadas / Gladiators, messengers and chopped heads

ACERCA DEL COSTO DE ACEPTAR EL ATAQUE AD HOMINEM / ABOUT THE COST OF ACCEPTING THE AD HOMINEM ATTACK

VERSIÓN EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW

Dentro de tres semanas yo estaré recogiendo mis cosechas. Imaginad donde querréis estar y se hará realidad. Manteneos firmes, no os separéis de mi. Si os veis cabalgando solos por verdes prados, el rostro bañado por el sol, que no os cause temor. Estaréis en el Elíseo y ya habréis muerto. ¡Hermanos! ¡Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad!”  Así infunde ánimo el general romano Maximus a la tropa justo antes del combate por Germania en la apertura de la película “Gladiador” (Universal Pictures, 2000). En la escena siguiente, tras una corta y sangrienta batalla decidida por una poderosa carga de caballería (“¡Roma Victoria!”), mueren cientos, miles de bárbaros exterminados por las legiones romanas. Lo triste es que, justo antes de la batalla, Maximus había enviado un heraldo, un mensajero para tratar de negociar un acuerdo de paz con los germanos. Pero bueno, “al diablo este romano”  dijeron aquellos  y al pobre diablo le cortan la testa probablemente sin poder decir “esta boca (y esta cabeza) es mía”. No tuvo chance de presentar la propuesta de pax romana. Aquello fue muerte automática para el desafortunado mensajero. Quizá el ejemplo no sea el mejor pero ciertamente es muy gráfico: una cosa es el mensaje y otra el mensajero. Déjenme tratar de explicarme a continuación.

De lo que estamos hablando es de un tipo particular de engaño… y muchas veces de auto-engaño. Se trata probablemente de la forma más vulgar de jugar sucio, de “embarrealar la cancha”, diríase en dialecto futbolero. Sin embargo, con todo y lo primitivo de esta estafa, es la táctica de moda en este mundo actual, mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (mundo “VUCA” por el acrónimo en inglés). Desde los diputados en mi país hasta Jefes de Estado en Brasilia ó Washington, todos son fanáticos del ataque al mensajero. Porque, si fueramos a creerle a los políticos & líderes actuales, ellos no se equivocan. Nunca. Eso jamás. Si llega una crítica aún con evidencia contundente en mano, la respuesta es casi automática: eso que dicen es más bien una ofensa, una trama, una venganza política y la prueba de ello es que es “Usted” quien lo dice. Sí, “Usted” que es un miserable. ¡Pues claro! No ve que esposa más fea la suya, por supuesto que me envidia y por eso dice que se quema el Amazonas y yo no hago nada. Usted es el malo, porque solo publica “Fake News”, porque yo equivocarme… ¡Jamás! ¿Cómo va a ser eso cierto? Hablemos mejor de Usted, porque Usted es una pésima actriz, eso es lo que es Usted. ¿Incongruente yo? Eso lo dice porque usted es un cómico sin gracia, un perdedor. Y Usted, Ud. es un periodista amargado. ¿No ve que Ud. es un loco socialista? ¿No ve que Ud. es un progresista pervertido? ¿No ve que Ud. es un conservador hipócrita? ¿No ve que Ud. es un afeminado… o que Usted es esto o lo otro? Caramba que está de moda. Hasta a mi me ha pasado: hay gente que ha tratado de desvirtuar una opinión argumentada de quien suscribe esta nota solo por mi profesión, por mi estilo al escribir o incluive por ser calvo. Se lo digo en serio, a esos (des)copetudos extremos llegamos.

Me pregunto si nota Ud. la trampa escondida en este tipo de respuesta. Creo que sí. Se trata de “ensuciar” el mensaje, de distraer a la audiencia sobre la evidencia presentada, de debilitar el argumento “cortándole la cabeza” al mensajero. Pero “no comamos cuentos”: por todos los cielos, no nos dejemos engañar. Nos va la vida en ello. Porque… ¿qué importa quién lo está diciendo si lo que se está diciendo es válido? Lo malo es malo aunque lo haga mi amigo (o mi candidato o partido político o referente o familiar o lo que sea). Y por supuesto que lo bueno es bueno aunque venga de mi enemigo (o rival, adversario, crítico o lo que fuere). Si se trata de críticas, enfoquémonos primero en el mensaje y el mensaje nada más. A ver: ¿Hay un argumento sólido, es razonable lo que se está diciendo? ¿Hay evidencia? ¿Hay algún ejemplo o precedente? Si es así, pues el nombre del mensajero pasa a un clarísimo segundo plano – engañarse a uno mismo al atacar al emisor implica un precio. Ese precio puede pagarse en héctareas de Amazonia quemada. Quizás se convierta en un escándalo por un “huracán rebelde”. O en una disminuida libertad de prensa. Ese auto-engaño puede costarnos mayor corrupción, o una afectación económica o la degradación misma del Estado de Derecho. Quizás el precio a pagar sea simplemente el convertirse en una marioneta de los mentirosos: un incauto, un idiota que sigue ciegamente a sus “líderes” sea lo que sea que estos hagan o digan.

En el caso de los bárbaros de Germania, pagaron con sus propias vidas. Mejor sigamos el ejemplo de Maximus Decimus Meridius, Comandante de las Ejércitos del Norte, General de las Legiones Fénix, fiel servidor del verdadero Emperador Marco Aurelio. Como diría el Gladiador (quien a su vez cita a Cicerón): “A veces hago lo que deseo hacer. El resto del tiempo hago lo que debo”. Palabras dignas de Marco Aurelio. Que sea entonces más el tiempo que dedicamos a lo segundo.

Hasta la próxima, “SPQR”.

Fernando


ENGLISH VERSION / VERSIÓN EN ESPAÑOL ARRIBA

Hold the line! Stay with me! If you find yourself alone, riding in the green fields with the sun on your face, do not be troubled. For you are in Elysium, and you’re already dead! Brothers, what we do in life… echoes in eternity.” Those are the glorious words used by the Roman commander Maximus to motivate the troops just before the last fight for Germania in the opening scene for the movie “Gladiator” (Universal Pictures, 2000). Next scene, after a short and bloody battle decided by an overwhelming cavalry charge (“Roma Victoria!”), hundreds, thousands of barbarians die, exterminated by the Roman legions. The saddest thing is that just moments before the battle, a herald, a messenger was sent by the General pursuing a peace treaty. But oh well, “chop that bastard´s head” said the barbarians and the messenger couldn´t possibly say a word. Not even the chance to present the pax romana deal terms. Kill the messenger! Perhaps this is not the best example to introduce this article but it is certainly very graphical: one thing is the message and quite a different one is the messenger. Let me try to explain in the following lines.

We are talking about a very specific type of deceit… and many, many times of SELF-deceit. It is probably the most ancient & grotesque way of playing a trick on an adversary. Nonetheless, in spite of all the aforementioned, it is the in-vogue tactic within our volatile, uncertain, complex and ambiguous world (VUCA world). It is used from Washington to Brasilia, from Moscow to Istambul: nowadays many powerful leaders are fans of shooting the messenger. Why do I state this? Because, if we were to believe nowadays politicians and leads, they never make a mistake or tell a lie. Never. That is an impossibility. If critics come – even with solid evidence – the answer is automatic: that is a lie, a political scheme, a treat. And the proof of it is that is is “You” the one with this message. Yes… “You”, and “You” are a bastard. Can´t you see how ugly is your wife? Of course you are saying that the Amazonia is on fire and Im doing nothing: you are envious of my beautiful lady. You… you are the bad guy. You are the one who publishes “Fake News”, since it is impossible for me to have an error. Not in a hundred years! Lets better talk about you because you are a terrible actor. And BTW, you have the worst ratings. Incongruity from my end? You say that because You are a failed comedian, a looser. You, you are a bitter journalist. And You, you are a crazy socialist. You, you are a pervert progressive. And You, oh well, you are a hypocritical conservative. And the other one, well that is an unmanly fool. Alas! This thing is indeed on trend. Even I have been attacked. There has been occasions when people try to erode an opinion by this author because of my profession, my nationality, my literary style or even because of being bald. Im serious: to these (un)hairy extremes we have arrived…

I wonder if you can see the trick hidden within this type of an answer. I believe you do. Behold. It is all about “messing up” the message. It is about distracting the audience about the evidence. It´s a vain attempt to weaken the argument by damaging the messenger. But let´s not allow anyone fool us. Our future and the future of our children is in stake here. I ask: is it really important to debate on the “who says so” if the message itself is valid? What is bad is bad regardless it comes from my friend (or peer, or kin, or candidate, or political party). And of course, what is good is good regardless it comes from my enemy (or adversary, or critic or whomever). Thus, if it is a critic, lets focus first on the message and the message only. For example, let´s ask: is there a solid argument here? Is it reasonable? Is there evidence? Any examples provided or a historical trend? Being that the case, then the name of the messenger should be put in a clear second stage. The price of fooling ourselves and attacking the messenger is costly. The price could be paid in square miles of burned Amazon jungle. Perhaps it translates into a “rebel hurricane”. Or in a diminished press liberty index. This deceit can cost our society a higher corruption or even the degradation of the State of Law concept. Perhaps the price to pay is just the fact of becoming a puppet for the masters of lies: fools that meekly follows his/her “leaders”, regardless any actions or statements from them.

In the case of the barbarians who populated Germania, the cost was paid with their own lives. Thus, lets always separate the concepts of message and messenger. Lets better follow the example of Maximus Decimus Meridius, commander of the Armies of the North, General of the Felix Legions and loyal servant to the true emperor, Marcus Aurelius. As the Gladiator would say (quoting Cicero, BTW) “Sometimes I do what I want to. The rest of the time – I do what I have to“. Words worthy of Marcus Aurelius himself. Let´s devote more time to what we have to do.

See you soon, “SPQR”.

Fernando

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Simplezas para simplones

“Caras vemos, corazones no sabemos”

Un buen mentiroso sabe que la mentira más efectiva es siempre una verdad a la que se le ha sustraído una pieza clave. – Carlos Ruiz Zafón

“Miente y miente que algo queda” decía un supervillano de la vida real, Herr Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de la Alemania nazi. En este artículo construimos sobre sus oscuras ideas para alertar sobre su terrible vigencia. Tal vez deberíamos actualizar un “poquitín” la frase para nuestro siglo XXI. La versión 2019 sería algo así como “Más y más simple porque solo así escuchan” o tal vez “Sencillo porque es para simplones”. Quizás “Meme y meme que algo queda”. Algo por el estilo. El punto es que nunca como en nuestro tiempo se ha enmascarado tanto la mentira disfrazándola a través de la sobre-simplificación y su pariente cercana, la generalización. Los villanos actuales llevan estos “camuflajes” a niveles francamente absurdos más la ironía es que la efectividad del engaño es proporcional a lo grosero del “argumento”. Veamos esto en detalle a continuación.

MIÉNTEME… COMO SIEMPRE

Hemos insistido con anterioridad en el peligro de las generalizaciones. No hay nada que sepulte más rápidamente una conversación que la estigmatización del otro a través de una “etiqueta”. Nos referimos al uso de términos “descalificatorios” utilizados para denigrar al interlocutor. Por ejemplo, el mal uso del término republicano, demócrata, progresista, conservador, comunista, liberal, ateo, etc. La conversación muere en las primeras de cambio porque la retroalimentación se convierte en un ataque ad hominem disfrazado de clasificación objetiva. Por ejemplo, si una persona “X” intenta explicar la importancia del control de la natalidad y su interlocutor “Y” lo interrumpe para declararlo un “progresista pervertido” pues adiós al diálogo. En este ejemplo, una barrera ideológica infranqueable impulsa a la segunda persona desde una posición defensiva a un ataque directo en cuestión de instantes: imposible el intercambio de ideas.

Una mentira no tendría ningún sentido a menos que sintiéramos la verdad como algo peligroso. – Alfred Adler

Hablando de etiquetas y generalizaciones, ya son de antología los lamentables ejemplos a cargo del actual Jefe de Estado estadounidense. Llamar a los inmigrantes mexicanos “violadores, gánsteres y delincuentes“, los comentarios machistas y chauvinistas, la calificación de naciones enteras como “pozos de porquería“, el matonismo. el cinismo y el uso de apodos ofensivos para con sus rivales políticos y cualquiera otro que le critique son parte de las “lindezas” en el menú. Lo curioso es que políticamente hablando estas atrocidades son las que le son más rentables. ¿Por qué? Bueno, hay múltiples razones pero creo que una causa fundamental es que el mensaje está perfectamente ajustado al gusto de la audiencia destinataria del mismo. Decir que los problemas de la economía norteamericana se reducen a que “los inmigrantes se están llevando nuestros trabajos” es, por decir lo menos, una generalización malintencionada más el mensaje es deliciosamente simple. Es como una barra de chocolate: no ayuda con tu desnutrición y tu salud pero esa bomba de sal con azúcar y químicos genera una satisfacción pueril e instantánea. Pura cortisona: demasido fácil, demasiado sencillo, demasiado tentador. No hay que interpretar nada, lo entiende cualquiera, no exige esfuerzo, análisis ni información. Un aullido de lobo invocando al animal que todos llevamos dentro. Si fuera boxeo, el anunciador cantaría: “En esta esquina, con 250 libras y blandiendo su amenazante cuenta de Twitter, la mismísima encarnación de la mercadotecnia vendiendo absurdos a través de argumentos mentirosos pero pegadizos como éxitos “pop”. En esta otra esquina, con 3.3 libras, sesgos mentales y una tendencia evolutiva ancestral a evitar reconsiderar sus juicios aún ante evidencia plena y contundente… el cerebro humano“. Resultado de la pelea: knockout técnico en el primer asalto. Bajo esta luz, el “matrimonio” que hacen muchas personas entre la religión y la política no es solo comprensible sino esperable. Es demasiado sencillo, demasiado fácil y tentador el poner ambas cosas bajo el mismo “manto sagrado” vendido por pastores metidos a político (o políticos metidos a pastor, para el caso es lo mismo). La persona resuelve dos problemas en uno y sale con la conciencia tranquila porque el candidato viene “en nombre de Dios”. Sí, una especie de “congruencia divina a la carta” (aunque el menu lo entregue el propio candidato, aquello de Juez y Parte parece no importar en estos casos).

LA PARTE POR EL TODO

La escogencia de candidatos por su postura ante un elemento puntual pero sensible al individuo es otro ejemplo de “generalización mentirosa”, como el escoger al candidato por su postura ante, p.ej. el aborto (o al menos por sus declaraciones oficiales sobre el mismo). El ciudadano cae bajo el hechizo del “efecto halo” y pondera al político únicamente por sus proclamas sobre ese tema puntual – todo un “proxy” en lenguaje técnico. Todo lo demás desaparece ante sus ojos como por encanto. Tenemos entonces a personas que escogen al candidato idóneo para la Presidencia por sus declaraciones – lo que él ó ella dice – sobre, digamos, el matrimonio igualitario… ¡y nada más! La formación profesional del candidato, su experiencia, su equipo de trabajo, su plan de gobierno, su carácter, sus declaraciones sobre otros temas, su comportamiento personal, su propuesta económica, el historial del partido político que lo acompaña, sus finanzas… todo lo demás se hace irrelevante. Otra mentira disfrazada de generalización.



MEJOR “A LO MARVEL”

En esta sociedad actual donde las éxitos de taquilla son las películas de superhéroes, el ciudadano promedio parece no estar dispuesto a aceptar que puede haber más de un motivo, que hay grados, matices, fases y etapas, relaciones complejas, victorias que saben a derrota, derrotas que construyen victorias, procesos, acuerdos bajo la mesa, engaños y segundas intenciones. Es más fácil identificar el villano cuando lleva cuernos y asociar al héroe con aquel que lleva capa y trae los calzoncillos por fuera. Son aún menos los que están dispuestos a escuchar y aceptar que quizás no todo sea culpa del gobierno o del Presidente de turno o inclusive del Estado. Porque la autocrítica es dura. “Quizás no debí abandonar los estudios o faltar al trabajo aquel. Quizás debí esforzarme más. Quizás no debí ensuciar mi hoja criminal. Quizás debería aprender otro idioma. Quizás mi país no está aislado del mundo: ¿pasará algo allá afuera que esté afectándonos por acá? Quizás, quizás, quizás…

Siempre es más fácil cuando alguien más nos trata como a niños y echa las culpas a un tercero etiquetándolo como “el malo”. Si no estamos dispuestos a leer, al análisis y a pensar seremos entonces un festín de simplones para regocijo del lado oscuro del mercadeo, de las “fake news”, de los memes, de las verdades a medias y las mentiras completas. Sí, carne de cañón para oscuras esferas que devoran cerebros tiernos y casi sin estrenar mientras masticamos unas “encantadoras” papitas fritas… ¿alguien con ketchup, por favor?

Fernando

Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga. – Denis Diderot


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“Whatsappito, Whatsappito, que habitas en mi cel, dime con qué alimento mi odio, desde que revisé ayer”

Aparentemente habrá que añadir un nuevo grupo de Libros Sagrados a la Biblia: las “Epístolas Zuckerbérgicas”, pues si algo nos llega por Facebook, Instagram o Whatsapp entonces automáticamente es Sagrada Verdad.  Veo una sonrisa disimulada: como chiste, hasta alguna gracia tendrá, pero en el fondo es un asunto muy serio. Nos estamos convirtiendo en incautos digitales capaces de admitir cualquier estupidez con tal de que llegue a nosotros a través de un conocido, por medio de Whatsapp.

El ejemplo más reciente es doloroso. Es difícil de creer y de aceptar pero el Ministro de Educación fue removido del puesto a punta de mentiras. Sí, de mentiras. Porque es mentira que exista alguna actividad en el calendario del MEP para celebrar el orgullo gay y es una flagrante mentira que los drones para los colegios técnicos agropecuarios sean sistemas de espionaje ”a lo 007”. Es mentira que los baños neutros sean antros de libertinaje (de hecho, todos tenemos un baño neutro en la casa… a menos que el arquitecto le instalara dos inodoros juntos). Lo curioso del caso es que cualquiera de estas cosas puede ser comprobada rápidamente buscando en internet. Sin embargo, un venenoso coctel de pereza, credulidad y comportamiento de manada nos hace incapaces de detenernos un momento y hacernos preguntas obvias, preguntas naturales, preguntas lógicas y evidentes. Por ejemplo: ¿Cómo sabe esto la persona que me lo envía – cuál es su fuente? ¿Qué dicen los diarios, los telenoticieros, los programas de opinión en la radio al respecto? ¿Algun analista o periodista reconocido ha denunciado este asunto? ¿Algún Diputado, la Contraloría, la Fiscalía? ¿Qué dice la página del Ministerio o de la entidad a la cual ataca el mensaje? ¿Podrá tener algún interés en particular la persona que comparte “esto” para atacar así? De repente el mensaje pasa la prueba y resulta ser verdad, pero aceptarlo así como así es muy peligroso. No hace mucho Edgar M. Welch condujo seis horas desde su casa para luego entrar y disparar en la pizzeria “Comet Ping Pong” en Washington DC. ¿Por qué? Bueno, el caballero en cuestión había leído “noticias” en Facebook y Twitter donde se aseguraba que en ese lugar operaba una organización mafiosa que explotaba sexualmente a niños y era dirigida por… Hillary Clinton. Dichosamente, la policía actuó rápidamente y nadie salió herido, capturando al crédulo de Mr. Welch con su rifle de asalto AR-15.

La lección es evidente, pero vamos a dejarla por escrito: si el mensaje llega por redes sociales, no hay que creerlo sin antes investigar. Esto es especialmente válido cuando el mensaje “suena bien”, o sea, cuando refuerza lo que yo ya creo saber. Es muy probable que simplemente me estén manipulando. Me están “endulzando” el oído, diciendome precisamente lo que quiero escuchar: el Gobierno hizo tal cosa, el Ministro es un tal por cual, los “Progresistas” están cambiando aquello, los “Conservadores” hicieron tal y tal barbaridad.  Dice el refrán que uno no ve el mundo como es, sino como quiere verlo. Nunca ha sido esto más cierto que ahora, porque su Whatsapp y su Facebook, amigo lector, son un espejo de quien Usted es. Están diseñados para eso, para que Usted los revise todos los días, a cada instante, mostrándole solo lo que Usted quiere ver. Son una “chupeta digital”, son su burbuja privada, su mundo, su perspectiva, su visión, un sistema que refuerza incesantemente sus creencias y posturas. Más aún, esos mensajes le son compartidos probablemente por gente que piensa igual que Usted… lo que nos hace olvidar que hay miles de millones de otras personas en este mundo, muy diferentes a Usted y yo. Ahora bien: ¿Qué clase de reflejo devuelve ese espejo? ¿Hay odio, burla, rencor? ¿Tolerancia, positivismo, esperanza? Cuidado porque Usted es precisamente “eso”. Los analistas indican que luego de 70 likes, Facebook lo conoce a Usted mejor que su propia madre. Grave reflexión será.

Finalicemos con un cuento: “Con ojos desorbitados, la malvada bruja preguntó: “Whatsappito, Whatsappito, que habitas en mi cel, dime con qué alimento mi odio, desde que revisé ayer”. Y el espejo respondió: “Sí mi amo, a sus ordenes responderé, mire cuanta basura y rencor recolecté para Usted”.

Cuidemos ese reflejo, amigos. Cuidemoslo.

Fernando

Fuentes:

¿Por qué se enoja?

Entre un estímulo y nuestra reacción existe un espacio. Es en este espacio que tenemos el poder de elegir nuestra reacción. En este espacio se encuentra nuestra libertad y nuestro éxito. — Viktor Frankl

Recuerdo cuando papá me espetaba el refrán que dice “¡el que se enoja pierde!”, cada vez que me asaltaba un ataque de ira de esos turbocargados por hormonas adolescentes. La frase funcionaba con frecuencia, arrástrandome por la fuerza desde los dominios de la amígdala hacia el imperio de la razón. Recuerdo también cuando me explicaba – en medio de la emoción de una pelea televisada de boxeo – como los mejores luchadores pelean con la cabeza antes que con los puños. En medio del ardor de los golpes, normalmente lleva las de ganar el más inteligente y estratégico, comentaba mi viejo.

Ahora bien, temo que los consejos de mi padre deben ser adaptados a estos tiempos modernos donde reinan las redes sociales. Desde el punto de vista personal, por supuesto que sigue teniendo razón. Sin embargo, desde la perspectiva social existen personajes que más bien viven del enojo ajeno. En vez de pregonar “el que se enoja pierde”, estos personajes aplican la fórmula “si no los enojo, pierdo”. Deliberadamente siembran división, rencor e ira. Exaltan el discurso de “nosotros, los buenos” vs “ellos, los malos”. Si nos vamos a la raíz del asunto, coincido a cabalidad con Ryan Holiday en que la causa de todo este lío es nuestro EGO. Una trampa psicológica nos hace confundir nuestras creencias y opiniones con nuestras personas. Olvidamos que no somos lo que creemos: un bebé de seis meses no cree en nada y es tan persona como usted o como yo. Aún más, si algo debería caracterizarnos serían más bien nuestras acciones. Lo que sucede es que las emociones provocan un “corto circuito” entre el estímulo y nuestra reacción al mismo. En otras palabras, la emotividad descontrolada nos roba la “última libertad humana” que nos ilustró Viktor Frankl: aquella libertad de elegir como nos afectarán los eventos y las circunstancias de la vida. Me permito añadir que nos roban también la capacidad de análisis. Ese secuestro de la razón es precisamente lo que vemos en los comentarios a las noticias en las redes sociales y versiones digitales de los diarios. Me atrevo a afirmar que el 80% de las “opiniones” ahí vertidas son más bien pura bilis, el 15% son trabajo de “troles” profesionales y únicamente el 5% son opiniones con alguna base sensata.

Regresando al tema central que hoy nos ocupa, concluimos que estamos hoy ante un mundo en el cual no solo somos presa de los defectos inherentes de nuestra naturaleza humana, sino que estos defectos son activamente excitados y explotados por los medios, los políticos, los religiosos y otras entidades adictas al poder. La forma en que se escribe un titular de una noticia, los ataques ad-hominem de un político contra el adversario, el sermón de un obispo atacando a alguien por sus creencias y un largo etcétera de malos ejemplos nos tienen rodeados, enfermos y cansados. Se hace imperativo entonces aprender a no reaccionar. En serio, digamos en voz alta: ¿por qué me enojo? ¿Soy yo acaso definido por mi candidato / partido político o mi religión? ¿Respondo yo por sus actos y defectos? ¿Será que me están utilizando vilmente para generar tráfico, “likes”, comentarios, votos? Debemos respirar hondo y seriamente cuestionarnos si ese “comentario” que estoy a punto de escribir aporta algo más que odio puro: ¿contribuiré acaso más con mi silencio? (no siempre hay que opinar, ¿o sí?). Necesitamos re-aprender a pensar, a ser capaces de tratar el tema independientemente del mensajero. Vamos: ¿qué importa quien es el autor de una publicación en tanto el punto sea válido? Necesitamos calmarnos, urge activar esa pausa entre el estímulo y la reacción que nos regaló Frankl. No nos enojemos gratuitamente, pues hoy por hoy no solo perdemos nosotros sino que nuestro enojo es el combustible de la victoria de los que nos manipulan. Esta manipulación no es algo nuevo, por supuesto, pero la tecnología moderna (redes sociales, teléfonos móviles, internet) la ha puesto en manos de cualquiera con un poco de conocimiento y mucho de malas intenciones.

Creo que ya fue suficiente por hoy, cerremos. Cantaba Yoko Ono, “All we are saying… is give peace a chance!” Con el permiso de Lennon, yo lo cambiaría un tantito… ¿qué tal “All we are saying… is give peace and thought a chance”?

Photo by Andre Tan on Unsplash

Repartiendo la riqueza mundial / Equally distributing world´s wealth

VERSIÓN EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW

A pesar de ser datos fundamentales para entender este agitado mundo, casi ninguno de nosotros se ha preguntado a cuánto asciende el valor de todo lo que genera la Humanidad (productos, servicios, transacciones) en un período de tiempo, digamos en un año. Y mucho menos, cuanto le tocaría a cada persona si esa riqueza se repartiera equitativamente (“por parejo”) entre cada ser humano viviente en el 3er planeta desde el Sol. Me entró la curiosidad y me puse a investigar . Les cuento muy brevemente lo que encontré y mis conclusiones iniciales…

Comencemos entonces. Tenemos camino avanzado, pues casi sin darnos cuenta hemos definido ya el PIB, o Producto Interno Bruto: dijimos que es “el valor económico de todo lo que se genera en un periodo de tiempo” – normalmente en 1 año calendario. Y cuando hablamos de lo que produce el planeta, es un número brutalmente (pun intended) grande. Voy a usar datos del año 2017 puesto que estaban más a la mano – el PIB mundial fue por la suma nada despreciable de aprox. 80 mil billones de dólares (números redondos). Ahora bien, en el 2017 había aprox. 7.700 millones de personas respirando sobre la faz de la Tierra. Si dividimos la riqueza por la cantidad de personas, ¡zaz!, obtenemos el PIB per cápita (“PIB por testuz”, podríamos decir también). Según el Banco Mundial (“World Bank”), ese número asciende a USD $10,726.00. Ese dato no dice nada por sí mismo, pero se vuelve muy interesante cuando lo COMPARAMOS con algo más… por ejemplo, el PIB de mi propio país, la pequeña Costa Rica con sus 5 millones de habitantes. El PIB costarricense asciende a USD $11,677.26… menos de mil dólares de diferencia con el promedio global. ¿Y qué hay de otros “PIB por testuz”? Pues en orden ascendente, el de la India (con sus más de 1,300 millones de habitantes, el 17% de la población mundial) es de magros $1,942.10 anuales. China (más de 1,400 millones de personas, 18% del mundo): $8,827 dólares anuales por persona. Brasil (211 millones de personas): $9,821.44 dólares. Los casi 513 millones de habitantes de la Unión Europea reciben mas de $33,700 dólares al año. Y los 327 millones estadounidenses (4% de la población global) gozan de un promedio de casi $60,000 anuales. Hmmm…

La conclusión fundamental de todo esto es tristemente evidente: la riqueza mundial está distribuida de manera absurdamente desigual. Y digo “absurdamente” porque más allá de apostolar por una repartición aritméticamente idéntica (un perfecto y utópico comunismo, doctrina de la cual, valga mencionar, no soy ni lejanamente adepto), hay algo fundamentalmente mal en el hecho de que, en promedio, una persona de la India reciba 30 veces menos ingresos anuales que un norteamericano, por no hablar de ejemplos extremos (eg, Luxemburgo con más de $120,000 anuales VS Somalia con unos ruines, tristes, paupérrimos $100 (sí, cien dólares aprox.) ANUALES para cada uno de sus 15 millones de mujeres, hombres y niños. Sigo: la producción mundial de riqueza alcanza para garantizar condiciones más que aceptables de vida para todos en este planeta. Lo sé porque , en términos generales, se vive bien en mi país, el cual tiene un PIB anual similar al promedio mundial. Ahora bien, sé también que este asunto tiene muchos otros matices y detalles técnicos & financieros, como por ejemplo el efecto de la paridad del poder de compra (PPC) y el increíble y distorsionante hecho de que más del 40% de las inversiones directas son en realidad movimientos corporativos vacíos para evadir impuestos, sobre todo en paraísos fiscales. Además, los valores fluctúan y en ocasiones no poco de acuerdo con la fuente. Pero a pesar de los pesares, la conclusión de fondo se sostiene: hay suficiente para todos. Dato final (la cereza en este pastel con sabor a dólar): las 26 personas más ricas del mundo disfrutan de más riqueza que los 3,800 millones de habitantes más pobres del planeta: la mitad de la Humanidad.

Mucho se está hablando de la desigualdad actualmente. Y yo ciertamente no tengo la solución a este complejo tema. Pero creo que estar objetivamente conscientes del tema, compartiendo algunos de estos chocantes datos, es un primer paso y, si se quiere, una pequeña contribución que empuja en la dirección correcta. Entonces, pregunto y me pregunto: ¿qué hacemos? Les escucho…

Fernando

ENGLISH VERSION / VERSION EN ESPAÑOL MÁS ARRIBA

In spite of being basic facts needed for a proper understanding of this troubled world, few of us have questioned how much does Humanity produces, meaning the value of all what we create during, say, a year. And even worse, fewer of us have asked how much of that wealth (products, services, transactions) should be assigned to each inhabitant of the world, assuming an equal distribution (share) of it. Well, I got curious and researched a little bit on it (thanks, World Bank for the data!). Let me share what I found and my initial conclusions…

Let´s start. We got already a nice way covered, since we have inadvertently defined GDP: “the economic value of all what is generated in a period of time” (normally, 1 calendar year). And when we are talking about World GDP, the number is colossal. Using 2017 data (it was the latest one at hand), world´s GDP reached approx. 80 trillion USD. Now, in 2017 there were about 7,700 million people alive on the third planet from the Sun. It´s a matter then of dividing the value of all what we produced between that population and bam!, we got GDP per capita (“per cranium”, we could say). According to the World Bank, the “magical number” is USD $10,726.00. Now that doesn´t says a lot by itself, but it becomes quite interesting when we COMPARE it with something else… for example, GDP per capita for my homeland, Costa Rica and its five million inhabitants. Costarrican GDP per capita is USD $11,677.26… less than a thousand dollars of difference with the world anual average. Let´s see other examples: India (more than 1,300 million persons, 17% of the globe´s population): sad $1,942.10 per year. China (world´s most populated country, 1,400 millions, 18% of us all): $8,827 dollars per Chinese. Brazil (211 million football lovers): USD $9,821.44 . The 513 million inhabitants of the European Union enjoy $33,700 of GDP per person/year. And the population of 327 million US citizens (4% of the globe´s population) a not-that-bad $60,000 per year. Hmmm…

The fundamental conclusion of all these numbers is regretful and evident: the world´s wealth is distributed in an absurdly unequal way. And I say “absurd” not in the light of preaching for a perfectly arithmetically distribution of wealth (an utopic communism, ideology I certainly reject) but there is something utterly wrong in the fact that a citizen of India (in average) receives 30 times less than a national of the US, not to speak of extreme examples (eg, Luxembourg with more than $120,000 per person per year VS Somalia with sad, astounding, cruel $100 (yes, approx. hundred dollars per YEAR) for each of its 15 million men, women and children. Furthermore, the planet´s production of wealth is enough to guarantee more than acceptable living conditions to everyone. I know because, in general terms, the living conditions are more than acceptable in my own country, which has a GDP per capita quite similar to the world´s average. Now I also know that there are lots of tech nuances and economical details to consider, such as purchasing power parity (PPP) and the incredible fact that 40% of direct investments are really empty corporate financial moves intended to evade taxes, not to mention that all these numbers vary somewhat according to the source. But the core conclusion stands: there is enough for all of us. Final fact (the cherry on top of this dollar-flavored pie): the 26 richest individuals in the world enjoy more wealth than the 3,800 million poorest of us (50% of Humanity!).

There is a lot of fuzz right now about this inequality topic. And I certainly don´t have the answer. But I believe that being objectively conscious of all these facts, and sharing this shocking data, is a step in the right direction. Hence, I ask myself and I ask You: what shall we do? I am all ears….

Fernando

Photo by Daniele Fantin on Unsplash

Sources: 

  • https://data.worldbank.org/ 
  • https://www.oxfam.org/en/even-it/5-shocking-facts-about-extreme-global-inequality-and-how-even-it-davos 
  • https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_GDP_(nominal)_per_capita