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El Shock del Presente / Present Shock

VERSION EN ESPAÑOL (ENGLISH VERSION BELOW)

990707-N-6483G-001 ABOARD USS CONSTELLATION (July 7, 1999)– Lieutenant Ron Candiloro, assigned to Fighter Squadron One Five One (VF-151), breaks the sound barrier in an F/A-18 “Hornet”. VF-151 is currently deployed with the USS Constellation (CV 64) battlegroup. U.S. Navy photo by Ensign John Gay. (RELEASED)


¿Ha escuchado Usted el término “ICE-ed”? Pues significa “Internal Combustion Engine”-ed, un juego de palabras en inglés que podríamos traducir por “Congelado por el Motor de Combusión Interna”. Se refiere a un grotesco comportamiento, donde los dueños de grandes camionetas y pickups estacionan deliberadamente en los espacios de recarga para vehículos eléctricos. Se trata de bloquear el acceso al punto de carga a los dueños de autos Tesla y similares. Pues sí, créalo o no, en los Estados Unidos, este asunto se está convirtiendo en un serio problema. Si lo pensamos un momento, este comportamiento no tiene sentido alguno. Es más bien un acto de odio puro que no aporta nada más que envilecimiento al que lo hace. Sin embargo, es muy ilustrativo de nuestra época actual. Veamos.

Postulo que el “ICE-ed” es una encarnación, diríamos el símbolo de la agitación social que estas primeras décadas del siglo 21 representan para la Humanidad. Para efectos de simplificar el argumento, diremos que lo que estamos observando es el choque de dos entidades que, más que colectivos sociales, son representantes de épocas & sus posturas existenciales. Tenemos por un lado a un grupo que, en mayor o menor grado, está abrazando el cambio cada vez más acelerado propulsado por la ciencia y sus derivados: la tecnología, la globalización y las comunicaciones mundiales. Los dueños de autos eléctricos son la encarnación de este clan. Ahora bien, este colectivo no es ni mucho menos algo estable u homogéneo y hay grados en el nivel de aceptación tecnológica, por no mencionar una progresión en la tolerancia de diferentes fenómenos sociales por parte de sus miembros – “modernidad líquida”, nos advierte Z. Bauman. Me refiero a las complejas relaciones con grupos minoritarios (eg, LGBTI, otros credos); el sentir para con las migraciones y otros fenómenos sociales. Sin embargo, en general podemos caracterizar a este primer colectivo como aquellos que aceptan el cambio y son capaces, en mayor o menor medida, de navegar las nuevas demandas sociales, incluyendo la evolución del mercado laboral y la creciente mezcla cultural. A riesgo de contradecirme con anteriores artículos y de saltarme un par de advertencias de Hans Rosling (no deje de leer “Factfulness”, su obra póstuma), podríamos etiquetar este “macro-clan” con los títulos de adaptables, progresistas, tolerantes. Son los “Anywhere” que brillantemente caracterizó David Goodhart, a la altura de las demandas de los tiempos. Y por tanto, los que abrazan – con mayor o menor beneplácito – nada menos y nada más que el FUTURO.

Por otro lado, tenemos al segundo colectivo. Los conductores de camionetas que practican el “ICE-ed” son la postal perfecta de este clan. Defienden posturas, ideas y hasta tecnologías del ayer. Algunos síntomas asociados a esa postura son los nacionalismos, fascimos, machismos, xenofobias, patriarcados… Un perfecto ejemplo es el mencionado odio hacia los autos elécticos y los ataques “ICE-ed” (¿que tal si bautizamos esa irracional antipatía como “amperofobia”?). Ahora bien y consecuentemente con lo anteriormente expresado, este grupo no es tampoco una entidad estable u homogénea, y sus integrantes manejan con varidos grados diferentes síntomas, pero en general son aquellos que se orientan más hacia el PASADO. Son los “Somewhere” de Goodhart. Un buen ejemplo, tal y como lo identificó Yuval Noah Harari, es el slogan de “Make America Great Again”, el cual podríamos “traducir” en “Make America 60s Again”. Sí, “take it back to the good ol´ times”, cuando los empleos eran estables y para toda la vida, la sociedad era predominantemente “blanca” y era fácil identificar a los “buenos” y los “malos”.

Estas dos posturas existenciales – una que apunta fundamentalmente al mañana y otra al pasado – entran casi naturalmente en conflicto. Los políticos y medios lo saben y lo explotan. Lamentablemente, los objetivos de esos supuestos “líderes” no son alcanzar acuerdos y soluciones sino más bien ganar votos, fondos, adeptos y ratings; por lo que exacerban las diferencias y animan al choque frontal e irreconciliable en torno a temas cruciales, como la mencionada inmigración, el cambio climático, economía, etc. sin importar plazos o consecuencias.

Y bueno… el escenario arriba descrito no es lo que se diría optimista. Sin embargo, me atrevo a retar esa percepción. Esto porque los HECHOS expuestos por Steven Pinker (leer “En defensa de la Ilustración”) y del mencionado Rosling (“Factfulness”) comprueban sin lugar a dudas el continuo progreso de la Humanidad en cualquier parámetro que a Usted pueda ocurrírsele (cantidad de guerras, personas en extrema pobreza, hambrunas, enfermedades, muertes en catástrofes, etc.). Entonces, ¿cómo entender este enigma, en donde el mejor de los tiempos -el presente – parece ser a la vez el más conflictivo? Postulo tres razones para ello. Primeramente, el ruido de los medios: tal y como lo han dicho tantos otros autores, los medios viven del rating, y la atención del público se consigue con lo excepcional, con la tragedia, con los temores y el amarillismo. Ningún noticiero publicará que no hubo hoy un terremoto en San José o cero catástrofes aéreas en todo el mundo este mes. Aunado a esto, las modernas telecomunicaciones sirven como caja de resonancia para cada evento reportado a nivel mundial. En segundo término, el inexorable ascenso de Oriente como el nuevo gran eje del poder mundial. Créame, es cuestión de simple demografía, porque 4 de los 7 billones de personas que viven hoy moran en Asia. Y para el año 2040, 5 de los 9 billones habitarán ese continente. India y sobre todo China serán el “centro de masa” del mundo desde cualquier perspectiva que a Usted se le ocurra. Estados Unidos y Occidente no dejarán fácilmente el “trono” del poder mundial, y las escaramuzas y roces son ahora la nueva constante: nadie quiere “perder el balón” así no más. Estos son tiempos de cambio.

Y finalmente, se me ha ocurrido una idea que supongo es el aporte fundamental de este pequeño ensayo. Vislumbro la posibilidad de que estemos llegando a un punto de inflexión en la historia, pero no en el sentido del “Fin” a lo Fukuyama, sino más bien de alcanzar una “velocidad de escape”. Recurro a continuación a una analogía para explicarme: durante la II Guerra Mundial, cuando los cazas alcanzaban velocidades cercanas a la velocidad del sonido (0.7 Mach o más), se volvían ingobernables: los mandos de vuelo no respondían, había grandes vibraciones y parecía que el avión iba a saltar en pedazos en pleno vuelo, era como si la nave se estuviera estrellando contra un muro invisible. La única manera de ganar de nuevo el control era bajando la velocidad. Postulo que es esto lo que nos está ocurriendo: el ritmo del progreso ha aumentado tanto que nos estamos aproximando a una velocidad límite, a una “Barrera del Hombre” equivalente a la “Barrera del Sonido”. Las vibraciones y el descontrol al acercarse a esta barrera son tales que se encienden los miedos y alarmas en el mundo entero: se hace tentador aminorar o detener la marcha, o mejor aún, regresar a un pasado que entendíamos y “controlabamos”: no vaya a ser que nos explote el planeta en pedazos si seguimos como ahora. Más el reloj avanza en una sola dirección y, a mi parecer, debemos diseñar un nueva nueva “aeronave” capaz de cruzar y dejar atrás las ondas de choque del presente. Una nueva sociedad capaz de atravesar esa “Barrera del Hombre” y llevarnos a un futuro (¿casi?) ininmaginable. Debemos soñar como Humanidad con un nuevo orden mundial, en donde entidades como Naciones Unidas, el Banco Mundial y otros derivados de la II Guerra Mundial, de Bretton Woods y de la mente de Mr. Roosevelt tengan una “re-ingeniería” total; algo así como un modelo 2.0 para la gobernanza global. Además, debemos re-pensar el modelo de contrato social vigente para adecuarlo a un mundo en donde las máquinas y la inteligencia artificial (AI) apuntan a cambiar la naturaleza misma del trabajo o quizás a eliminarlo del todo, con las implicaciones económicas y sociales que esto conlleva (¿impuestos a las máquinas, como sugirió Bill Gates? ¿Ingreso Básico Universal – UBI – como propugna E. Musk y tantos otros?). Debemos también de salvar al planeta del cambio climático. Estos puntos solo para comenzar, por no mencionar una visión a largo plazo en donde la Humanidad se convertirá en una raza multiplanetaria, con colonias permanentes en Marte, la Luna y más allá; un futuro en donde se avizora un control total de la genética y tal vez de nuestra expectativa de vida.

Me dirá Usted que estoy divagando, soñando con los ojos abierto: yo respondo con Lennon que “You may say I´m a dreamer, but I´m not the only one“. Lo innegable es que los modelos del pasado no están a la altura de los retos del presente, por no mencionar los tiempos que vivirán nuestros hijos. Por ellos, hagamos el doble esfuerzo de SOÑAR y PENSAR. Esforzarnos por encontrar respuestas a cuestiones tan difíciles como “hacia adonde apunta mi mente”, “hacia donde se dirige mi país”, “cómo puedo ayudar a hacer de este lugar un mundo mejor” y ante todo “qué mundo quiero heredarle a mis hijos”.

Éxitos en este año 2019… y, como diría Buzz Lightyear, ¡To Inifinity and Beyond!

Fernando

ENGLISH VERSION

Have you heard the term “ICE-ed”? Stands for “Internal Combustion Engine”-ed. It refers to a grotesque behavior where the owners of big SUVs and trucks deliberately park their vehicles occupying electric vehicles charging spots in order to block access to the charging service. Attacks have been particularly fierce on Tesla owners. Believe it or not, this is currently becoming an issue in the US. If we stop and think on it for a moment, it doesn’t makes any sense. It is an act of pure evil that will accomplish nothing. Still, it is a nice depiction of our era. Let´s see why.

I state the the “ICE-ed” phenomenon is the incarnation, the symbol of the social convulsion that the first decades of the XXI century are representing to mankind. For the sake of simplicity and argumentation, we can envision modern society as the noisy clash between two entities. Two entities that, more than just social colectives, are representatives of eras & their associated existencial perspectives. On one end there are the ones embracing the speeding change which is throttled by science and its derivates: tech, globalization and telecommunications. E-car owners are the avatars of this group. Now this group is not a stable or homogeneous collection of individuals – there are infinite levels of tech acceptance, not to mention the progression of steps toward social phenomena like, for example, LGBTI minorities, races, religions and migrations. So let´s be careful, this is a “modern liquity” as per Z. Bauman. Nonethless, in general, this group can be characterized as those that embrace change and are capable of navigating the demands of the new society, including the labor market evolution and the increased cultural and ethnic blends. Thus risking falling in a contradiction with prior posts and with due respect to Hans Rosling (do not miss “Factfulness”, his last book), we can tag this global clan with the titles of adaptive, progressive, tolerant. These are the “Anywhere” brilliantly depicted by David Goodhart. These are the ones embracing – with more or less disclamers – nothing else but the FUTURE.

On the other side we got a second clan. Pickup owners doing the “ICE-ed” thing are the perfect “postal card”. They defend postures, ideas and even technologies from the past. Some symptoms associated to this existential/time perspective are nationalisms, fascisms, xenofobia, patriarchy. Again, the perfect example is the hate against e-cars and “ICE-ed” attacks (shall we baptize this irrational antipathy as “amperophobia”?). Now and in congruence with above´s statement, this clan is not a stable, homogeneous or standardized entity. People belonging to it express different symptoms and in different degrees. Still, in general these are the ones pointing more toward the PAST. As identified by Yuval Noah Harari, an excellent example is the “Make America Great Again” slogan, which can be translated to “Make America 60s Again”. Yep, “take it back to the good ol´ times”, when jobs where stable, manufacturing was done in America, society was white and “good guys” and “bad guys” were evident.

These two existential postures, one pointing toward tomorrow and one toward yesterday, naturally collide. Politicians and media know this and harvest the conflict. Sadly, their goals & objectives are not about reaching agreements and getting to solutions. They are hunting for votes, funds and ratings. Thus, they “throw gasoline to the fire”, pushing toward frontal collision on crucial topics such as immigration, climate change, economics, etc. with no real concern on consequences and deadlines.

Hmmm, the above depicted scenario is not a positive one. Yet, I dare to challenge that perception. Why? Because of FACTS – it´s a matter of evidence. Numbers, graphics and analysis by Steven Pinker (“Enlightment Now”) and the very Rosling (“Factfulness”) prove – to no doubt – that Humanity is progressing in any possible parameter you can think of (wars, povety, famine, sicknesses, etc.). An enigma immediately arises: how is it then possible that the best of times – the present – seems to be the most troubled one? I propose three reasons for it. First, the noise by the media. Media lives by rating, and the public´s attention is captured with the exceptions, the tragedies, the fears and sensationalism. No journal will publish a story stating “no plane catastrophes in this month” or “no wars currently at Canada”. Empowering this behavior, modern telecommunication provide a global resonance effect to any event around the globe. Secondly, we have the inexorable climb of Asia as world´s superpower. Believe me, it is a matter of simple demography. 4 out of the 7 billion currently alive human beings reside in Asia. And for the year 2040, it will be 5 out 9. India and especially China will be the centers of power of the world, regardless the perspective (with the possible exception of pure military/nuclear capacity). The occidental world, and particularly the United States, are not willing to easily let their dominant position fade. The noise and frictions we are seeing now is the new normal – these are times of change. The king is dead… long live the king!

And finally, I have come to an idea which I guess is the real value added from this little essay. I foresee the possibility that we are reaching an inflection point in History, but not in the sense of an “End” as per Fukuyama, its more about reaching an “escape velocity”. Let me use an analogy to explain myself: during WWII, when planes reached speeds close to the speed of sound (0.7 Mach or above), curious things happened. Flight instruments didn´t respond, powerful vibrations appeared and the entire aircraft looked like exploding, like hitting a wall. The sole way to gain control again was to lower the speed. I suggest that this is precisely what is currently happening: we are coming close to a speed limit, a “Humankind Barrier” similar to the “Sound Barrier”. The vibrations and the the lack of control are tempting: shall we slow down? Perhaps stop or even go back? We better, else the entire planet will blow in pieces… But the clock ticks on a single direction and, to my best understanding, we need to design a new “airplane” capable of crossing the barrier. A global society that can leave the shock waves of the past behind and carry Humankind into an (almost?) unimaginable future. We must dream as a race of a New World Order, were entities such as the United Nations, the World Bank and other derivatives of Bretton Woods, World War II and Mr. Roosevelt´s mind evolve to embrace a more diverse and inclusive world – a total re-engineering of the world´s governance. We must re-think the social contract and adapt it to a time when machines and AI will mutate the concept of work – with all the implications to this (taxes to machines, as per Bill Gates? UBI as per Elon Musk and other?) We must save the planet from human-caused climate change. These points just for starters, not to mention a long term vision were Humanity will become a multi-planetary race with permanent colonies in Mars, the Moon and beyond; a future where we have full control of genetics and the genome and perhaps of our lifespans.

You could say I am dreamer… but I am not the only one. And it is undeniable that the models of the past are not the best for the current days, not to mention the times of our offspring. Hence, let´s make a double effort to DREAM and THINK. Let´s strive to find answers to questions such as “where does my mind points to”, “where is my country heading”, “how can I make of this a better place and above all, “what kind of world do I want to inherit to my sons and daughters”.

Paraphrasing Buzz Lightyear, all the best to you in this year 2019… and beyond!

Fernando

Año Viejo VS Año Nuevo…

“Batalla contra tus vicios, mantente en paz con tus vecinos y permite que cada año nuevo te encuentre como un hombre mejor.” – Benjamin Franklin

La nostalgia que nos invade en estas épocas no es casualidad. Un aire de melancolía acecha, brisas frías de tiempos idos soplan en Diciembre. En nuestras mente cruzan imagenes de viejas reuniones y familiares & amigos que ya partieron, relaciones rotas, caminos cruzados. Evocamos tristezas y también momentos felices: calendarios añejos. Supongo que es lo natural, el ser humano vive eternamente en un precario equilibrio. Nuestras mentes juegan cual un niño en subibaja (balancín). Caminamos ausentes de enfoque cual – dicen los budistas –  “monos inquietos”, con la atención saltando perpetuamente de pensamiento en pensamiento. Somos seres bipolares que moran siempre entre el pasado y el futuro. Nos es casi imposible colocar la balanza en equilibrio y mantenernos en el centro, en el presente. Y el final de año es particularmente “pesado” en recuerdos: se nos carga el subibaja hacia el ayer.

Y…  ¿qué con ello? Bueno, sea precisamente esta breve reflexión mi regalo de Navidad y Fin de Año para Usted. En medio de los sentimientos encontrados que provoca esta época, comprendamos el por qué del lastre que sentimos en el corazón. Y con este entendimiento, démosle también peso específico al año que nos espera y sobre todo al momento actual que nos acompaña – sí, al presente. Busquemos el balance. Pongamos el “subibaja” en equilibrio, o al menos levantemos un poco el extremo que apunta hacia el mañana. Para decirlo en términos más coloquiales, que no nos abrume el síndrome de “El Buki” (cantante mexicano) y su pegajosa tonada “Navidad sin ti”.

Ánimo: el camino se abre siempre hacia el mañana, y si bien no somos dueños de las circunstancias, si lo somos de nuestro grado de ESFUERZO y ante todo de nuestra ACTITUD

Nos vemos en el 2019: ¡ÉXITOS!. Un abrazo.

Fernando

“Lo que eres es lo que has sido. Lo que serás es lo que haces a partir de ahora.” – Buda

Photo by Markus Winkler on Unsplash

Soundtracks de nuestras vidas…

“Sin música la vida sería un error”. Friedrich Nietzsche.

Tenía que escribir estas líneas: la idea me tiene cautivado desde hace unas semanas y no me deja en paz. Me parece simplemente encantadora, con esa sutil delicadeza de las metáforas directas y sencillas. Supongo además que la idea no es nueva, pero al menos puedo decir que es nueva para mí. Tanto es así que no me da la gana el buscarla en Google pues ciertamente aparecerá algo por ahí y acabará mutilando y contaminando mi propia inspiración. Así que comparto aquí la vivencia propia… y nada más. Pero acabo de caer en cuenta de que no les he dicho cual es el punto en cuestión, así que sin más rodeos: ¿alguna vez han comparado sus propias vidas con una película, y llevando la metáfora al siguiente nivel, han pensado como la música que escuchamos es el “soundtrack” de nuestras existencias? Esto es especialmente válido para aquellas composiciones que deliberadamente escogemos y que marcan etapas de nuestros filmes, cintas donde somos a un tiempo guionistas, directores y protagonistas.

Pienso entonces en mi primera niñez, cuando las obras que me acompañaron eran las clásicas rondas y canciones infantiles. Me transporto a mi infancia, cuando mi madre sacudiera mis mañanas de domingo con Raphael y Serrat a todo volumen y mi padre resonara su música clásica (Aranjuez, Mozart, Beethoven). Recuerdo los viejos cassettes de mi viejo- cientos de ellos -. Mi padre pasaba horas arreglándolos, enrollando cintas con bolígrafos, acomodándolos, limpiándolos. Puedo ver mis manos de niño jugando con ellos mientras él me explicaba como es que había música ahí escondida o mejor aún, como se “atrapa” la música literalmente planchándola en el vinilo caliente de un LP. Pienso en mi temprana adolescencia, cuando no tenía idea clara de qué era lo que me gustaba escuchar (en realidad, no tenía una idea clara de nada de nada) y entonces lo que oían otros  – primos, tíos, amigos – me envolvía en un torbellino sin que supiera yo qué hacer. Y recuerdo con absoluta claridad el momento en que, a través del lado B de un cassette escuché por primera vez a un grupo de rock argentino llamado Soda Stereo. Era la fiesta de mi hermano y el cassette en cuestión su regalo de cumpleaños. Tendría yo unos 12 años, y fue la primera vez en mi vida en que me identifiqué con un artista. A partir de ese primer romance musical comenzó un viaje que no se ha detenido, porque siguió una juventud con rebeldías empapadas de rock en español, metal pesado y otros ritmos. Luego vino una primera madurez donde volvi a aceptar la música de mis padres y hasta el pop, hasta llegar a una etapa donde el jazz (Miles Davis, Dave Brubeck), el flamenco (Vicente Amigo, Paco), el bossa y algunas obras clásicas (Vivaldi) me hacen volar, sin avergonzarme para nada de poder disfrutar de una salsa de Luis Enrique, de cantar a pecho abierto una vieja tonada (música “plancha”, dicen en mi tierra) y hasta de bailar en una fiesta un “merengazo”. Seguramente su banda sonora personal, amigo/amiga lector, resuena fuerte en su alma con solo poner a girar el disco de los recuerdos. Porque hay canciones para momentos y momentos para canciones: bodas, bailes, fiestas, cafés, estadios… También hay recuerdos de vinos, perros, trenes, flores, parques, libros. Y visiones de conciertos, celajes, bicicletas, paseos, besos y pasiones: instantes. Todos llevamos en el corazón escenas mágicas donde una perfecta música de fondo nos acompañó y envolvió.

Les comparto todo esto porque he llegado a la conclusión de que la variedad musical es simplemente lo lógico y sensato, un reflejo de la variedad de etapas que atravesamos en nuestros viajes. La variedad de gustos musicales a lo largo de la vida es un eco de la evolución de nuestras almas y de la riqueza de escenas del filme. Tanto es así que, a estas alturas y cuando parecía solamente un sueño inalcanzable, me encuentro una vez más cantando rondas infantiles… a buen entendedor, pocas palabras. A fe mía que la vida puede ser hermosa, ya sea cantada por Ceratti, en la guitarra de Amigo, resonando en la voz de Elvis o saltando en las escalas de Bach; sin olvidar por supuesto a “Los Pollitos”. Sí, “Los Pollitos” con palmas y todo, acompañando ahora la más hermosa de las etapas de mi intimo largometraje.

Un abrazo,

Fernando

“¿La música no es eso?, compartirla con los demás.”  A. Levine– Dave

Photo by Dmitry Bayer on Unsplash

Más Spock y menos reptil

El mundo necesita mentes y corazones abiertos, y estos no pueden derivarse de rígidos sistemas ya sean viejos o nuevos” – Bertrand Russell

Siempre me ha maravillado el grado de sabiduría que alcanzaron las pasadas civilizaciones, particularmente los antiguos griegos. A lo que voy es que sin mayor tecnología, conectividad o instrumental científico lograron discernir la existencia del átomo (Demócrito), la circunferencia de nuestro planeta (Eratóstenes) e “inventaron” (hago uso laxo de la palabra) la democracia, el teatro, la geometría, la filosofía y la medicina occidental, así como la arquitectura y escultura clásica, por mencionar algunos ejemplos. ¿Cómo pudieron lograr tanto? Postulo una hipótesis plausible: creo que lograron todo eso porque tenían algo que hoy nos hace mucha falta, me refiero a una poderosa capacidad de raciocinio.  Sin embargo, no me refiero a una capacidad innata: los antiguos griegos no eran una raza superior. Lo que tenían era un método al cual se apegaban: el pensamiento lógico y argumentativo, basado en la evidencia y la búsqueda conjunta de la verdad. Quizás la ausencia de smartphones les permitía concentrarse, conversar y hasta aburrirse y así ponerse creativos… no podemos invitarle un café a Platón (¿adónde he oído algo parecido?) así que esta explicación seguirá siendo una hipótesis.

En fin, traigo el tema a colación no solo por curiosidad histórica sino por un asunto totalmente actual. Resulta que en esta época en donde los mercados laborales son estrujados por la tecnología (robótica, inteligencia artificial, etc.), la vida en sociedad demanda cada vez en mayor medida las así llamadas “habilidades blandas”. Destacan en este apartado la capacidad de resolución de problemas, la adaptabilidad, la comunicación, la capacidad de trabajar en equipo, el manejo del tiempo y aún otras. A mi parecer, el ingrediente secreto detrás de todas estas habilidades es precisamente la capacidad de razonar: el así denominado “pensamiento crítico”. Irónicamente es ahí donde estamos fallando como sociedad. Una serie de externalidades negativas asociadas al inmenso progreso tecnológico, socioeconómico y hasta político de los últimos 100 años están minando la habilidad para razonar del individuo promedio. Algunos de estas externalidades son:

  • La ya mencionada invasión de los artilugios electrónicos en la vida diaria. Estos “chunches” se infiltran en nuestras vidas y nos roban la capacidad de tener una conversación durante la cena, de caminar sin ver “Whatsapp”, de contemplar un paisaje sin tomar un “selfie” e inclusive de ponernos metafísicos a la hora de ir al baño.
  • Las “burbujas de información”: los algoritmos detrás de las redes sociales (Facebook y otras) no le muestran a usted únicamente lo que usted quiere ver, reforzando un punto de vista único del mundo. Estas empresas viven de mantener su atención secuestrada al presentarle su perspectiva personal del mundo: aquella que usted adora (véase a Eli Parser y otros).
  • “Fake news”: los políticos, corporaciones y otras entidades oscurecen aún más el panorama al comunicar y viralizar noticias falsas o tendenciosas. Si es cierto o no para ellos es totalmente secundario: lo que importa es si favorece o no a sus intereses.
  • El fanatismo en todas sus versiones. Tenemos una pasmosa tendencia a dejarnos seducir por ideologías de todo tipo (como menciona F. Watkins, sean estas políticas, religiosas, económicas o cualesquiera otras) y estas funcionan como un anteojo de colores que deforma la realidad. Un problema conexo es el fenómeno psicológico identificado por Daniel Kahan llamado “Cognición Cultural”. En pocas palabras, se refiere a la distorsión mental de los hechos para ajustarlos al “guion oficial” de nuestro grupo social o ideología de referencia: con tal de encajar, nos contamos y creemos un cuento, y los hechos se acomodan a conveniencia (hablaremos más en detalle de este perturbador fenómeno en un próximo artículo).

Cuando estos y otros elementos se mezclan con el “lado oscuro” del ser humano – nuestra capacidad de hacer crítica destructiva, los celos, el ego, las ansias de poder y la ignorancia – tenemos una tormenta perfecta en la cual el individuo no razona y opina impetuosamente cualquier cosa sobre cualquier tema: lo que importa es opinar. Abrimos la boca (mejor dicho, escribimos en la red social, en los comentarios del foro o en el correo electrónico o el “SharePoint”) y decimos atrocidades, casi siempre lo primero que se nos viene a la mente. Estamos perdiendo la capacidad de razonar y de hacernos preguntas fundamentales tales como: ¿Tengo evidencia comprobable sobre lo que estoy diciendo? ¿Estoy atacando a mi interlocutor o estoy discutiendo el tema en cuestión? (falacia Ad Hominem) ¿Estoy tratando el tema en cuestión o simplemente lanzo un “señuelo” para distraer? (falacia “red herring”) ¿Lo que voy a decir viene del órgano que fabrica ideas o del que secreta bilis? (emotividad) ¿Será más valioso mi silencio que mi comentario? No se me malinterprete: no estoy atacando la libertad de expresión, estoy apelando a elevar la calidad del diálogo.

Dicho lo anterior, ¿qué podemos hacer para mejorar nuestras opiniones en redes sociales en particular y nuestro grado de pensamiento crítico en general? Recomiendo que inviertan unos 15 minutos y miren la charla TED de Michael Patrick Lynch. Ahí nos ofrece tres pistas: la primera, creer en la verdad. Vivimos en un mundo inteligible y trabajando en equipo, podemos alcanzar esa verdad. La segunda es aceptar que hay que esforzarse para saber la verdad: lo primero que aparece en su muro de Facebook no es necesariamente cierto. Tampoco lo que dice tal o cual medio noticioso, camarilla, político o inclusive que le reporta su colega o colaborador en la oficina. Debemos vencer la pereza: el saber requiere de investigación. Finalmente, Lynch nos dice que debemos ser más humildes, humildes para aceptar que no lo sabemos todo y que nuestro conocimiento puede mejorar si escuchamos a otros: “no somos la medida de todas las cosas”, expone magistralmente en su charla.

De mi parte, agregaría nada más que antes de saltar impulsivamente sobre el teclado, tomemos una respiración profunda y pensemos. No tenemos por qué vivir esclavizados por nuestra amígdala y nuestro cerebro límbico-reptiliano (Goleman, Daniel: “La Inteligencia Emocional”), reaccionando siempre, huyendo o peleando… Existen ciertamente ocasiones para los arrebatos de pasiones y la emotividad plena, pero por lo general el medio escrito no apunta a ser el foro adecuado para arrebatos irreflexivos. Démosle un chance al aquel orejudo y 100% lógico personaje de “Star Trek”, al “Señor Spock” que vive dentro de todos nosotros. Pensemos y junto al prójimo, con paciencia, argumentos y evidencia, busquemos la Verdad. Bajo esas condiciones, estoy seguro de que gustosamente aceptaría Platón la invitación al café. Es más, quizás hasta publicaría algo en Twitter. ¿Qué piensan ustedes?

La mente es como un paracaídas. No funciona si no está abierta.” – Frank Zappa

 

Nota/Photo Credit: Photo by Daniil Kuželev on Unsplash

Mi primer MOOC (curso online)

Lo maravilloso de aprender algo, es que nadie puede arrebatárnoslo. – B.B. King

Tengo un propósito muy concreto con este artículo. Lo revelaré hasta el final, así que ténganme paciencia: prometo que será una corta lectura. Al grano entonces: les cuento que hace unas semanas, aprovechando un “colchón” de tiempo libre en mi agenda, decidí aprovecharlo de una manera concreta y productiva. Ya lo habrán adivinado: me matriculé en un MOOC (Curso Masivo Abierto en Línea, por sus siglas en inglés: Massive Online Open Course). En otras palabras, me matriculé en una “materia” a través de una plataforma por internet. Para ser franco, ya hace unos años lo había hecho, pero no tuve la disciplina para completar el curso.  En esta ocasión, fundamentalmente para obligarme a mi mismo, decidí hacer una pequeña inversión y opté por la versión con certificado oficial: pagué. Lo que sigue le va a interesar…

No soy economista, pero la ciencia económica siempre me ha atraído. Y es que todos tenemos una serie de intereses, de carreras con las que sentimos afinidad, de “caminos no elegidos” diría el poeta (R. Frost). De forma tal que investigué un poco y me decidí por la plataforma edx.org (hay muchas otras, por ejemplo, Khan Academy, Coursera, Udemy, Udacity, etc.) y busqué cursos en esa asignatura: la cantidad de resultados me sorprendió. Al final me decanté por una serie de cursos impartidos a través del BID y además otro a través de Oxford. Tengo el honor de ser profesor invitado en la Universidad Nacional – acumulo alguna experiencia en el ámbito académico tanto desde la perspectiva del pupitre como la del pizarrón – y debo decir que estoy gratamente impresionado por la calidad del material didáctico disponible. Particularmente el caso del curso de Oxford es excelente: el modelo pedagógico es claro, apoyado en una multitud de videos, los ejercicios están bien diseñados y la materia como tal es de primer nivel, como lo respalda el grado del profesor en cuestión, reputado escritor, conferencista y académico en la materia. En fin: en fondo y forma, el curso es brillante. Por otro lado, fue otra agradable sorpresa el encontrarme asistiendo al curso con una pluralidad enorme de estudiantes de múltiples estratos sociales, formaciones profesionales, edades y de todos los rincones del globo, incluyendo países del África Subsahariana, Asia, América Latina, Europa del Este, etc. La interacción en las discusiones, ejercicios grupales y comentarios se torna entonces en toda una experiencia multicultural que permiten ver otras perspectivas más allá de esta pequeña “isla que somos”, como tan certeramente retrató a Costa Rica y a los ticos el sabio don Isaac Felipe Azofeifa hace ya casi 50 años.

Debo agregar que el hecho de haber invertido en el certificado realmente funciona: es un poderoso aliciente para terminar el curso. La curiosa psique humana es así: autores como Richard H. Thaler y Cass R. Sunstein en el libro “Un pequeño empujón” (“Nudge” es su título en inglés) – todo un tratado en economía conductual – nos retratan en cuerpo y alma. De hecho, el haber pagado ese más bien pequeño monto de dinero crea una sensación de compromiso muy poderosa. Tanto es así que terminé cumplidamente, en marcado contraste con mis anteriores intentos.

Les comento además que la variedad de contenidos, grados y proveedores es enorme. Tanto si usted desea aprender sobre “Cloud Computing” o un lenguaje de programación, o bien temas de Gerencia y Liderazgo, o quizás Apreciación del Jazz, Diseño de Ciudades Inteligentes, Idiomas, Inteligencia Artificial, Artes, Biología, Historia o Anatomía, hay un MOOC para usted. Hay versiones gratuitas, hay versiones con certificado oficial, hay programas completos (grupos de cursos que le acreditan con un grado), etc. En fin, hay un MOOC para cada gusto y necesidad.

A la vista de todo lo anterior, no puedo menos que pensar en el desperdicio de recursos disponibles de manera inclusive gratuita en internet, así como también se desperdician las mentes de toda una generación de jóvenes “ninis” que podrían utilizar sus teléfonos inteligentes de mejor manera (suspiro)…

Caramba, ya voy terminando y casi lo olvido: no he revelado mi propósito. Quizás también ya lo adivinó: mi objetivo es que Usted también se matricule en un MOOC y cultivemos algo nuevo. Esta nueva era nos exige reinventarnos. Aprender es algo hermoso. Como dijo alguien por ahí, “Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender.” ¡Buen provecho con esos MOOCs!

 

Material compementario:

  • edX: www.edx.org
  • Sobre el libro “Nudge”, “Un pequeño empujón”: haz click aquí
  • ¿Quién es B.B. King? (autor de la cita de arriba): haz click aquí
  • ¿Quién es Isaac Felipe Azofeifa? Haz click aquí
  • “El camino no elegido” – poema de Robert Frost

“El camino no elegido”

Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;

Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.

Y ambos esa mañana yacían igualmente,
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.

Debo estar diciendo esto con un suspiro
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.

Robert Frost

Poema origina en inglés:

“The Road Not Taken”

Two roads diverged in a yellow wood,
And sorry I could not travel both
And be one traveler, long I stood
And looked down one as far as I could
To where it bent in the undergrowth;

Then took the other, as just as fair,
And having perhaps the better claim,
Because it was grassy and wanted wear;
Though as for that the passing there
Had worn them really about the same,

And both that morning equally lay
In leaves no step had trodden black.
Oh, I kept the first for another day!
Yet knowing how way leads on to way,
I doubted if I should ever come back.

I shall be telling this with a sigh
Somewhere ages and ages hence:
Two roads diverged in a wood, and I—
I took the one less traveled by,
And that has made all the difference.

Robert Frost

Robert Lee Frost nació en San Francisco, Estados Unidos, el 26 de marzo de 1874 Recibió el premio Pullitzer en cuatro ocasiones. Es considerado uno de los fundadores de la poesía norteamericana. Murió en Boston, 29 de enero de 1963.

Suicidio y resurrección (en Facebook, claro está)

“La adicción no es más que un sustituto muy degradado de una verdadera experiencia de gozo.”  – D. Chopra

No tengo que pensarlo mucho para encontrar la causa, o más bien, el detonante final: la pasada elección presidencial fue la gota que derramó el vaso. Simplemente me harté de la cantidad de odio, discusiones carentes de todo principio lógico, insultos, trolls, falacias argumentales y un largo etcétera que creo está de más detallar. Tomé entonces una determinación que para el usuario promedio de esta red social es – literalmente – asunto de vida o muerte: me di de baja de FB. En otras palabras, me “suicidé” en el mundo virtual. Para ser más exacto, opté por inactivar mi cuenta, pues la otra opción disponible supone el borrado de todos mis datos y sostengo que esa es una promesa vacía que solo entrega más poder a los anónimos administradores de la “Big Data”: las huellas digitales son básicamente indelebles.

Pero bueno, les escribo no tanto para contarles el hecho en sí, pues salirse de una red social es objetivamente cuestión de unos cuantos “clicks”, sino primordialmente de sus consecuencias y lecciones aprendidas. Vamos por partes entonces… Primeramente, debo decir que, tras años de usar esta red, me consideraba básicamente inmune a convertirme en un adicto grave: craso error. Lo que se necesita para caer en la adicción es simplemente que los algoritmos que seleccionan el contenido que se muestra en nuestro muro encuentren cuál es nuestro talón de Aquiles, ese tema o temas que simplemente nos domina. Para algunos puede ser el fútbol, para otros pueden ser los chismes, para otros la farándula, otros sentirán predilección por la moda, lo que sea: TODOS tenemos una o más pasiones que simplemente nos desbordan.Y Facebook está ansioso, está urgido, codicia y se desvive por saber eso. Una vez que lo sabe, el sistema le va a “atacar”. Le presentará en su muro cada vez más contenido relativo a ese tema tan sensible. El detonador interno es el aburrimiento: cada instante en que sentimos que la mente divaga, la red social funciona como un analgésico y provee entonces una carnada: las notificaciones. Hay que mantener esa barra “limpia”, es como una maquinita de monedas en el casino. También le ofrece un premio: los “likes” a sus publicaciones. Mi kriptonita personal fue la campaña política. Supongo que mis intenciones iniciales eran buenas, pues deseaba defender con argumentos y evidencia la postura partidaria que creía que mejor convenía a nuestro país pero terminó estallándome Kriptón en la cara… FB lo detectó y creó una verdadera burbuja de información (véase el libro “The Filter Bubble”, por Eli Pariser) que llegó a dominarme. Dichosamente, fue tal el nivel de saturación que me sentí intoxicado… y entonces tomé la (valiente) decisión de cometer “e-suicidio”. Fue todo un ritual: ¡harakiri virtual para el caballero!

¿Qué aprendí de mi suicidio? Muchas y valiosas cosas. Primero que todo, aprendí que hay vida después de FB. Hay vida y mucha y de mejor calidad que la que ofrece en su pantalla el Sr. Zuckerberg: empecé a tener más tiempo para mis proyectos personales y una mejor concentración laboral. Recordé también que está bien aburrirse de cuando en cuando: esos ratitos de “colgarse en las alturas” (Serrat) son verdaderos semilleros de ideas. Aprendí también que hay aplicaciones mucho mejores para mantenerse informado (en mi caso, utilizaba FB para leer sobre temas de mi interés, pero hay aplicaciones que funcionan como revistas personalizadas). Luego de unos meses de estar “muerto”, motivado por la necesidad de publicitar este blog www.fernando-quesada.com , me “resucité”. Fue entonces cuando, por el marcadísimo contraste en mi nivel de interacción con esta red social, comprendí a cabalidad a qué nivel había llegado mi descontrol con esta herramienta: había sido un adicto. Hoy por hoy, orgullosamente puedo decir que  no uso la red social más que para compartir mis artículos e ideas, pero las cuentas de “likes” y de “íconos rojitos en la línea azul” me valen un pepino, como dice la ranchera de “Chente” Fernández: ¡aquí el que manda soy yo y si no te gusta vete!

Y bueno, creo que he dicho lo que deseaba decir. Cierro: me permito respetuosa más enfáticamente el sugerirle unas vacaciones de FB. Pruebe por un par de semanas. Le prometo que se sentirá tan empoderado como el “Chente”…

“El placer es como ciertas substancias medicinales: para obtener constantemente los mismos efectos, es menester doblar las dosis, de las cuales la última lleva consigo la muerte o el embrutecimiento.”  Honoré de Balzac

Material complementario:

  • Charla TED “The Filter Bubble”, haz click aquí
  • Libro “The Filter Bubble”, haz click aquí

Artículo publicado en el periódico digital CRHOY el 20 de junio del 2018: haz click aquí

Reflexiones de un PM en un mal día (parte I) / The deliberations of a PM on a bad day (part I)

VERSIÓN EN ESPAÑOL (ENGLISH VERSION BELOW)

Los cántaros, cuanto más vacíos, más ruido hacen.” – Alfonso X el Sabio

Serrat canta “Hoy puede ser un gran día”… pero ciertamente hay días que no son así. Como Gerente de Proyectos (Project Manager – PM) estos días aciagos se presentan más seguido de lo que quisiéramos. Recuerdo uno de esos días sucedido recientemente. Con la cabeza fría, puedo identificar (al menos) los siguientes factores como parte de la receta del desastre:

  1. Un Portfolio Manager con una visión sesgada de los proyectos y programas bajo su cargo: diríamos que el caballero en cuestión vivía su puesto mirando siempre “hacia arriba”, hacia la Alta Dirección y el “C-Suite”, y nunca hacia el portafolio, salvo para dar direcciones.
  2. Un Program Manager del área en que me desempeñaba (a la cual reportaba directamente) con un estilo gerencial absurdo. Su mantra era “quédese en su caja”: una manera muy directa y poco poética de enarbolar la bandera de los “silos” o “compartimentos estancos” organizacionales. Además de ello, una limitada capacidad de escucha. y el sistema de escalación era disfuncional.
  3. Ausencia de un Project Charter o SOW confiable: me encontraba luchando en el proyecto desde hacía casi 6 meses y aún no existía un documento que oficializara su alcance, objetivos, presupuesto y otros “detalles”.
  4. Ambiente generalizado de premura y urgencia: deadline inamovible y, por decir lo menos, poco realista. Todo es “para ayer”.
  5. Alcance (scope) “saltarín”: la cantidad de elementos a desarollar en el proyecto cambiaba a un ritmo insólito, inclusive semana a semana – el término “scope creep” se quedaba muy corto.
  6. Juego de la “papa caliente” con la responsabilidad: más que un esfuerzo conjunto entre los diferentes equipos desarrollando los diferentes proyectos y programas del portafolio para entregar a tiempo la masiva cantidad de productos (entregables), el tema recurrente en el día a día era un juego político en donde lo más importante era que la culpa no recayera “en mí”: un juego de búsqueda de culpables y evasión de responsabilidades, amén de falta recurrente de coordinación y por supuesto de visión y trabajo en equipo.
  7. Mal ambiente laboral, epidemia del síndrome de “burnout”, faltante crónico de staff, alta rotación, etc.

Coincidará conmigo en que esta es la “tormenta perfecta”: una acumulación de factores que solo puede devenir en un proyecto / programa / portafolio fallido – independientemente del presupuesto, el cual, como adivinarán, era limitado y controlado con “marca personal”. Con el paso del tiempo, reflexioné: ¿Existirá un factor común que es el verdadero causante de todos estos (en algunos casos aparentemente inconexos) problemas? ¿Hay una causa raíz “maestra” subyacente a todo este desastre, un mínimo común denominador? Y, para rematar: ¿Es esto culpa del PM o de alguien más, y quién es ese “alguien más”? Unas cuantas lecturas, incluyendo breves repasos del PMBOK, el “Rita”,  PMI´s “Pulse of the Profession”, algunas conferencias y artículos varios de estrategia y gerencia pero sobre todo un análisis concienzudo me llevaron a una conclusión general: efectivamente, hay una causa raíz detrás de todo esto: la organización como tal. Puede sonar en primera instancia como una perogullada, pero analicemóslo un momento: el problema no es el PM, tampoco el PgM y tampoco el PfM. Así que no hay que “echarse encima el muerto” en la conciencia. El problema es el SISTEMA: cuando en una organización la norma es el desorden, la sobrecarga laboral, la corrupción de prioridades, sobrecarga del pipeline de proyectos, etc. etc. entonces no es alguien, son los procesos globales de la organización los que están mal diseñados, mal implementados o mal ejecutados (o estos tres problemas a un tiempo). Y esto a su vez puede traducirse en una palabra: mala (o ausente) gobernanza: léase gobierno corporativo, pasando por elementos tácticos y cuasi-operativos.

Tenemos entonces un diagnóstico: un sospechoso, el supuesto “villano de la película”. Pero… ¿Cómo podemos estar seguros de que este es ciertamente el culpable y qué hacer ante esta triste realidad? Ánimo, hay esperanza: dejaremos esas reflexiones para las siguientes partes de este análisis, nos vemos en los próximos posts…

Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa.” – Mark Twain


ENGLISH VERSION

“The empty vessel makes the loudest sound.” – William Shakespeare

Cat Stevens sings “Morning Has Broken” in an all-positive mood, but sometimes… oh gosh it isn´t a good day. As PMs, those bad times come more often than what we would linger for. I remember one of those days. With a cushion of months in between and a fresh and more objective perspective, now I can identify (at least) the following list of factors behind the “Perfect Storm” scenario hailing over that particular project:

  1. A Portfolio Manager with a biased, unbalanced perspective of the programs and projects under his accountability: this person was leading with the eyes always pointing at the Executives, Sponsors and the C-Suite, with virtually no time nor attention for the team under his command.
  2. A Program Manager directing the area in which I was working (I reported directly to that person) with an absurd management style: that person´s Project Management mantra, preached to all the team, was “stay-in-your-box” – do not ask about other areas and projects, do not request info on the general effort status, shut up and look down. Of course, this translates into the official empowerment of organizational silos, not to mention a very limited capacity to listen.
  3. No Project Charter or SOW available: we were six months already into the effort, and there was no official charter nor Statement of Work… requisites were managed in a pretty muchinformal way and in any case, there was no definitive document stating the project objectives, terms and conditions.
  4. An universal environment of urgency: if anyone received a task or an instruction, the rationale was always urgency, “it is late”.
  5. Project and Program scope capable of competing in the “Calaveras County Jumping Frog Jubilee” (remember Mark Twain´s short story? Check the link below): the scope changed week by week. The list of applications in our scope mutated sometimes even twice per week.
  6. Responsibility was managed like the a hot potato game: as such, the spirit was not to work as a team and actually solve issues, but to toss the blame on someone else, fast, before it hurts you. As such, the Project Team behaved in a political and evasive way, creating lack of trust and unnecessary antagonisms.
  7. Staff issues: we were always short on staff, people were demotivated and “burned-out”, the project suffered due to high staff turnover and attrition.

Of course, the sum of these factors create a nearly impossible scenario, regardless the budget allocated for the effort (which, of course, was limited and strictly controlled). This set of conditions steer the project / program / portfolio towards failure. As stated above, with the perspective of time and distance, I have meditated: is there a common factor, a root-cause, a minimum common denominator behind all the above listed issues? Moreover, if that is the case, what is that “sum of all fears” thing, and is the PM to be blamed? A series of lectures, including the new PMBOK v6, Rita Mulcahy´s famous training book, PMI´s latest “Pulse of the Profession” report, a couple conferences and other technical articles but mainly a lot of internal deliberation have led me to a sound conclusion: YES, there is a common cause, and it is the organization itself, the company. This may sound initially as a “duh” statement, but before you bully me, let me present the nuts and bolts to extract the real value out of it. First of all, we need to be clear that the PM (nor anyone in the project, nor the PgM of the PfM or even the Sponsor) is to be ultimately blamed. This is not a small thing: so first and foremost, don´t feel personal frustration or take the blame. The root cause lies in the SYSTEM behind the projects: its not the actors, its not the play, its the stage and the theatrical company (Shakespeare would be proud of the analogy I guess). When disorder, lack of priorities, lack of staff, work overload, high attrition, pipeline “cholesterol” and overload are the norm, then something is utterly wrong at a general level. This means that the blame is not to be put on someone – and especially not you as the PM (perhaps C-Suite, but let´s avoid the blaming exercise for the time being) but on the organizational PROCESSES, which may be faulty designed, faulty implemented or faulty executed (or a combination of those). In a nutshell, all this mess can be translated into a single evil: tainted, degraded organizational GOVERNANCE.

So, we have come to a conclusion and we now have a SUSPECT. Still, how can we be sure that this is indeed the despicable villain behind all this mess and how to tackle this inconvenient reality? We will deal with these questions in the coming posts. Stay tuned…

A person with a new idea is a crank until the idea succeeds.” – Mark Twain

Bonus material:

  • Mark Twain´s short story – “The Celebrated Jumping Frog of Calaveras County
  • PMI´s “Pulse of the Profession” report 2017: click here
  • PMI´s “Pulse of the Profession” report 2018: click here
  • Alfonso X of Castile: click here – he is the author of the top quote in the Spanish version of the article: “Pitchers, the emptier they are, the louder they sound”

 

Un pequeño empujón (libro)

Va directo y sin rodeos: le recomiendo el libro “Un pequeño empujón” (“Nudge” es su título en inglés), por Cass R. Sunstein & Richard H. Thaler; este último premio Nobel de Economía del año 2017. El libro no es nuevo (su primera edición es del 2008), pero bueno, al menos si lo fue para este servidor: pasé frente a una librería y – en buena hora – “algo” me atrajo. Pues result[o ser un libro de economía pero no uno como el que usted se está imaginando (bostezo incluido) sino que es algo así como un cruce entre psicología, economía, sociología y quizás algo más. A continuación voy a intentar resumir algunas ideas para ver si así motivo a su lectura.

La tesis fundamental del libro es la promoción de una corriente económica a la que los autores denominan”liberalismo paternalista”. Lo que promulgan es que hay que salvaguardar a toda costa la libertad del individuo para tomar cualquier decisión que le parezca (liberalismo), PERO hay que darle un “pequeño empujón” (un “nudge” en inglés, que más exactamente significa un ligero y discreto codazo) para que la persona se incline ante la mejor opción (la que más le beneficia). En ese sentido proponen una nueva disciplina llamada “arquitectura de las decisiones”. Resulta que (y esto es un hecho científico comprobado) ante la necesidad tomar una decisión, la FORMA en que se le presentan las opciones al individuo no es ni por mucho intrascendente. Todo lo contrario, factores como el orden de las opciones, cual es la opción for defecto (“default”),  la forma en que está redactada la información, la manera en que se presentan los datos e inclusive la plena manipulación consciente o no de la persona a través de sesgos cognitivos (es decir, errores de apreciación de la mente humana) pueden hacer toda la diferencia del mundo.

Voy a compartir algunos ejemplos enunciados en el libro:

  • El orden en que se le presentan los platos en un buffet o comedor laboral o académico no es para nada irrelevante. No es lo mismo comenzar escogiendo la ensalada o comenzar escogiendo los postres (adivine con cual opción terminaremos enojando al nutricionista).
  • El porcentaje de donadores de órganos se dispara cuando la opción por defecto es “sí soy un donador” (el default actual en la mayoría de los países es precisamente lo contrario).
  • No es lo mismo que le digan a Ud. que “2 de cada 100 pacientes mueren como resultado de esta cirugía” VS “el 98% de las personas sobrevive a esta cirugía” (¡yo no me opero ni loco si me dicen lo primero!).
  • Cuando a Ud. una revista o una empresa de cable le ofrece “3 meses gratis, solo brinde los datos de su tarjeta de crédito y cancele antes si gusta sin ningun costo”, están apostando a un sesgo mental de nosotros los seres humanos: el sesgo del status quo. Es decir, a las personas nos cuesta un mundo cambiar el estado actual de la situación, preferimos dejar que las cosas sigan su curso actual (y aquí estoy pagando por esa cosa que nunca leo…)

A partir de estas ideas generales (y otras muchas que por efectos de brevedad, omito en este post), el libro se permite esbozar una serie de “empujoncitos” (“nudges”) para mejorar nuestras vidas y sociedades, incluyendo programas para el ahorro, pensiones, dietas, matrimonio. Inclusive se dan el lujo de bromear un poco. Y es que los autores – Thaler en particular – han tenido la sagacidad de reconocer que el enfoque clásico del agente económico (la persona) es falso de toda falsedad. La economía clásica asume que los seres humanos somos entidades totalmente lógicas, argumentativas, que nos basamos en evidencias y que siempre tomamos la decisión más racional. No sé a Usted, pero eso me suena más bien al Sr. Spock: los seres humanos reales no somos así. Incluso acuña un término para esos seres racionales e imaginarios: “econos”. Los seres humanos podemos ser torpes, manejamos una colección de sesgos y contamos con información y criterio limitado a la hora de tomar decisiones. Es decir, necesitamos “nudges” que nos impulsen hacia lo que más nos conviene.

Mi empujón personal: recomiendo a cabalidad este pequeño y suculento libro, no todos los días se encuentra un ensayo de economía que se lee como si fuera una novela y que decididamente influye positivamente en nuestras vidas.

¡Buen provecho con esa lectura!

Material complementario:

Nuestros noticieros

“Hay mucho que decir en favor del periodismo moderno. Al darnos las opiniones de los ignorantes, nos mantiene en contacto con la ignorancia de la comunidad.” Oscar Wilde

Vamos a conversar brevemente sobre un tema que – presumo – ha cruzado también su cabeza, como lo es la debatible calidad de los telediarios o noticieros de nuestro medio. No soy periodista, pero precisamente por eso, siendo más bien consumidor del producto que ofrecen, voy a darles mi opinión.  Entonces, valga aquello de “tintura de color rojizo para los raspones”: al grano…

Voy a empezar por lo más obvio, como lo es la distribución que hacen de su tiempo. Me tomé la molestia de grabar una presentación al azar de la edición vespertina de uno de los más reputados telediarios del país, y los resultados son los siguientes (no pretendo ser exacto): de los 60 minutos que tienen asignados en el dial, 20 minutos (33%) son para los “suculentos” sucesos (léase accidentes, crímenes, incendios, juicios, faltantes de agua, el tiempo, “lo que le pasó a doña María” y otras tragedias). A las noticias denominadas como nacionales (aspectos de gobierno, economía y otros) le conté 6 minutos (10%). A la sección deportiva (últimamente podríamos llamarla la “sección de Navas”) le dedicaron 13 minutos (22%). Los anuncios se llevaron una tajada de 15 minutos (25%). Otros (“pasquines audiovisuales” y similares), aprox. 3 minutos (5%). Y para las noticias internacionales, es decir, todo lo que acontece en el resto del planeta, que representa el 99.9% del PIB global, el 99.4% de la población y el 99.9% del área geográfica del mundo, les fueron asignadas miserables 3 minutos. Y creo que “topamos con suerte”, porque últimamente la tendencia es “el mundo en 1 minuto” (¡Plop!) y no hubo sección de espectáculos. Entonces, estos sencillos cálculos nos muestran como asignan el tiempo en nuestros telediarios, y por ende, las prioridades de las televisoras y donde tienen puesta la mirada los periodistas (directores o rasos). Esto no es asunto menor: es evidente el enorme abismo entre lo que nos recetan diariamente y la naturaleza de la realidad internacional. En un mundo globalizado, y para un país que depende cada día más de sus relaciones con el mundo (de cualquier tipo: económicas, comerciales, logísticas, etc.) este comportamiento es enfermizo; una derivación de nuestro encapsulamiento y visión de corto alcance. Los telediarios están amurallando esa “Isla que Somos” que don Isaac Felipe Azofeifa había radiografiado hace más de 40 años.

Nuestros noticieros adolecen además de una carencia crónica de periodismo crítico. Las notas editoriales, los análisis sesudos y el periodismo de investigación son la excepción y no la regla (extrañamos a una connotada periodista de origen suramericano). Es mucho más fácil “entrevistar” a un muerto en un accidente de tránsito que esgrimir una crítica argumentada o plantear una editorial. A estos males podríamos sumar otros, como lo es el creciente morbo a la hora de presentar tragedias (“¿Y Ud. que sintió cuando le dijeron que asesinaron a su hermano?”, con la toma en primer plano), la irrespetuosa interpelación a sus entrevistados por parte de los corresponsales (recuerdo a uno que llamaba a gritos de “¡Príncipe!, ¡Príncipe!” a un miembro de la realeza). Además, muchas de las notas son más bien publicidad mal disfrazada para agencias de automóviles o productos tecnológicos. Súmese además la creciente tendencia a presentarnos el último video “trending” de YouTube y tenemos un resultado equivalente a la peor comida rápida: vistosa, con sabores picantes y exacerbados, pero sin contenido de fondo que nutra la mente. Sospecho que detrás de todo esto hay una mezcla de vagabundería junto con falta de criterio, deficiente cultura y una visión distorsionada del objetivo de la profesión por parte de los comunicadores.

Es hora de que los directores de estos importantes programas de TV (los cuales son el único o el más significativo medio informativo para buena parte de la población) pongan las barbas en remojo y realicen sana autocrítica. Noticiero no es sinónimo de “carrera por el rating”, sino de formadores de criterio y transmisores de verdadera información. Sería bueno que recordaran que el periodista es también, por definición, un educador para su audiencia: entonces ¿qué clase de formación están brindando?

El puente de piedra

Leí hace poco un libro excelso de una temática difícil de precisar. Quiero decir, el título de la obra es clarísimo, pero podría sesgarle a la hora de resolver el sencillo ejercicio que acá le propongo. Entonces,  no se lo voy a decir así de primera entrada. Además, encasillar la obra bajo cualquier etiqueta no le haría mérito. Todo caso, para proceder con el ejercicio, comparto primero con Usted una anécdota, un breve pasaje que me tiene embelesado y el cual creo que tiene el potencial para cambiar el mundo – en tanto nosotros resolvamos el implícito enigma.

El pasaje dice así: “El nombre del antiguo maestro era Yoshu y vivía en un monasterio. Los monasterios están construidos generalmente en las montañas y este lugar en que Yoshu residía era conocido por su puente de piedra sobre los torrentes. Un día, un monje se acercó al maestro y le preguntó: “Este lugar es muy conocido por su puente natural de piedra, pero aquí yo no veo ningún puente de piedra. Solo veo un tablón, un podrido trozo de madera. Dime maestro, te lo ruego, ¿dónde está el puente? Esta fue la pregunta formulada por el monje y así respondió el maestro: “¿Solo ves este miserable y raquítico tablón y no ves el puente de piedra?” El discípulo dijo: “¿Pero dónde está el puente de piedra?” El maestro respondió: “Los caballos pasan sobre él, los burros pasan sobre él, gatos y perros, tigres y elefantes pasan sobre él, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y viejos, humildes y nobles, ingleses, japoneses, musulmanes, cristianos, lo espiritual y lo material, lo ideal y lo práctico, lo supremo y lo más vulgar. Todo pasa por él, incluso tú, oh monje, que te niegas a verlo, estás andando con total indiferencia y, lo que es más importante, no estás agradecido en absoluto por ello. No dices gracias por cruzar por el puente. ¿De qué sirve entonces este puente de piedra? ¿Lo vemos? ¿Estamos andando sobre él? El puente de piedra yace tendido y permanece silenciosamente desde el pasado sin comienzo hasta quizás el futuro sin final.”

El pasaje ahí termina, pero el ejercicio solo comienza: las incógnitas nacen por sí mismas. El discurso de Yoshu sabe a puesta de sol desde el muelle, a noche estrellada, a árbol meciéndose en la brisa. Amigo lector, ¿Usted qué piensa? ¿Qué es el puente de piedra? ¿Lo vemos? ¿Lo vislumbramos al menos? ¿O acaso son varios los puentes sugeridos? Intuyo que no hay una única respuesta, y quizá haya tantas como vidas cruzan este mundo; o acaso nace una réplica en cada uno de los instantes que conforman nuestras existencias. ¿Serán respuestas las hojas de hierba y la canción de los arroyos en los campos? Quizás…

El enigma está planteado, estas líneas han cumplido ya su propósito. Le dejo pues con la más sutil y también la más importante de las tareas: ver el puente. El solo hecho de querer verlo ya es algo. Presiento que es el primer paso para construir una senda que nos lleve a todos a cruzarlo, y últimamente, a un mejor destino como Humanidad. Si alguien lo ve, por favor no deje de compartirlo. Yo también quiero verlo.