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Yearly Archive December 18, 2018

Año Viejo VS Año Nuevo…

“Batalla contra tus vicios, mantente en paz con tus vecinos y permite que cada año nuevo te encuentre como un hombre mejor.” – Benjamin Franklin

La nostalgia que nos invade en estas épocas no es casualidad. Un aire de melancolía acecha, brisas frías de tiempos idos soplan en Diciembre. En nuestras mente cruzan imagenes de viejas reuniones y familiares & amigos que ya partieron, relaciones rotas, caminos cruzados. Evocamos tristezas y también momentos felices: calendarios añejos. Supongo que es lo natural, el ser humano vive eternamente en un precario equilibrio. Nuestras mentes juegan cual un niño en subibaja (balancín). Caminamos ausentes de enfoque cual – dicen los budistas –  “monos inquietos”, con la atención saltando perpetuamente de pensamiento en pensamiento. Somos seres bipolares que moran siempre entre el pasado y el futuro. Nos es casi imposible colocar la balanza en equilibrio y mantenernos en el centro, en el presente. Y el final de año es particularmente “pesado” en recuerdos: se nos carga el subibaja hacia el ayer.

Y…  ¿qué con ello? Bueno, sea precisamente esta breve reflexión mi regalo de Navidad y Fin de Año para Usted. En medio de los sentimientos encontrados que provoca esta época, comprendamos el por qué del lastre que sentimos en el corazón. Y con este entendimiento, démosle también peso específico al año que nos espera y sobre todo al momento actual que nos acompaña – sí, al presente. Busquemos el balance. Pongamos el “subibaja” en equilibrio, o al menos levantemos un poco el extremo que apunta hacia el mañana. Para decirlo en términos más coloquiales, que no nos abrume el síndrome de “El Buki” (cantante mexicano) y su pegajosa tonada “Navidad sin ti”.

Ánimo: el camino se abre siempre hacia el mañana, y si bien no somos dueños de las circunstancias, si lo somos de nuestro grado de ESFUERZO y ante todo de nuestra ACTITUD

Nos vemos en el 2019: ¡ÉXITOS!. Un abrazo.

Fernando

“Lo que eres es lo que has sido. Lo que serás es lo que haces a partir de ahora.” – Buda

Photo by Markus Winkler on Unsplash

Soundtracks de nuestras vidas…

“Sin música la vida sería un error”. Friedrich Nietzsche.

Tenía que escribir estas líneas: la idea me tiene cautivado desde hace unas semanas y no me deja en paz. Me parece simplemente encantadora, con esa sutil delicadeza de las metáforas directas y sencillas. Supongo además que la idea no es nueva, pero al menos puedo decir que es nueva para mí. Tanto es así que no me da la gana el buscarla en Google pues ciertamente aparecerá algo por ahí y acabará mutilando y contaminando mi propia inspiración. Así que comparto aquí la vivencia propia… y nada más. Pero acabo de caer en cuenta de que no les he dicho cual es el punto en cuestión, así que sin más rodeos: ¿alguna vez han comparado sus propias vidas con una película, y llevando la metáfora al siguiente nivel, han pensado como la música que escuchamos es el “soundtrack” de nuestras existencias? Esto es especialmente válido para aquellas composiciones que deliberadamente escogemos y que marcan etapas de nuestros filmes, cintas donde somos a un tiempo guionistas, directores y protagonistas.

Pienso entonces en mi primera niñez, cuando las obras que me acompañaron eran las clásicas rondas y canciones infantiles. Me transporto a mi infancia, cuando mi madre sacudiera mis mañanas de domingo con Raphael y Serrat a todo volumen y mi padre resonara su música clásica (Aranjuez, Mozart, Beethoven). Recuerdo los viejos cassettes de mi viejo- cientos de ellos -. Mi padre pasaba horas arreglándolos, enrollando cintas con bolígrafos, acomodándolos, limpiándolos. Puedo ver mis manos de niño jugando con ellos mientras él me explicaba como es que había música ahí escondida o mejor aún, como se “atrapa” la música literalmente planchándola en el vinilo caliente de un LP. Pienso en mi temprana adolescencia, cuando no tenía idea clara de qué era lo que me gustaba escuchar (en realidad, no tenía una idea clara de nada de nada) y entonces lo que oían otros  – primos, tíos, amigos – me envolvía en un torbellino sin que supiera yo qué hacer. Y recuerdo con absoluta claridad el momento en que, a través del lado B de un cassette escuché por primera vez a un grupo de rock argentino llamado Soda Stereo. Era la fiesta de mi hermano y el cassette en cuestión su regalo de cumpleaños. Tendría yo unos 12 años, y fue la primera vez en mi vida en que me identifiqué con un artista. A partir de ese primer romance musical comenzó un viaje que no se ha detenido, porque siguió una juventud con rebeldías empapadas de rock en español, metal pesado y otros ritmos. Luego vino una primera madurez donde volvi a aceptar la música de mis padres y hasta el pop, hasta llegar a una etapa donde el jazz (Miles Davis, Dave Brubeck), el flamenco (Vicente Amigo, Paco), el bossa y algunas obras clásicas (Vivaldi) me hacen volar, sin avergonzarme para nada de poder disfrutar de una salsa de Luis Enrique, de cantar a pecho abierto una vieja tonada (música “plancha”, dicen en mi tierra) y hasta de bailar en una fiesta un “merengazo”. Seguramente su banda sonora personal, amigo/amiga lector, resuena fuerte en su alma con solo poner a girar el disco de los recuerdos. Porque hay canciones para momentos y momentos para canciones: bodas, bailes, fiestas, cafés, estadios… También hay recuerdos de vinos, perros, trenes, flores, parques, libros. Y visiones de conciertos, celajes, bicicletas, paseos, besos y pasiones: instantes. Todos llevamos en el corazón escenas mágicas donde una perfecta música de fondo nos acompañó y envolvió.

Les comparto todo esto porque he llegado a la conclusión de que la variedad musical es simplemente lo lógico y sensato, un reflejo de la variedad de etapas que atravesamos en nuestros viajes. La variedad de gustos musicales a lo largo de la vida es un eco de la evolución de nuestras almas y de la riqueza de escenas del filme. Tanto es así que, a estas alturas y cuando parecía solamente un sueño inalcanzable, me encuentro una vez más cantando rondas infantiles… a buen entendedor, pocas palabras. A fe mía que la vida puede ser hermosa, ya sea cantada por Ceratti, en la guitarra de Amigo, resonando en la voz de Elvis o saltando en las escalas de Bach; sin olvidar por supuesto a “Los Pollitos”. Sí, “Los Pollitos” con palmas y todo, acompañando ahora la más hermosa de las etapas de mi intimo largometraje.

Un abrazo,

Fernando

“¿La música no es eso?, compartirla con los demás.”  A. Levine– Dave

Photo by Dmitry Bayer on Unsplash

COURSE: Delivering PMP cert preparation at INTEL CR

“In learning you will teach, and in teaching you will learn.” ― Phil Collins

Have I shared that I love teaching? If not, here it goes: I DO, I just love it. It´s just that teaching, when done from the heart, goes way beyond an unidirectional transfer of data: to put it in geeky terms, a network/ethernet hub can do that, in any case. The real value comes from a very different place. The best teaching puts the “professor” in a frank, open conversation with the class. The best sessions are a true exchange of perspectives, experiences and ideas, where the teacher leaves the archaic and imaginary podium so revered in the past century and becomes a facilitator. There is – and there should never be – shame in a “I don´t know” answer – both from a student or a professor. There is no disrespect in a “Let´s research together” statement and there is no better feedback than a frank, open smile from the class. And this safe exchange & study environment was what we constructed together at the latest PMP Certification Preparation course delivered to a group of leaders from INTEL Costa Rica. For over two months, and powered by the Universidad Nacional (UNA) “Open Education” area, we met every Thursday at the modern and massive local headquarters and explored together PMI´s approach to Project Management, the PMBOK, it´s interpretation and shared anecdotes, tips and knowledge: we LEARNED.

Furthermore, we simulated the actual certification exam and discussed strategies for taking the test (BTW – free tip: if you want to certify, you not only need the experience and the theory, you need preparation and a plan to attack the test per-se. In other words: you not only need to know, you need to prepare to answer efficiently). We also dared to challenge the theory, following the “start with why” principle (S. Sinek). Mind-maps, process flowcharts and “put-it-in-your-words” exercises made terms and ideas palatable and catchy. Tough topics and gray areas were not hidden and as a group, we searched for answers, with different persons serving as trailblazers at different times. And humor was a true ally to us all.

May this short post put in writing my gratitude to these excellent professionals, to the Universidad Nacional (UNA) and to INTEL Costa Rica: buckle up, new PMPs on the horizon – THANK YOU GUYS for all what I learned from you!

Sincerely,

 

Fernando

 

 

“Only those who look with the eyes of children can lose themselves in the object of their wonder.”  ― Eberhard Arnold

Me piensan, luego… repito.

“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos.” – Buda 

Exacto: el título de este post está parafraseando a René Descartes (1596-1650) quien dijera aquello de “Pienso, luego existo”. Porque de lo que deseo conversar el día de hoy con usted, amable lector, es sobre el lento pero constante viaje en que nos hemos embarcado como sociedad hacia la tercerización (“outsourcing”, diríase en “espanglish”) de nuestro propio criterio: ¡qué pereza nos da pensar! Cada día renunciamos más y más a hacer nuestras propias indagaciones, a hacer nuestras propias elecciones, a llegar a nuestras propias conclusiones y a generar nuestras propias creaciones. Nos estamos convirtiendo lentamente en parodias de nosotros mismos, en “consumidores absolutos”, casi como aquellos obesos, obsesos, pasivos y sumisos idiotas caracterizados en la genial película “Wall-E”. Dicen los expertos que el pensamiento crítico será uno de los talentos clave en el mercado laboral de los próximos lustros. Y es que, a contrapelo de la demanda, es un bien que se está agotando rápidamente. ¿Por qué sucede esto a un ritmo cada vez más veloz? Además de la mencionada y prehistórica pereza, consustancial al ser humano, sugiero los siguientes factores aceleradores:

  1. El “inocente” meme: por supuesto que hay algunos que son francamente divertidos e inocuos, pero en general lo considero peligroso, sobre todo cuando versa sobre temas álgidos, léase política, religión, sociedad y similares. Las siguientes características así lo justifican: primeramente, su mencionada y supuesta“inocencia”. A ver, es solo una imagen con un brevísimo texto, muchas veces divertido: ¿qué podría salir mal? Pero, ¡cuidado! El meme es una fábula pequeñita, un “cuentito”, y los seres humanos somos absolutamente receptivos a las historias – no en vano el “storytelling” es otro de los “skills” o talentos preciados para el mercado laboral del futuro. Estamos predispuestos a escuchar y creer la información en forma de historias: el sabio y largirucho de Abraham Lincoln lo tenía muy claro. De forma tal que adoptamos el meme con una rapidez que da vértigo, sin evaluar para nada el caso. Prueba de ello es lo rápido que se hacen virales. Pensemos: ¿A quien no le ha pasado que le envian (¡o envía!) un meme totalmente inconveniente para un chat del trabajo o de la familia? Es que la tentación es demasiada y no pensamos, saltamos sin reparos a la acción: reír, enojarse, sufrir para luego hacer “forward”. Sumado a esto, el meme llega siempre auspiciado bajo el nombre de un amigo(a), lo cual proyecta un traicionero halo de confianza… ¡zaz! Tenemos entonces que el inocente meme es más bien un misil tele-dirigido a nuestras fibras más sensibles. Está hecho para hacernos reaccionar. Y lo consigue espectacularmente.
  2. Los políticos populistas operando en redes sociales: construyendo sobre el punto anterior, podemos decir que la política se ha “Whatsappizado” y la guerra mediática se ha trasladado a las redes sociales. Creo que el punto de inflexión se dio con la campaña presidencial de Donald Trump, quien le recordó al mundo que, a pesar de la disponibilidad de información y datos de esta era del Internet, la gente escuchará solo lo que quiere escuchar (y ojalá en solo 140 caracteres o mejor aún, en un… meme). Este tipo de personajes sacan lo peor de nosotros, pues a lo que apelan es a que apaguemos la corteza cerebral para que así nos controlen nuestras emociones. Privilegian el discurso “ellos versus nosotros”, usan todo tipo de falacias (eg, ad-hominen, cortinas de humo, emotividad), creando división y asperezas como un recurso para ganar popularidad. Viven del conflicto  y de la auto-adulación.
  3. Cognición cultural: aunado a lo anterior tenemos una característica inherente al ser humano, como lo es la distorsión mental de los hechos para ajustarlos al “guion oficial” de nuestro grupo social o ideología de referencia: con tal de encajar, nos contamos y creemos (otra vez) una historia. Cualquier cosa que contravenga el “guión oficial” de nuestra tribu se deshecha o como mínimo, se deprecia, en tanto que cualquier cosa que apoye la versión oficial de la manada – y particularmente la de su líder o portavoz – se apoya y se valoriza. Un ejemplo brillante es la polarización actual en la sociedad norteamericana entre demócratas y republicanos en donde cada parte justifica cualquier actuación del grupo al que se pertenece y sataniza a priori lo que sea que venga del otro partido. Es casi como ver el futbol: el árbitro pareciera siempre estar pitando en contra de nuestro equipo. Hmmm…

La mescolanza de los anteriores factores sumado a otros los cuales omito por efectos de brevedad (eg, algoritmos que nos dicen por donde conducir, que comprar, que películas mirar; “burbujas de información”, la omnipresencia de internet, etc.)  nos llevan entonces a un escenario en donde se nos muestra lo que queremos ver, cuando lo queremos ver, como lo queremos ver. Nunca como ahora la REALIDAD se ha devaluado tanto, es la era de los “alternative facts” – son los tiempos de la réalité a la carte – “Ahem, ¿qué realidad se le ofrece al señor(a)?”.  Nosotros mordemos ferozmente el anzuelo, para luego aletear felices mientras los “pescadores” (políticos, religiosos, medios noticiosos, mega-corporaciones) halan sonrientes el hilo, mirando el sabroso y delirante cardumen. Y es que el resultado final de todo esto es que ya no somos porque ya no estamos pensando: estamos repitiendo opiniones y elecciones pre-fabricadas sin hacer la menor interrogante, sin buscar la menor evidencia ni evaluar opciones ni argumentos. Alguien más (un político, un pastor, un empresario), alguien ajeno a mi me define, me forma y me deforma. Nosotros consentimos y atacamos al que difiere de la opinión de la tribu sin apego a ninguna lógica o razonamiento propio; y para colmo de males utilizamos material que nos re-envió un amigo… pero de validez absolutamente incierta y creado por una fuente convenientemente anónima.

A usted, amigo lector, le exhorto, abramos los ojos. Que no la tengan tan fácil los arriba mencionados “pescadores”. Hagamos valer el refrán aquel de que “para hablar y comer pescado…”.  Porque casi sin darnos cuenta hemos caído en un dilema existencial: ¿Homo Sapiens u Homo Repetitie? ¿Hombres o cotorras? Mejor seamos, es decir, pensemos.

Un saludo a don René Descartes donde quiera que se encuentre.

 

Fernando

 

“Quien poco piensa, se equivoca mucho.” – Leonardo da Vinci

 

Photo by Gabriel Porras on Unsplash

Inflada, infame, INFLACIÓN (para reir y pensar)

Les comparto una sencilla idea. Más que una idea, supongo que es una deducción, una extensión en tono jocoso de un concepto originalmente económico (porque se vale reir al pensar, ¿no?) Y ese concepto es… la temida inflación. Cuando escuchamos ese término, inmediatamente pensamos en la subida de los precios, en otras palabras, en el enfoque financiero. Y bueno, si de inflación económica hablamos, hay inflación, estanflación, deflación, inflación gradual o caminante (como zombie, lenta pero segura), inflación galopante (¡arre!), hiperinflación (la obesidad mórbida del billete) y otros sabores para todos los gustos, sustos y disgustos. Por cierto, que cantidad de palabras terminadas en “-ción” tienen estas líneas. Da para escribir una… canción.

Pero bueno, continuemos con la argumentación: a mi parecer estos tiempos que corren nos bombardean con otros tipos de inflación que no saben a billete y sin embargo vivimos tan saturados de información (esto parece ya una ¡maldición!) que simplemente no estamos conscientes de ellas. ¿Qué tal la inflación de certificaciones técnicas y similares? En el caso de los profesionales, esto se manifiesta desde oficinas saturadas de diplomas (fíjese en las paredes del consultorio de un médico de renombre: hasta el diploma del  kinder tiene ahí guindando); muros de LinkedIn más largos que una telenovela mexicana y firmas de correo con más certificaciones que títulos de nobleza tenía Luis XVI. Al final uno o sabe si decirle Toño o “Dr. MBA PhD MSc” al caballero en cuestión (“dígame, Licenciado”). ¿O qué hay de la inflación de los nombres de los roles y puestos de trabajos? Es así como ahora tenemos todos el honor de, al llamar al call center, ser atendidos por un Ejecutivo miembro del Board etc. etc. etc. Lo de CEO está también ya desgastado… habrá que inventarnos algo que suene más inflado.  ¿Y qué hay de la infla(ma)ción del tamaño físico de los modelos de automóviles? Parecen tener una tendencia natural a crecer conforme cambian de año, con compactos que pasan a sub-compacto, a medianos y terminan como camionetas monstruo… aunque en el fondo sean el mismo carro. Podría jurar que la cada vez más cara gasolina le transmite el virus inflacionario al carro: esteroides hidrocarburados. Este último ejemplo nos lleva a la inflación de nuestras propias personas, con esta modernísima moda de engordarnos en un mundo donde por primera vez en la historia más personas mueren por obesidad y sus dolencias relacionadas que por hambre… sabrosa degeneración será. Noción casi tan sabrosa como la inflación del tamaño de las porción, de las tazas de café, de los platos y de los postres: mmm, pura y gastronómica pasión.

Mi conclusión (ta, ta…) es que nos estamos ahogando en inflaciones; saturados de etiquetas, artefactos y lípidos que no agregan genuino valor a nuestra sencilla y hermosa humanidad.  Vivimos inflados de títulos, inflados de carros, inflados de papas fritas, inflados de perfumes, de teléfonos y de “likes”,  porque en el fondo, lo que sucede es que de ego inflados también estamos.  Pura y vacía ilusión. Urge ponernos a dieta. A una dieta muy especial. Vaya vaya, a menuda deducción estamos arribando. Por lo pronto, yo me voy al gimnasio – a inflar estos bíceps se ha dicho. Terminamos así con deliberación, contradicción y emoción. ¿Cuál es la lección? ¡DI NO A LA INFLACIÓN! Y atención porque…  se acabó esta narración.

FIN

 

Material complementario:

¿Sabía que el porcentaje ideal de inflación en la economía NO es cero? En la economía norteamericana está calculado como del 2%. Más información aquí.

 

Photo by Rohit Rao on Unsplash

Brutos, ciegos, sordomudos: cegados por la ideología

“Ser capaz de entretener un pensamiento sin aceptarlo es la marca de una mente educada.” – Aristóteles

Tómese Ud. la molestia de revisar los comentarios en redes sociales sobre cualquier noticia polémica, dígase política, religiosa, social o inclusive económica. Fíjese cuántos de esos comentarios comienzan con calificativos como “Capitalistas”, “Progresistas” (o “Progres”), “Empleados públicos”, “Comunistas”, “Socialistas”, “Troskos”, “Izquierdas”,  “Ateos”, “Derechas”, “Sindicalistas”, “Judíos”, “Cristianos”, “Latinos”, “Liberales”, “Conservadores”, “Demócratas”, “Republicanos”, “Tecnócrata”, “Burócrata”  y un largo etcétera, por no mencionar expresiones francamente peyorativas, trolls, “fake news”, insultos y atrocidades.  Estos comentarios que inundan las redes sociales son el reflejo pleno de nuestra incapacidad como individuos para seguir el doble consejo de Bertrand Russell en su mensaje a las futuras generaciones (disfrútenlo abajo): atenerse a los hechos y practicar la tolerancia. Conversemos brevemente sobre el tema.

Primeramente, el insigne filósofo, matemático, ensayista, crítico social, escritor, lógico y premio Nobel de Literatura inglés (porque Russell fue todo eso y más) nos indica que hay que aferrarse a los hechos y estrictamente a los hechos. En otras palabras, este gran sabio reivindica la importancia de la objetividad absoluta a la hora de analizar un asunto. Esto implica de nosotros un doble esfuerzo. Para comenzar, hay que acallar el “animal” que habita en nosotros, esa voz que nos impele a huir o atacar: si de analizar un tema se trata, y muy especialmente si es por escrito, las emociones tienden a ser muy malas consejeras. De remate, aunado al esfuerzo contra-natura de cortar con el impulsivo instinto hay que hacer un segundo esfuerzo para ponernos en, usando términos de Julia Galef en una magnífica charla TED, un modo mental (“mindset”) de “explorador” . A lo que voy es que es materialmente imposible buscar la VERDAD si de antemano hemos descartado cualquier perspectiva que no sea la propia. Y es aqui donde el “filtro ideológico” nos ciega. Por ejemplo, un comunista podría caer en el error de descartar cualquier propuesta fiscal que implique impuestos para la clase trabajadora, sin sentarse a analizar las consecuencias de esa decisión. Un liberal podría descalificar ad-portas cualquier sugerencia de establecer un sistema de seguro social o un fondo solidario de pensiones. Un religioso conservador podría atacar cualquier sugerencia para conceder derechos a grupos LGBTI sin reparar siquiera en analizar de qué se trata la iniciativa en cuestión. Y esos mismos personajes pueden caer fácilmente en la tentación de apoyar cualquier idea en tanto resuene con las propias: mentalidad de manada, refuerzo al ego, resistencia al cambio, sesgos mentales… Estos y otros ejemplos tienen algo en común: no se está escuchando a la contraparte a menos que nos agrade su opinión. O como dice una famosa frase sobre la comunicación, escuchamos no para comprender, sino para replicar, para rebatir, para negar. Eso no conduce a explorar, a aprender, a entender. Eso es… diálogo de sordos. Súmese a esto la emotividad y pasamos al insulto, al ataque ad-hominem y a toda una suerte de lindezas. Lo cual nos trae al segundo consejo de Russell: tolerancia. Tenemos que aprender, de alguna manera, a vivir unos con otros. Irónicamente, muchos credos que pregonan doctrinas cercanas al amor son de los más intolerantes para cualquiera con una perspectiva distinta de la vida. Desconfiemos de cualquiera que alimente la polarización y los enfoques “binarios”: nosotros los “buenos” vs ellos, los otros, los diferentes, los ajenos, los raros, los “malos”…

Hay muchas otras lecciones por extraer de este razonamiento “russelliano”. Si Usted lee algo y siente enojo, es señal de alerta. No se trata de atacar al mensajero o de juzgarlo a priori. Otra señal casi inequívoca de prejuicio y abandono del dialogo es el uso de etiquetas como introducción al comentario, y en general, la calificación del adversario en detrimento del tema (eg, ” este progresista”, “esta comunista”, “este demócrata”, etc.). Tratemos el ASUNTO en cuestión con objetividad, buscando entre todas las partes la VERDAD, que al final de cuentas es lo único que importa. En palabras de P. Barahona-Kruger, debe privar un “(…) principio de razón que impone una lógica cartesiana: lo bueno es bueno aunque lo haga mi enemigo y lo malo es malo así sea obra de mi amigo.” Con-versemos en busca de esa verdad. Y hagámoslo con respeto: que no nos ciegue la ideología, sea esta religiosa, económica, política o cualquier otra. Hechos y tolerancia. Verdades. Invariablemente.

Hasta siempre, Bertrand Russell…

 

Fernando

 

“Los hechos son cosas obstinadas; y cualesquiera que sean nuestros deseos, nuestras inclinaciones, o los dictados de nuestras pasiones, estos no pueden alterar el estado de los hechos y de la evidencia.” – John Adams

 

 

Material complementario:

Charla TED de Julia Galef: https://www.ted.com/talks/julia_galef_why_you_think_you_re_right_even_if_you_re_wrong

 

Photo by Kirill Balobanov on Unsplash

FOTO/PHOTO: El viejo portón / The old gate

Supongo que nos sucede a todos: situaciones, momentos, imágenes que simplemente se nos abalanzan, nos embisten como un tren que  enceguece y congela en un trance casi místico. Provocaciones, anzuelos, señales. Son esos escenarios que nos traen al verdadero presente – algo que tanto necesitamos en este mundo que come tantas ansiedades – para luego ponernos a soñar. Nos atrapan, nos traen al ahora y nos recuerdan aquello de “Primum vivere, deinde philosophari” (primero vivir, después filosofar). Instantes eternos. Me sucedió hace unos días al contemplar… un viejo y ruinoso portón: el que Usted mira en la foto. Debo admitir que la imagen no es buena. No le hace ni cercanamente justicia a ese mágico rincón. La parte técnica de la fotografía no es lo mío (quizás algún amable lector quiera darme unos consejos). Pero sí tengo la capacidad de presentir la presencia de una imágen digna de ser robada del inexorable paso del tiempo: esa importancia que resalta en lo ordinario y lo ordinario que se esconde en lo importante.

Hoy solamente quería invitarlo a mirar esta imagen. A mi me provoca nostalgia.  Tal vez algo más que eso… me causa “saudade”, como dirían mis amigos de Brasil. Porque… presiento tantas historias escritas en torno a este viejo portón. Tantos encuentros. Tantas despedidas. Tantas esperanzas. Tantas tristezas. Casi puedo ver a una niña trepado en el portón. Es pequeña para su edad. Tiene ojos azules y se esfuerza para tratar de ver a su madre que la saluda desde lejos en el camino… ella se estira desde el porton, sonríe y dice “adiós” con la mano. Su madre camina hacia la jornada con el paso renovado de quien tiene una causa para luchar. Veo a una pareja coqueteando al atardecer, recostados sobre la viejas columna. Ella esboza un gesto entre tímida y cómplice. Él simplemente la mira embobado. Atisbo luego a un hombre sudoroso, sucio tras el duro trabajo, cerrándolo al final de la jornada. Tiene el gesto de una urgente esperanza escondido entre los arrugas que surcan su curtido rostro cual espejo del campo arado. Su familia necesita una buena cosecha: son muchas bocas que alimentar.

La imagen es a la vez una puerta a muchos pasados, a un gastado presente y a un incierto futuro. Hay una extraordinaria belleza en ella. La una vez rojiza pintura se cae de las desgastadas columnas; el  metal se vence ante el tiempo, llorando lágrimas de herrumbre. El incierto camino esconde un destino más allá de lo que aquí sembramos y de lo pretendemos cosechar. O quizás, como diría R. Frost, sea un camino no elegido, quizás…

Y a Usted, ¿qué le evoca el viejo portón? Démonos el necesario, merecido y fundamental gusto de dejarnos asombrar. Soñemos. Vivamos el momento: que no se nos escapen los instantes. De ellos se compone la vida: la mía, la suya, y ante todo, la que construimos juntos.

Un abrazo,

Fernando

Mi primera entrevista en la RADIO

Esto es lo que me gusta de la radio: el no saber qué va a ocurrir.” – Luis del Olmo

Pues les cuento que el viernes 31 de Agosto estuve por primera vez en la radio. Permítanme contarles a continuación, brevemente, esta maravillosa experiencia…

Primero que todo, debo decir que no tengo formación profesional como periodista: lo mío es empírico y si tengo algún comando al menos “potable” de la palabra se lo atribuyo a lo mucho que disfruto de la lectura. Dicho eso, el punto sigue siendo válido: no soy ni por asomo un locutor profesional. De tal manera que a mi llegada a la estación radial adonde fui invitado estaba algo ansioso: los seres humanos somos muy malos administradores de la incertidumbre. Sin embargo, la cordialísima bienvenida del anfitrión, nada menos que el señor José Luis Altolaguirre. y el co-anfitrión, Daniel Suchar, fue determinante: se me trató como a “uno de la casa” y eso generó confianza.

Y bueno, que les cuento… se sienta uno y mira a los otros panelistas, cada uno con un micrófono de gran tamaño sostenido por una base ajustable: el micrófono me “miraba”, me “escuchaba”, me “invitaba” a un franco diálogo como si tuviera el oído de multitudes al frente. Al lado, tras un cristal, el profesional de audio controlando la consola. Y entonces, 3,2,1… ¡al aire! Lo curioso es que… nada cambió (era la misma habitación, la misma gente) pero todo se hace diferente durante ese lapso. La conversación se vuelve entonces un acto mágico, que combina el debate, el juego, el humor, el análisis… todo eso sumado a un imponderable, a “algo más:” la invisible presencia de los oyentes. Se los digo con franqueza: se siente “algo” – aquel que dijo que la radio es un medio de comunicación de una vía no tiene nada de poeta. Fue casi metafísico. Aunado a esa parte “espiritual” del intercambio, el uso de redes sociales permite el contacto directo con la audiencia, pero a mí (ingenuo soñador) me gusta concentrarme solamente en la etérea sensación de “estar al aire”.

La conversación se dió entonces con mucha naturalidad. La calidad de los interlocutores (me refiero a mis compañeros) permitió un intercambio analítico, sosegado y a la vez divertido sobre la economía nacional y el transfondo que tiene el sistema educativo sobre esta – para bien y sobre todo para mal.

Podría escribir aquí de lo que conversamos… pero creo que estaría desvirtuando una amena conversación. Es mejor escucharla, pueden hacerlo aquí. Fuí de hecho invitado a una segunda entrevista realizada el 5 de Septiembre (aún no tengo el link disponible, apenas lo consiga lo compartiré).

Quisiera cerrar diciendo que deseo repetir esta experiencia: la radio es una conversación íntima… entre miles de personas.

 

Fernando

Photo by israel palacio on Unsplash

LIBRO/BOOK: La inteligencia emocional / Emotional Intelligence by/por Daniel GOLEMAN

Versión en Español / ENGLISH version below

Intro

Si el manejo de las emociones es un tipo de inteligencia, la lectura de este libro (añeja deuda personal) me ha llevado a la dramática conclusión de que somos – casi todos – muy pero muy torpes. Me refiero a que somos emocionalmente ineptos, burdos, incultos, maleducados e ignorantes. Por favor no se moleste, no quiero ofender a nadie: supongo que esta no es la introducción más diplomática, pero si la más sincera… y una prueba en sí misma para nuestra inmadurez emocional. Le insto entonces precisamente a controlar la emotividad: soportemos juntos algo de sana (auto)crítica y conversemos sobre el libro y sobre los sentimientos humanas – menudo tema, quizás el tema de nuestro tiempo.

Maleducados emocionales

Para no sentirnos tan mal, primeramente debo decir que una de las conclusiones que me deja la lectura del libro es que nuestra torpeza emocional no es del todo nuestra culpa. En gran medida somos más bien el resultado de una sociedad, de un sistema educativo en particular que – salvo valiosísimas excepciones – no tiene la menor idea de lo que está haciendo (casi puedo oír a Pink Floyd cantando “The Wall” mientras escribo esto…). A lo que voy es que nuestra sociedad occidental moderna y el sistema educativo correspondiente está diseñado (y funciona) para apoyar una sociedad industrial ya menguante (la de la máquina de vapor, la fábrica y “el acero”). No lo digo yo, lo dice Sir Ken Robinson, por mencionar un primer nombre, y Goleman lo reitera en su obra. Las escuelas y otros centros educativos no enseñan nada sobre el manejo de las emociones. Los profesores no saben del tema, y los padres ahí también (mal)educados tampoco. Así las cosas, aprendemos empíricamente siguiendo los ejemplos en nuestro entorno, incluyendo hogares conflictivos y familias disfuncionales (aspecto fundamental pues nuestra visión más íntima del mundo se creo durante la primera infancia), políticos cascarrabias, “famosos” de cuestionable reputación, etc. Aprendemos sin método ni pedagogo… no nos extrañemos de los resultados, incluyendo bullying, depresión, agresividad, ansiedad, etc. Pienso referirme en un artículo/post por separado sobre este tema: me apasiona la vertiente educativa y simplemente no es de mi recibo que no estemos haciendo más para mejorar nuestras aptitudes emocionales.

“Nuestras emociones están ahí para ser sentidas, pero no para dominar nuestra vida, ni cegar nuestra visión, ni robar nuestro futuro, ni apagar nuestra energía, porque, al momento de hacerlo, se volverán tóxicas.” – BERNARDO STAMATEAS

InteligenciaS emocionaleS

Pero bueno, sigamos. Un elemento que me llamó profundamente la atención es que la inteligencia emocional no es solo “una”. Se divide más bien de una serie de subcomponentes, los más básicos son los Personales y los Interpersonales. Los así llamados Personales se componen a su vez de aspectos tales como la consciencia de sí mismo (el reconocimiento de los propios estados de ánimo, sentimientos y pensamientos), la auto-motivación (la capacidad para “empujarse” a sí mismo a pesar de los problemas y vueltas de la vida) y la auto-regulación & control de las emociones. Las habilidades interpersonales incluyen aspectos como la Empatía (ponerse en los zapatos del otro, la capacidad para “sentir” lo que siente el prójimo) y las habilidades sociales (negociación, persuación, habilidad para congeniar). Fue esclareceder para mí el comprender que la “Inteligencia Emocional” es solo un título para un paquete completo de herramientas.

La importancia del EQ vs IQ

Y hablando de herramientas, valga mencionar que a criterio de Goleman, la inteligencia emocional tiene un mayor peso en el éxito que el coeficiente intelectual. Estoy de acuerdo – numerosos estudios han demostrado que los principales “drivers” de nuestra felicidad dependen de nuestra habilidad para controlarnos a nosotros mismos y de relacionarnos con los demás (véase esta excelente charla TED). Para usar una de mis amadas metáforas, diríamos que si el IQ y sus subcomponentes (analítico, numérico, verbal, etc.) son el martillo, destornillador, serrucho etc. en la caja de herramientas de nuestra vida, la inteligencia emocional (EQ) es el músculo, el brazo y la fuerza detrás de la aplicación de esas herramientas.

Tren expreso emocional

Otra lección del libro que caló en mi es el hecho de que nuestro cerebro está configurado – casi podríamos decir que está “cableado” – de forma tal que las emociones tienen “tiquete VIP” para operar en nuestras mentes. Son algo así como las “alertas del sistema operativo” (“Pantallazo azul” diríamos en argot informático) de su computadora, las cuales tienen primacía sobre cualquier otro software funcionando en la máquina y sobre cualquier cosa que esté haciendo Usted.  Daniel Goleman nos explica como durante la formación del feto, los primeros elementos cerebrales en desarrollarse son el tallo cerebral, luego la amígdala, el área límbica y solo hasta el final la corteza. Este es también el mismo orden de prioridades: las emociones tienen “circuitos” privados que les permiten llegar primero y “raptarnos”.

“La enseñanza de Sócrates «conócete a ti mismo» darse cuenta de los propios sentimientos en el mismo momento en que éstos tienen lugar– constituye la piedra angular de la inteligencia emocional.”  – Daniel Goleman

Conclusión

Finalmente, Goleman hace hincapié en que “temperamento no es destino”: no estamos condenados a cada “salto” de nuestra amígdala (huye o pelea) y a la programación recibida en nuestra infancia. Si bien lo idóneo es formarse adecuadamente (caso contrario, siempre quedarán cicatrices y reacciones impulsivas), es posible enseñarnos a controlar las reacciones a las emociones y dominar nuestro carácter. El libro menciona una serie de técnicas y herramientas educativas, y la sola lectura del mismo erige una primera barrera de defensa racional contra las hordas bárbaras del asalto emocional (el equivalente a los ogros del Señor de los Anillos marchando hacia la fortaleza…).

En dos platos: este es un libro fundamental – un libro de cabecera. Tendrá ciertamente detractores, pero es una de esas obras que deberíamos leer todos. Digo mal: TODOS.

 

Fernando


ENGLISH VERSION

Intro

If emotional management is a type of intelligence, reading this book (finally!) drags me to the sad conclusion that we are (most of us) really, really clumsy. What I mean is that we are emotionally immature, foolish, naive, uncultured and ignorant. Don´t get me wrong – I don´t want to offend anyone. This may not be the most diplomatic post introduction, but it is sincere… and a test by itself to our emotional quotient. Let´s raise the bar and take some healthy critics – let´s talk about this book and about human feelings… what a challenging topic indeed!

Emotionally illiterate

After the pinch, a palm on our back: I must say that one of the conclusions from the book is that our emotional clumsiness is not entirely our fault at all. For the most part, we are the result of a society, more precisely, of an educational system in particular that has no idea as of what it is doing (I can even hear in my head Pink Floyd´s “The Wall” when writing this…). And it is not just me saying the aforementioned, just listen (TED talks, eg) and read (“You, Your Child and School” is his latest book) Sir Ken Robinson, for starters. Goleman states it as well: the educational system currently has no space for emotional education. Our modern occidental society and the educational system behind it was designed and works to support a currently declining, diminishing, re-fluent Industrial Revolution (steam and railroads if you will). Professors don´t know how to teach and deal with sentiments & emotion nor do the parents, who are the fruit of the same educational system. Hence, we learn 100% empirically, un-guided and with no mentors, directly from the “world” and daily experience, including dysfunctional families (needless to state that our deepest unconscious models of the world and its interpretation are the result of our first 2 years in “these lands”), politicians with a lost sense of diplomacy & modals and other “celebrities” with not-so-tidy reputations. We learn without a method nor a coach… so let´s not be surprised about the less-than-happy results: bullying, anxiety, violence and so many other mental and behavioral disorders. I intend to write a separate post regarding emotional intelligence and education: the latest is a passion and I cannot accept our current approach on this crucial topic.

“I don’t want to be at the mercy of my emotions. I want to use them, to enjoy them, and to dominate them.” – Oscar Wilde

Emotional IntelligenceS

Anyway, moving on, something curious for me was the fact that there not a single emotional intelligence. It is more like a series of components, a package. The main categories are Personal and Interpersonal components. The Personal ones include “Self-Conscience” (the capacity to recognize self´s emotions, temperament, feelings and thoughts), self-motivation (the capacity to “push” the self to act and keep going in spite of life´s pushback), and self control of the emotions. The Interpersonal ones include Empathy (put yourself in the other person´s shoes – the ability to “feel” what the other is feeling), and social skills (persuasion, negotiation, congeniality). It was truly enlightening to understand that Emotional Intelligence is more like a “Title” or “Catch All” phrase than a single-concept. It´s the headline denoting a toolbox full of useful stuff..

EQ vs IQ

Speaking of tools, let me mention that, according to Goleman, Emotional Intelligence (EQ) is more important than IQ (regarding our success and happiness as individuals). I concur: many studies have demonstrated that the main drivers of our happiness depend on our ability to control ourselves and maintain healthy relationships (check out this great TED talk). Using one of my beloved metaphors: if the IQ and its components (numerical, analytical, verbal skills) are the hammer, screwdriver, saw etc., then the EQ and its parts are the muscle, the arm, the strength that allow us to use those tools.

Non-stop express train of emotions

Another key takeaway is that our brain is configured – we can even say “cabled” – in such a way that emotions have “24×7 VIP tickets” to our minds. Emotions are like the “Operative System (OS) alerts” of your computer (“blue screens” as we say in IT jargon). They have the priority above any other software running in the machine… and above whatever task you are doing and devoting your attention. Goleman explains how the stages of the brain development in the womb start with the brainstem, the amygdala, the limbic brain and at the very end, the neocortex (where the actual rational “self” resides). This is also the order of priorities of the mind (derived from the hardware) – emotions have private faster networks that allow them to reach first other brain areas and at the end “hijack” us.

“The world is a tragedy to those who feel and a comedy to those who think” – H. Walpole

In conclusion

Finally, Goleman states that “temperament is not destiny”: we are not doomed by every leap of the amygdala (run or fight) and by the lowsy emotional training received during our infancy. Certainly, the ideal thing is to have a “clean, fresh start” from our youngest years (ego scars and emotional triggers are almost impossible to erase) we can teach ourselves to control our reactions to emotions and to tame our character. The book mentions a series of techniques and educational frameworks, and the sole act of reading it creates a “first line of defense” against the barbaric hoards of emotional assaultants (I can picture ogres marching as in “Lord of the Rings”…).

In a nutshell: this is a paramount, pivotal book – one to keep close to your heart (pun intended). There are certainly critics – not perfect – but it is one of those literary works that everyone should read. No, let me be clear: EVERYONE should read.

 

Fernando

 

Bonus material:

  • About Sir Ken Robinson: click here and here
  • Inteligencia emocional, el libro: click aquí
  • Emotional Intelligence, the book: click here

 

Photo by Vincent van Zalinge on Unsplash

ARTE/ART: Inconsciencia, beso y belleza / Unconsciousness, kiss and beauty – Gustav KLIMT

Creo que tenía unos 8 ó 10 años cuando ví “El Beso” por primera vez. Fue en la pared de la sala de don Rodrigo (q.e.p.d.), hombre de amplia cultura, vecino, fiel amigo de mis padres, papá del mejor amigo de mi hermano y poseedor de una personalidad inconfundible. De hecho era una de muchas obras de distintos tamaños colgando en una pared sensualmente iluminada por una lámpara de mimbre. Y aunque yo era apenas un niño (no quiero decir “solamente”, me parece incorrecto despreciar la niñez como si fuera un estado incompleto del ser), recuerdo que me impactó profundamente.

Al contemplarla, evocó algo especial en mí… quizás la aurora del deseo, quizás el simple ensimismamiento en la belleza de los trazos y la soleada paleta de colores, quizás el poder advertir con los ojos bien abiertos la sutil materia de los sueños… quizás todo eso junto… no lo sé. Lo que sé es que el recuerdo perdura aún en mi mente y que la obra del maestro austríaco del simbolismo Gustav Klimt (1862-1918), autor de “El Beso”, me proporciona un placer inmenso, especialmente cuando el artista se aferra a una paleta dorada.  No voy a jugar al crítico de arte, hoy solamente quería compartir con ustedes esa pequeña historia: la de un niño soñoliento levantado tarde un sábado por la noche. Sus padres lo habían llevado arrastrado a la casa del vecino, con quien conversaban efusivamente en la sala aburridas cosas de adultos. Y en medio del tedio y el sueño, levantar la mirada hacia la lámparilla de mimbre y contemplar aquella pared llena de cuadros de todos los tamaños, obras con diferentes enmarcados, autores y tendencias, y descubrir entre los cetrinos rayos de la lámparilla una visión que me abrió al Arte. Un cuadro, una epifanía en dorados, un beso que aún se esconde entre mis amaneceres y un gesto de mujer que aún me enciende.

Gracias por siempre, don Rodrigo: ni en Versalles he visto una sala como la suya; una sala que en un cuadro me hizo soñar con el arte… de besar a una mujer.

Fernando


I think I was 8 or 10 years old when I saw “The Kiss” for the first time. It was the living room of the late Don Rodrigo, a neighbor to us, cult man, father of my brother´s best friend and truly an unique character. As a matter of fact it was just one of many pictures hanging in a wall, all of them sensually illuminated by a curious wicker lamp. And in spite of my age (I don´t want to say “in spite of being just a child”, I don´t think it´s correct to characterize a kid as an incomplete adult), I remember how deeply it resonated with my being.

Mesmerized, it evoked something profound… perhaps the dawn of desire, perhaps the simple hijacking of my senses by the astonishing palette and technique, perhaps being capable of seizing the stuff of dreams with my eyes fully open… maybe all of those… I don´t know. What I do know is that the memory still haunts me and that the paintings of the Austrian master of symbolism Gustav Klimt (1862-1918), author of “The Kiss”, provide me an immense pleasure; especially when the artist sticks to a golden palette. I am not going to play the art critic card, I just wanted to share a little story: the story of a sleepy kid, late awake on a Saturday night. His parents have forced him to the neighbor´s house, with whom they enthusiastically conversed about boring adult stuff. And, in the midst of the boredom and the snooze, to raise the eyes toward a strange wicker lamp and stare at that wall, totally covered with paintings of all sizes, framing types and pícture styles, and then discovering between the soothing rays a vision that opened my heart to Art. A painting, an epiphany in gold, a kiss that still chases me in every dawn and a woman´s gesture that stalks me to this day.

My gratitude until eternity, Don Rodrigo: not even in Versailles I have seen a living room like yours… a room that made me dream with the art… of kissing a woman.

Fernando

 

Nota/Note: photo license/credit – Wikimedia Commons.

 

Material adicional:

  • Acerca de Klimt: click aquí
  • Galería de su obra: click aquí