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Gladiadores, mensajeros y cabezas cortadas / Gladiators, messengers and chopped heads

ACERCA DEL COSTO DE ACEPTAR EL ATAQUE AD HOMINEM / ABOUT THE COST OF ACCEPTING THE AD HOMINEM ATTACK

VERSIÓN EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW

Dentro de tres semanas yo estaré recogiendo mis cosechas. Imaginad donde querréis estar y se hará realidad. Manteneos firmes, no os separéis de mi. Si os veis cabalgando solos por verdes prados, el rostro bañado por el sol, que no os cause temor. Estaréis en el Elíseo y ya habréis muerto. ¡Hermanos! ¡Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad!”  Así infunde ánimo el general romano Maximus a la tropa justo antes del combate por Germania en la apertura de la película “Gladiador” (Universal Pictures, 2000). En la escena siguiente, tras una corta y sangrienta batalla decidida por una poderosa carga de caballería (“¡Roma Victoria!”), mueren cientos, miles de bárbaros exterminados por las legiones romanas. Lo triste es que, justo antes de la batalla, Maximus había enviado un heraldo, un mensajero para tratar de negociar un acuerdo de paz con los germanos. Pero bueno, “al diablo este romano”  dijeron aquellos  y al pobre diablo le cortan la testa probablemente sin poder decir “esta boca (y esta cabeza) es mía”. No tuvo chance de presentar la propuesta de pax romana. Aquello fue muerte automática para el desafortunado mensajero. Quizá el ejemplo no sea el mejor pero ciertamente es muy gráfico: una cosa es el mensaje y otra el mensajero. Déjenme tratar de explicarme a continuación.

De lo que estamos hablando es de un tipo particular de engaño… y muchas veces de auto-engaño. Se trata probablemente de la forma más vulgar de jugar sucio, de “embarrealar la cancha”, diríase en dialecto futbolero. Sin embargo, con todo y lo primitivo de esta estafa, es la táctica de moda en este mundo actual, mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (mundo “VUCA” por el acrónimo en inglés). Desde los diputados en mi país hasta Jefes de Estado en Brasilia ó Washington, todos son fanáticos del ataque al mensajero. Porque, si fueramos a creerle a los políticos & líderes actuales, ellos no se equivocan. Nunca. Eso jamás. Si llega una crítica aún con evidencia contundente en mano, la respuesta es casi automática: eso que dicen es más bien una ofensa, una trama, una venganza política y la prueba de ello es que es “Usted” quien lo dice. Sí, “Usted” que es un miserable. ¡Pues claro! No ve que esposa más fea la suya, por supuesto que me envidia y por eso dice que se quema el Amazonas y yo no hago nada. Usted es el malo, porque solo publica “Fake News”, porque yo equivocarme… ¡Jamás! ¿Cómo va a ser eso cierto? Hablemos mejor de Usted, porque Usted es una pésima actriz, eso es lo que es Usted. ¿Incongruente yo? Eso lo dice porque usted es un cómico sin gracia, un perdedor. Y Usted, Ud. es un periodista amargado. ¿No ve que Ud. es un loco socialista? ¿No ve que Ud. es un progresista pervertido? ¿No ve que Ud. es un conservador hipócrita? ¿No ve que Ud. es un afeminado… o que Usted es esto o lo otro? Caramba que está de moda. Hasta a mi me ha pasado: hay gente que ha tratado de desvirtuar una opinión argumentada de quien suscribe esta nota solo por mi profesión, por mi estilo al escribir o incluive por ser calvo. Se lo digo en serio, a esos (des)copetudos extremos llegamos.

Me pregunto si nota Ud. la trampa escondida en este tipo de respuesta. Creo que sí. Se trata de “ensuciar” el mensaje, de distraer a la audiencia sobre la evidencia presentada, de debilitar el argumento “cortándole la cabeza” al mensajero. Pero “no comamos cuentos”: por todos los cielos, no nos dejemos engañar. Nos va la vida en ello. Porque… ¿qué importa quién lo está diciendo si lo que se está diciendo es válido? Lo malo es malo aunque lo haga mi amigo (o mi candidato o partido político o referente o familiar o lo que sea). Y por supuesto que lo bueno es bueno aunque venga de mi enemigo (o rival, adversario, crítico o lo que fuere). Si se trata de críticas, enfoquémonos primero en el mensaje y el mensaje nada más. A ver: ¿Hay un argumento sólido, es razonable lo que se está diciendo? ¿Hay evidencia? ¿Hay algún ejemplo o precedente? Si es así, pues el nombre del mensajero pasa a un clarísimo segundo plano – engañarse a uno mismo al atacar al emisor implica un precio. Ese precio puede pagarse en héctareas de Amazonia quemada. Quizás se convierta en un escándalo por un “huracán rebelde”. O en una disminuida libertad de prensa. Ese auto-engaño puede costarnos mayor corrupción, o una afectación económica o la degradación misma del Estado de Derecho. Quizás el precio a pagar sea simplemente el convertirse en una marioneta de los mentirosos: un incauto, un idiota que sigue ciegamente a sus “líderes” sea lo que sea que estos hagan o digan.

En el caso de los bárbaros de Germania, pagaron con sus propias vidas. Mejor sigamos el ejemplo de Maximus Decimus Meridius, Comandante de las Ejércitos del Norte, General de las Legiones Fénix, fiel servidor del verdadero Emperador Marco Aurelio. Como diría el Gladiador (quien a su vez cita a Cicerón): “A veces hago lo que deseo hacer. El resto del tiempo hago lo que debo”. Palabras dignas de Marco Aurelio. Que sea entonces más el tiempo que dedicamos a lo segundo.

Hasta la próxima, “SPQR”.

Fernando


ENGLISH VERSION / VERSIÓN EN ESPAÑOL ARRIBA

Hold the line! Stay with me! If you find yourself alone, riding in the green fields with the sun on your face, do not be troubled. For you are in Elysium, and you’re already dead! Brothers, what we do in life… echoes in eternity.” Those are the glorious words used by the Roman commander Maximus to motivate the troops just before the last fight for Germania in the opening scene for the movie “Gladiator” (Universal Pictures, 2000). Next scene, after a short and bloody battle decided by an overwhelming cavalry charge (“Roma Victoria!”), hundreds, thousands of barbarians die, exterminated by the Roman legions. The saddest thing is that just moments before the battle, a herald, a messenger was sent by the General pursuing a peace treaty. But oh well, “chop that bastard´s head” said the barbarians and the messenger couldn´t possibly say a word. Not even the chance to present the pax romana deal terms. Kill the messenger! Perhaps this is not the best example to introduce this article but it is certainly very graphical: one thing is the message and quite a different one is the messenger. Let me try to explain in the following lines.

We are talking about a very specific type of deceit… and many, many times of SELF-deceit. It is probably the most ancient & grotesque way of playing a trick on an adversary. Nonetheless, in spite of all the aforementioned, it is the in-vogue tactic within our volatile, uncertain, complex and ambiguous world (VUCA world). It is used from Washington to Brasilia, from Moscow to Istambul: nowadays many powerful leaders are fans of shooting the messenger. Why do I state this? Because, if we were to believe nowadays politicians and leads, they never make a mistake or tell a lie. Never. That is an impossibility. If critics come – even with solid evidence – the answer is automatic: that is a lie, a political scheme, a treat. And the proof of it is that is is “You” the one with this message. Yes… “You”, and “You” are a bastard. Can´t you see how ugly is your wife? Of course you are saying that the Amazonia is on fire and Im doing nothing: you are envious of my beautiful lady. You… you are the bad guy. You are the one who publishes “Fake News”, since it is impossible for me to have an error. Not in a hundred years! Lets better talk about you because you are a terrible actor. And BTW, you have the worst ratings. Incongruity from my end? You say that because You are a failed comedian, a looser. You, you are a bitter journalist. And You, you are a crazy socialist. You, you are a pervert progressive. And You, oh well, you are a hypocritical conservative. And the other one, well that is an unmanly fool. Alas! This thing is indeed on trend. Even I have been attacked. There has been occasions when people try to erode an opinion by this author because of my profession, my nationality, my literary style or even because of being bald. Im serious: to these (un)hairy extremes we have arrived…

I wonder if you can see the trick hidden within this type of an answer. I believe you do. Behold. It is all about “messing up” the message. It is about distracting the audience about the evidence. It´s a vain attempt to weaken the argument by damaging the messenger. But let´s not allow anyone fool us. Our future and the future of our children is in stake here. I ask: is it really important to debate on the “who says so” if the message itself is valid? What is bad is bad regardless it comes from my friend (or peer, or kin, or candidate, or political party). And of course, what is good is good regardless it comes from my enemy (or adversary, or critic or whomever). Thus, if it is a critic, lets focus first on the message and the message only. For example, let´s ask: is there a solid argument here? Is it reasonable? Is there evidence? Any examples provided or a historical trend? Being that the case, then the name of the messenger should be put in a clear second stage. The price of fooling ourselves and attacking the messenger is costly. The price could be paid in square miles of burned Amazon jungle. Perhaps it translates into a “rebel hurricane”. Or in a diminished press liberty index. This deceit can cost our society a higher corruption or even the degradation of the State of Law concept. Perhaps the price to pay is just the fact of becoming a puppet for the masters of lies: fools that meekly follows his/her “leaders”, regardless any actions or statements from them.

In the case of the barbarians who populated Germania, the cost was paid with their own lives. Thus, lets always separate the concepts of message and messenger. Lets better follow the example of Maximus Decimus Meridius, commander of the Armies of the North, General of the Felix Legions and loyal servant to the true emperor, Marcus Aurelius. As the Gladiator would say (quoting Cicero, BTW) “Sometimes I do what I want to. The rest of the time – I do what I have to“. Words worthy of Marcus Aurelius himself. Let´s devote more time to what we have to do.

See you soon, “SPQR”.

Fernando

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Simplezas para simplones

“Caras vemos, corazones no sabemos”

Un buen mentiroso sabe que la mentira más efectiva es siempre una verdad a la que se le ha sustraído una pieza clave. – Carlos Ruiz Zafón

“Miente y miente que algo queda” decía un supervillano de la vida real, Herr Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de la Alemania nazi. En este artículo construimos sobre sus oscuras ideas para alertar sobre su terrible vigencia. Tal vez deberíamos actualizar un “poquitín” la frase para nuestro siglo XXI. La versión 2019 sería algo así como “Más y más simple porque solo así escuchan” o tal vez “Sencillo porque es para simplones”. Quizás “Meme y meme que algo queda”. Algo por el estilo. El punto es que nunca como en nuestro tiempo se ha enmascarado tanto la mentira disfrazándola a través de la sobre-simplificación y su pariente cercana, la generalización. Los villanos actuales llevan estos “camuflajes” a niveles francamente absurdos más la ironía es que la efectividad del engaño es proporcional a lo grosero del “argumento”. Veamos esto en detalle a continuación.

MIÉNTEME… COMO SIEMPRE

Hemos insistido con anterioridad en el peligro de las generalizaciones. No hay nada que sepulte más rápidamente una conversación que la estigmatización del otro a través de una “etiqueta”. Nos referimos al uso de términos “descalificatorios” utilizados para denigrar al interlocutor. Por ejemplo, el mal uso del término republicano, demócrata, progresista, conservador, comunista, liberal, ateo, etc. La conversación muere en las primeras de cambio porque la retroalimentación se convierte en un ataque ad hominem disfrazado de clasificación objetiva. Por ejemplo, si una persona “X” intenta explicar la importancia del control de la natalidad y su interlocutor “Y” lo interrumpe para declararlo un “progresista pervertido” pues adiós al diálogo. En este ejemplo, una barrera ideológica infranqueable impulsa a la segunda persona desde una posición defensiva a un ataque directo en cuestión de instantes: imposible el intercambio de ideas.

Una mentira no tendría ningún sentido a menos que sintiéramos la verdad como algo peligroso. – Alfred Adler

Hablando de etiquetas y generalizaciones, ya son de antología los lamentables ejemplos a cargo del actual Jefe de Estado estadounidense. Llamar a los inmigrantes mexicanos “violadores, gánsteres y delincuentes“, los comentarios machistas y chauvinistas, la calificación de naciones enteras como “pozos de porquería“, el matonismo. el cinismo y el uso de apodos ofensivos para con sus rivales políticos y cualquiera otro que le critique son parte de las “lindezas” en el menú. Lo curioso es que políticamente hablando estas atrocidades son las que le son más rentables. ¿Por qué? Bueno, hay múltiples razones pero creo que una causa fundamental es que el mensaje está perfectamente ajustado al gusto de la audiencia destinataria del mismo. Decir que los problemas de la economía norteamericana se reducen a que “los inmigrantes se están llevando nuestros trabajos” es, por decir lo menos, una generalización malintencionada más el mensaje es deliciosamente simple. Es como una barra de chocolate: no ayuda con tu desnutrición y tu salud pero esa bomba de sal con azúcar y químicos genera una satisfacción pueril e instantánea. Pura cortisona: demasido fácil, demasiado sencillo, demasiado tentador. No hay que interpretar nada, lo entiende cualquiera, no exige esfuerzo, análisis ni información. Un aullido de lobo invocando al animal que todos llevamos dentro. Si fuera boxeo, el anunciador cantaría: “En esta esquina, con 250 libras y blandiendo su amenazante cuenta de Twitter, la mismísima encarnación de la mercadotecnia vendiendo absurdos a través de argumentos mentirosos pero pegadizos como éxitos “pop”. En esta otra esquina, con 3.3 libras, sesgos mentales y una tendencia evolutiva ancestral a evitar reconsiderar sus juicios aún ante evidencia plena y contundente… el cerebro humano“. Resultado de la pelea: knockout técnico en el primer asalto. Bajo esta luz, el “matrimonio” que hacen muchas personas entre la religión y la política no es solo comprensible sino esperable. Es demasiado sencillo, demasiado fácil y tentador el poner ambas cosas bajo el mismo “manto sagrado” vendido por pastores metidos a político (o políticos metidos a pastor, para el caso es lo mismo). La persona resuelve dos problemas en uno y sale con la conciencia tranquila porque el candidato viene “en nombre de Dios”. Sí, una especie de “congruencia divina a la carta” (aunque el menu lo entregue el propio candidato, aquello de Juez y Parte parece no importar en estos casos).

LA PARTE POR EL TODO

La escogencia de candidatos por su postura ante un elemento puntual pero sensible al individuo es otro ejemplo de “generalización mentirosa”, como el escoger al candidato por su postura ante, p.ej. el aborto (o al menos por sus declaraciones oficiales sobre el mismo). El ciudadano cae bajo el hechizo del “efecto halo” y pondera al político únicamente por sus proclamas sobre ese tema puntual – todo un “proxy” en lenguaje técnico. Todo lo demás desaparece ante sus ojos como por encanto. Tenemos entonces a personas que escogen al candidato idóneo para la Presidencia por sus declaraciones – lo que él ó ella dice – sobre, digamos, el matrimonio igualitario… ¡y nada más! La formación profesional del candidato, su experiencia, su equipo de trabajo, su plan de gobierno, su carácter, sus declaraciones sobre otros temas, su comportamiento personal, su propuesta económica, el historial del partido político que lo acompaña, sus finanzas… todo lo demás se hace irrelevante. Otra mentira disfrazada de generalización.



MEJOR “A LO MARVEL”

En esta sociedad actual donde las éxitos de taquilla son las películas de superhéroes, el ciudadano promedio parece no estar dispuesto a aceptar que puede haber más de un motivo, que hay grados, matices, fases y etapas, relaciones complejas, victorias que saben a derrota, derrotas que construyen victorias, procesos, acuerdos bajo la mesa, engaños y segundas intenciones. Es más fácil identificar el villano cuando lleva cuernos y asociar al héroe con aquel que lleva capa y trae los calzoncillos por fuera. Son aún menos los que están dispuestos a escuchar y aceptar que quizás no todo sea culpa del gobierno o del Presidente de turno o inclusive del Estado. Porque la autocrítica es dura. “Quizás no debí abandonar los estudios o faltar al trabajo aquel. Quizás debí esforzarme más. Quizás no debí ensuciar mi hoja criminal. Quizás debería aprender otro idioma. Quizás mi país no está aislado del mundo: ¿pasará algo allá afuera que esté afectándonos por acá? Quizás, quizás, quizás…

Siempre es más fácil cuando alguien más nos trata como a niños y echa las culpas a un tercero etiquetándolo como “el malo”. Si no estamos dispuestos a leer, al análisis y a pensar seremos entonces un festín de simplones para regocijo del lado oscuro del mercadeo, de las “fake news”, de los memes, de las verdades a medias y las mentiras completas. Sí, carne de cañón para oscuras esferas que devoran cerebros tiernos y casi sin estrenar mientras masticamos unas “encantadoras” papitas fritas… ¿alguien con ketchup, por favor?

Fernando

Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga. – Denis Diderot


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“Whatsappito, Whatsappito, que habitas en mi cel, dime con qué alimento mi odio, desde que revisé ayer”

Aparentemente habrá que añadir un nuevo grupo de Libros Sagrados a la Biblia: las “Epístolas Zuckerbérgicas”, pues si algo nos llega por Facebook, Instagram o Whatsapp entonces automáticamente es Sagrada Verdad.  Veo una sonrisa disimulada: como chiste, hasta alguna gracia tendrá, pero en el fondo es un asunto muy serio. Nos estamos convirtiendo en incautos digitales capaces de admitir cualquier estupidez con tal de que llegue a nosotros a través de un conocido, por medio de Whatsapp.

El ejemplo más reciente es doloroso. Es difícil de creer y de aceptar pero el Ministro de Educación fue removido del puesto a punta de mentiras. Sí, de mentiras. Porque es mentira que exista alguna actividad en el calendario del MEP para celebrar el orgullo gay y es una flagrante mentira que los drones para los colegios técnicos agropecuarios sean sistemas de espionaje ”a lo 007”. Es mentira que los baños neutros sean antros de libertinaje (de hecho, todos tenemos un baño neutro en la casa… a menos que el arquitecto le instalara dos inodoros juntos). Lo curioso del caso es que cualquiera de estas cosas puede ser comprobada rápidamente buscando en internet. Sin embargo, un venenoso coctel de pereza, credulidad y comportamiento de manada nos hace incapaces de detenernos un momento y hacernos preguntas obvias, preguntas naturales, preguntas lógicas y evidentes. Por ejemplo: ¿Cómo sabe esto la persona que me lo envía – cuál es su fuente? ¿Qué dicen los diarios, los telenoticieros, los programas de opinión en la radio al respecto? ¿Algun analista o periodista reconocido ha denunciado este asunto? ¿Algún Diputado, la Contraloría, la Fiscalía? ¿Qué dice la página del Ministerio o de la entidad a la cual ataca el mensaje? ¿Podrá tener algún interés en particular la persona que comparte “esto” para atacar así? De repente el mensaje pasa la prueba y resulta ser verdad, pero aceptarlo así como así es muy peligroso. No hace mucho Edgar M. Welch condujo seis horas desde su casa para luego entrar y disparar en la pizzeria “Comet Ping Pong” en Washington DC. ¿Por qué? Bueno, el caballero en cuestión había leído “noticias” en Facebook y Twitter donde se aseguraba que en ese lugar operaba una organización mafiosa que explotaba sexualmente a niños y era dirigida por… Hillary Clinton. Dichosamente, la policía actuó rápidamente y nadie salió herido, capturando al crédulo de Mr. Welch con su rifle de asalto AR-15.

La lección es evidente, pero vamos a dejarla por escrito: si el mensaje llega por redes sociales, no hay que creerlo sin antes investigar. Esto es especialmente válido cuando el mensaje “suena bien”, o sea, cuando refuerza lo que yo ya creo saber. Es muy probable que simplemente me estén manipulando. Me están “endulzando” el oído, diciendome precisamente lo que quiero escuchar: el Gobierno hizo tal cosa, el Ministro es un tal por cual, los “Progresistas” están cambiando aquello, los “Conservadores” hicieron tal y tal barbaridad.  Dice el refrán que uno no ve el mundo como es, sino como quiere verlo. Nunca ha sido esto más cierto que ahora, porque su Whatsapp y su Facebook, amigo lector, son un espejo de quien Usted es. Están diseñados para eso, para que Usted los revise todos los días, a cada instante, mostrándole solo lo que Usted quiere ver. Son una “chupeta digital”, son su burbuja privada, su mundo, su perspectiva, su visión, un sistema que refuerza incesantemente sus creencias y posturas. Más aún, esos mensajes le son compartidos probablemente por gente que piensa igual que Usted… lo que nos hace olvidar que hay miles de millones de otras personas en este mundo, muy diferentes a Usted y yo. Ahora bien: ¿Qué clase de reflejo devuelve ese espejo? ¿Hay odio, burla, rencor? ¿Tolerancia, positivismo, esperanza? Cuidado porque Usted es precisamente “eso”. Los analistas indican que luego de 70 likes, Facebook lo conoce a Usted mejor que su propia madre. Grave reflexión será.

Finalicemos con un cuento: “Con ojos desorbitados, la malvada bruja preguntó: “Whatsappito, Whatsappito, que habitas en mi cel, dime con qué alimento mi odio, desde que revisé ayer”. Y el espejo respondió: “Sí mi amo, a sus ordenes responderé, mire cuanta basura y rencor recolecté para Usted”.

Cuidemos ese reflejo, amigos. Cuidemoslo.

Fernando

Fuentes:

La política como culto… ¿satánico?

“La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés” – Antonio Machado.

“Si Jesucristo se baja de la cruz y me dice que Trump está con Rusia, le diría, espera un segundo, necesito consultar con el Presidente si es verdad. Así es como me siento de confiado con el Presidente.” Esa lapidaria frase – expresada por un devoto seguidor de Donald J. Trump, véase video más abajo – resume a cabalidad el meollo de este artículo. Porque estamos hablando de un tema reincidente en esta columna porque es un tema mayúsculo, uno de los que pueden definir el futuro de nuestra especia humana. Estamos hablando de la capacidad de dudar, de pensar. Veamos.

La duda es uno de los nombres de la inteligencia.” – Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

Aprovechemos el ejemplo: cuando el ciudadano arriba citado dice que para creer que el político de su elección hizo algo malo pues entonces necesitaría oírlo de boca del propio político, entonces se ha tocado fondo (para rematar, aunque admitiera el Presidente la falta, seguramente lo perdonaría ad portas). Esa persona ya no distingue su persona de la de Mr. Trump. En su cabeza, son uno y el mismo: el mensaje ha calado: “lobotomía a la Fox”. Más aún, la mera idea de analizar al POTUS, de cuestionarlo, de escuchar una crítica le aterra como si se asomara ante un abismo. Eso sería más que traición, sería vacío existencial, desolación, hecatombe. Lo dejaría una vez más solo, sin norte en esta vida: ya no sería más parte del “club”, no lo confortarían las palabras que le dicen que las cosas nunca estuvieron mejor que ahora, que ahora sí es rico, que tenemos yates, que ahora todo está bien…  Es un adicto a  la sacrosanta e incuestionable palabra del caballero en cuestión.

Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas.” – René Descartes (1596-1650) Filósofo y matemático francés.

Este es precisamente el escenario de la angustiante novela “1984” por George Orwell: una distopía tiránica en la cual la “verdad” es lo que dice el gobierno y nada más (aunque se contradiga una y otra y otra y otra vez). Cuando como personas perdemos, o por mejor decir , cuando entregamos nuestra soberana capacidad de pensar, de criticar, de evaluar y rebatir a nuestros líderes (sean estos políticos, religiosos, laborales o dirigentes de cualquier área), pues apague y vámonos. Nos convertimos en borregos, en ovejas, en idiotas que mueven la cabeza en un eterno sí cual esos muñequitos que se pegan al “dash” del auto. Y ya sabemos lo que le ocurre a los corderos. Venderle el alma a un político, a un partido, a un religioso o a quien fuere es terriblemente peligroso. Pregúntele a la generación alemana que vivió los estragos de la II Guerra Mundial. A los japoneses de ese mismo período. A los chinos con Mao. A los rusos con Stalin y el gulag. A los norcoreanos. Pregúntele a la Europa medieval asolada por la Santa Inquisición. A los nicaraguenses ahora que quieren derrocar a Ortega; o a los venezolanos. Nadie debe estar exento del escrutinio y el cuestionamiento. No porque sean culpables hasta demostrar lo contrario, sino porque si existe duda basada en una sospecha razonable – con un sustrato legal y evidencia válida – pues entonces hay que investigar y que vengan las consecuencias del caso, sean las que fueren. Lo contrario es emitir una visa de facto para que el político, el religioso, el líder en general haga lo que le venga en gana. Ya la historia nos ha enseñado lo que ocurre cuando sellamos ese pasaporte: es el acantilado cuando la política se convierte en culto, en religión. Y los cultos no se cuestionan: se convierten en asunto de “fe”, de fieles y de apóstatas, de creyentes contra blasfemos. Pero la verdad es que el poder corrompe. Solo el escrutinio público – empezando por una prensa libre y valiente – mantiene a raya la corrupción.

Sugiero que para esta época nuestra, los hechos hay que juzgarlos primeramente con un nivel de análisis puntual y con total independencia de los actores. El hecho como tal y nada más: lo bueno es bueno así venga de mi enemigo y lo malo es malo así venga de mi amigo. Sí, así no más: ver fuentes, evidencias, posturas, declaraciones. Los hechos y ya. A partir de ahí, podemos tirar líneas y evaluar el comportamiento promedio de tal o cual personaje. Posiblemente luego podemos inferir tendencias e inclinaciones que nos lleven a un apego ideológico de nuestra parte, pero antes tenemos que pensar y llamar a las cosas por su nombre. No hace falta que se baje nadie de ninguna cruz si antes, por nuestros medios y como es nuestra responsabilidad ciudadana, detuvimos como pueblos a los tiranos: ¡a dudar se ha dicho!

Saludos amigos,

Fer

“Si comienza uno con certezas, terminará con dudas; mas si se acepta empezar con dudas, llegará a terminar con certezas.” – Sir Francis Bacon,  (1561-1626) Filósofo y estadista británico.

Créditos:

¿Por qué se enoja?

Entre un estímulo y nuestra reacción existe un espacio. Es en este espacio que tenemos el poder de elegir nuestra reacción. En este espacio se encuentra nuestra libertad y nuestro éxito. — Viktor Frankl

Recuerdo cuando papá me espetaba el refrán que dice “¡el que se enoja pierde!”, cada vez que me asaltaba un ataque de ira de esos turbocargados por hormonas adolescentes. La frase funcionaba con frecuencia, arrástrandome por la fuerza desde los dominios de la amígdala hacia el imperio de la razón. Recuerdo también cuando me explicaba – en medio de la emoción de una pelea televisada de boxeo – como los mejores luchadores pelean con la cabeza antes que con los puños. En medio del ardor de los golpes, normalmente lleva las de ganar el más inteligente y estratégico, comentaba mi viejo.

Ahora bien, temo que los consejos de mi padre deben ser adaptados a estos tiempos modernos donde reinan las redes sociales. Desde el punto de vista personal, por supuesto que sigue teniendo razón. Sin embargo, desde la perspectiva social existen personajes que más bien viven del enojo ajeno. En vez de pregonar “el que se enoja pierde”, estos personajes aplican la fórmula “si no los enojo, pierdo”. Deliberadamente siembran división, rencor e ira. Exaltan el discurso de “nosotros, los buenos” vs “ellos, los malos”. Si nos vamos a la raíz del asunto, coincido a cabalidad con Ryan Holiday en que la causa de todo este lío es nuestro EGO. Una trampa psicológica nos hace confundir nuestras creencias y opiniones con nuestras personas. Olvidamos que no somos lo que creemos: un bebé de seis meses no cree en nada y es tan persona como usted o como yo. Aún más, si algo debería caracterizarnos serían más bien nuestras acciones. Lo que sucede es que las emociones provocan un “corto circuito” entre el estímulo y nuestra reacción al mismo. En otras palabras, la emotividad descontrolada nos roba la “última libertad humana” que nos ilustró Viktor Frankl: aquella libertad de elegir como nos afectarán los eventos y las circunstancias de la vida. Me permito añadir que nos roban también la capacidad de análisis. Ese secuestro de la razón es precisamente lo que vemos en los comentarios a las noticias en las redes sociales y versiones digitales de los diarios. Me atrevo a afirmar que el 80% de las “opiniones” ahí vertidas son más bien pura bilis, el 15% son trabajo de “troles” profesionales y únicamente el 5% son opiniones con alguna base sensata.

Regresando al tema central que hoy nos ocupa, concluimos que estamos hoy ante un mundo en el cual no solo somos presa de los defectos inherentes de nuestra naturaleza humana, sino que estos defectos son activamente excitados y explotados por los medios, los políticos, los religiosos y otras entidades adictas al poder. La forma en que se escribe un titular de una noticia, los ataques ad-hominem de un político contra el adversario, el sermón de un obispo atacando a alguien por sus creencias y un largo etcétera de malos ejemplos nos tienen rodeados, enfermos y cansados. Se hace imperativo entonces aprender a no reaccionar. En serio, digamos en voz alta: ¿por qué me enojo? ¿Soy yo acaso definido por mi candidato / partido político o mi religión? ¿Respondo yo por sus actos y defectos? ¿Será que me están utilizando vilmente para generar tráfico, “likes”, comentarios, votos? Debemos respirar hondo y seriamente cuestionarnos si ese “comentario” que estoy a punto de escribir aporta algo más que odio puro: ¿contribuiré acaso más con mi silencio? (no siempre hay que opinar, ¿o sí?). Necesitamos re-aprender a pensar, a ser capaces de tratar el tema independientemente del mensajero. Vamos: ¿qué importa quien es el autor de una publicación en tanto el punto sea válido? Necesitamos calmarnos, urge activar esa pausa entre el estímulo y la reacción que nos regaló Frankl. No nos enojemos gratuitamente, pues hoy por hoy no solo perdemos nosotros sino que nuestro enojo es el combustible de la victoria de los que nos manipulan. Esta manipulación no es algo nuevo, por supuesto, pero la tecnología moderna (redes sociales, teléfonos móviles, internet) la ha puesto en manos de cualquiera con un poco de conocimiento y mucho de malas intenciones.

Creo que ya fue suficiente por hoy, cerremos. Cantaba Yoko Ono, “All we are saying… is give peace a chance!” Con el permiso de Lennon, yo lo cambiaría un tantito… ¿qué tal “All we are saying… is give peace and thought a chance”?

Photo by Andre Tan on Unsplash

Repartiendo la riqueza mundial / Equally distributing world´s wealth

VERSIÓN EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW

A pesar de ser datos fundamentales para entender este agitado mundo, casi ninguno de nosotros se ha preguntado a cuánto asciende el valor de todo lo que genera la Humanidad (productos, servicios, transacciones) en un período de tiempo, digamos en un año. Y mucho menos, cuanto le tocaría a cada persona si esa riqueza se repartiera equitativamente (“por parejo”) entre cada ser humano viviente en el 3er planeta desde el Sol. Me entró la curiosidad y me puse a investigar . Les cuento muy brevemente lo que encontré y mis conclusiones iniciales…

Comencemos entonces. Tenemos camino avanzado, pues casi sin darnos cuenta hemos definido ya el PIB, o Producto Interno Bruto: dijimos que es “el valor económico de todo lo que se genera en un periodo de tiempo” – normalmente en 1 año calendario. Y cuando hablamos de lo que produce el planeta, es un número brutalmente (pun intended) grande. Voy a usar datos del año 2017 puesto que estaban más a la mano – el PIB mundial fue por la suma nada despreciable de aprox. 80 mil billones de dólares (números redondos). Ahora bien, en el 2017 había aprox. 7.700 millones de personas respirando sobre la faz de la Tierra. Si dividimos la riqueza por la cantidad de personas, ¡zaz!, obtenemos el PIB per cápita (“PIB por testuz”, podríamos decir también). Según el Banco Mundial (“World Bank”), ese número asciende a USD $10,726.00. Ese dato no dice nada por sí mismo, pero se vuelve muy interesante cuando lo COMPARAMOS con algo más… por ejemplo, el PIB de mi propio país, la pequeña Costa Rica con sus 5 millones de habitantes. El PIB costarricense asciende a USD $11,677.26… menos de mil dólares de diferencia con el promedio global. ¿Y qué hay de otros “PIB por testuz”? Pues en orden ascendente, el de la India (con sus más de 1,300 millones de habitantes, el 17% de la población mundial) es de magros $1,942.10 anuales. China (más de 1,400 millones de personas, 18% del mundo): $8,827 dólares anuales por persona. Brasil (211 millones de personas): $9,821.44 dólares. Los casi 513 millones de habitantes de la Unión Europea reciben mas de $33,700 dólares al año. Y los 327 millones estadounidenses (4% de la población global) gozan de un promedio de casi $60,000 anuales. Hmmm…

La conclusión fundamental de todo esto es tristemente evidente: la riqueza mundial está distribuida de manera absurdamente desigual. Y digo “absurdamente” porque más allá de apostolar por una repartición aritméticamente idéntica (un perfecto y utópico comunismo, doctrina de la cual, valga mencionar, no soy ni lejanamente adepto), hay algo fundamentalmente mal en el hecho de que, en promedio, una persona de la India reciba 30 veces menos ingresos anuales que un norteamericano, por no hablar de ejemplos extremos (eg, Luxemburgo con más de $120,000 anuales VS Somalia con unos ruines, tristes, paupérrimos $100 (sí, cien dólares aprox.) ANUALES para cada uno de sus 15 millones de mujeres, hombres y niños. Sigo: la producción mundial de riqueza alcanza para garantizar condiciones más que aceptables de vida para todos en este planeta. Lo sé porque , en términos generales, se vive bien en mi país, el cual tiene un PIB anual similar al promedio mundial. Ahora bien, sé también que este asunto tiene muchos otros matices y detalles técnicos & financieros, como por ejemplo el efecto de la paridad del poder de compra (PPC) y el increíble y distorsionante hecho de que más del 40% de las inversiones directas son en realidad movimientos corporativos vacíos para evadir impuestos, sobre todo en paraísos fiscales. Además, los valores fluctúan y en ocasiones no poco de acuerdo con la fuente. Pero a pesar de los pesares, la conclusión de fondo se sostiene: hay suficiente para todos. Dato final (la cereza en este pastel con sabor a dólar): las 26 personas más ricas del mundo disfrutan de más riqueza que los 3,800 millones de habitantes más pobres del planeta: la mitad de la Humanidad.

Mucho se está hablando de la desigualdad actualmente. Y yo ciertamente no tengo la solución a este complejo tema. Pero creo que estar objetivamente conscientes del tema, compartiendo algunos de estos chocantes datos, es un primer paso y, si se quiere, una pequeña contribución que empuja en la dirección correcta. Entonces, pregunto y me pregunto: ¿qué hacemos? Les escucho…

Fernando

ENGLISH VERSION / VERSION EN ESPAÑOL MÁS ARRIBA

In spite of being basic facts needed for a proper understanding of this troubled world, few of us have questioned how much does Humanity produces, meaning the value of all what we create during, say, a year. And even worse, fewer of us have asked how much of that wealth (products, services, transactions) should be assigned to each inhabitant of the world, assuming an equal distribution (share) of it. Well, I got curious and researched a little bit on it (thanks, World Bank for the data!). Let me share what I found and my initial conclusions…

Let´s start. We got already a nice way covered, since we have inadvertently defined GDP: “the economic value of all what is generated in a period of time” (normally, 1 calendar year). And when we are talking about World GDP, the number is colossal. Using 2017 data (it was the latest one at hand), world´s GDP reached approx. 80 trillion USD. Now, in 2017 there were about 7,700 million people alive on the third planet from the Sun. It´s a matter then of dividing the value of all what we produced between that population and bam!, we got GDP per capita (“per cranium”, we could say). According to the World Bank, the “magical number” is USD $10,726.00. Now that doesn´t says a lot by itself, but it becomes quite interesting when we COMPARE it with something else… for example, GDP per capita for my homeland, Costa Rica and its five million inhabitants. Costarrican GDP per capita is USD $11,677.26… less than a thousand dollars of difference with the world anual average. Let´s see other examples: India (more than 1,300 million persons, 17% of the globe´s population): sad $1,942.10 per year. China (world´s most populated country, 1,400 millions, 18% of us all): $8,827 dollars per Chinese. Brazil (211 million football lovers): USD $9,821.44 . The 513 million inhabitants of the European Union enjoy $33,700 of GDP per person/year. And the population of 327 million US citizens (4% of the globe´s population) a not-that-bad $60,000 per year. Hmmm…

The fundamental conclusion of all these numbers is regretful and evident: the world´s wealth is distributed in an absurdly unequal way. And I say “absurd” not in the light of preaching for a perfectly arithmetically distribution of wealth (an utopic communism, ideology I certainly reject) but there is something utterly wrong in the fact that a citizen of India (in average) receives 30 times less than a national of the US, not to speak of extreme examples (eg, Luxembourg with more than $120,000 per person per year VS Somalia with sad, astounding, cruel $100 (yes, approx. hundred dollars per YEAR) for each of its 15 million men, women and children. Furthermore, the planet´s production of wealth is enough to guarantee more than acceptable living conditions to everyone. I know because, in general terms, the living conditions are more than acceptable in my own country, which has a GDP per capita quite similar to the world´s average. Now I also know that there are lots of tech nuances and economical details to consider, such as purchasing power parity (PPP) and the incredible fact that 40% of direct investments are really empty corporate financial moves intended to evade taxes, not to mention that all these numbers vary somewhat according to the source. But the core conclusion stands: there is enough for all of us. Final fact (the cherry on top of this dollar-flavored pie): the 26 richest individuals in the world enjoy more wealth than the 3,800 million poorest of us (50% of Humanity!).

There is a lot of fuzz right now about this inequality topic. And I certainly don´t have the answer. But I believe that being objectively conscious of all these facts, and sharing this shocking data, is a step in the right direction. Hence, I ask myself and I ask You: what shall we do? I am all ears….

Fernando

Photo by Daniele Fantin on Unsplash

Sources: 

  • https://data.worldbank.org/ 
  • https://www.oxfam.org/en/even-it/5-shocking-facts-about-extreme-global-inequality-and-how-even-it-davos 
  • https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_countries_by_GDP_(nominal)_per_capita

Año Viejo VS Año Nuevo…

“Batalla contra tus vicios, mantente en paz con tus vecinos y permite que cada año nuevo te encuentre como un hombre mejor.” – Benjamin Franklin

La nostalgia que nos invade en estas épocas no es casualidad. Un aire de melancolía acecha, brisas frías de tiempos idos soplan en Diciembre. En nuestras mente cruzan imagenes de viejas reuniones y familiares & amigos que ya partieron, relaciones rotas, caminos cruzados. Evocamos tristezas y también momentos felices: calendarios añejos. Supongo que es lo natural, el ser humano vive eternamente en un precario equilibrio. Nuestras mentes juegan cual un niño en subibaja (balancín). Caminamos ausentes de enfoque cual – dicen los budistas –  “monos inquietos”, con la atención saltando perpetuamente de pensamiento en pensamiento. Somos seres bipolares que moran siempre entre el pasado y el futuro. Nos es casi imposible colocar la balanza en equilibrio y mantenernos en el centro, en el presente. Y el final de año es particularmente “pesado” en recuerdos: se nos carga el subibaja hacia el ayer.

Y…  ¿qué con ello? Bueno, sea precisamente esta breve reflexión mi regalo de Navidad y Fin de Año para Usted. En medio de los sentimientos encontrados que provoca esta época, comprendamos el por qué del lastre que sentimos en el corazón. Y con este entendimiento, démosle también peso específico al año que nos espera y sobre todo al momento actual que nos acompaña – sí, al presente. Busquemos el balance. Pongamos el “subibaja” en equilibrio, o al menos levantemos un poco el extremo que apunta hacia el mañana. Para decirlo en términos más coloquiales, que no nos abrume el síndrome de “El Buki” (cantante mexicano) y su pegajosa tonada “Navidad sin ti”.

Ánimo: el camino se abre siempre hacia el mañana, y si bien no somos dueños de las circunstancias, si lo somos de nuestro grado de ESFUERZO y ante todo de nuestra ACTITUD

Nos vemos en el 2019: ¡ÉXITOS!. Un abrazo.

Fernando

“Lo que eres es lo que has sido. Lo que serás es lo que haces a partir de ahora.” – Buda

Photo by Markus Winkler on Unsplash

Me piensan, luego… repito.

“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos.” – Buda 

Exacto: el título de este post está parafraseando a René Descartes (1596-1650) quien dijera aquello de “Pienso, luego existo”. Porque de lo que deseo conversar el día de hoy con usted, amable lector, es sobre el lento pero constante viaje en que nos hemos embarcado como sociedad hacia la tercerización (“outsourcing”, diríase en “espanglish”) de nuestro propio criterio: ¡qué pereza nos da pensar! Cada día renunciamos más y más a hacer nuestras propias indagaciones, a hacer nuestras propias elecciones, a llegar a nuestras propias conclusiones y a generar nuestras propias creaciones. Nos estamos convirtiendo lentamente en parodias de nosotros mismos, en “consumidores absolutos”, casi como aquellos obesos, obsesos, pasivos y sumisos idiotas caracterizados en la genial película “Wall-E”. Dicen los expertos que el pensamiento crítico será uno de los talentos clave en el mercado laboral de los próximos lustros. Y es que, a contrapelo de la demanda, es un bien que se está agotando rápidamente. ¿Por qué sucede esto a un ritmo cada vez más veloz? Además de la mencionada y prehistórica pereza, consustancial al ser humano, sugiero los siguientes factores aceleradores:

  1. El “inocente” meme: por supuesto que hay algunos que son francamente divertidos e inocuos, pero en general lo considero peligroso, sobre todo cuando versa sobre temas álgidos, léase política, religión, sociedad y similares. Las siguientes características así lo justifican: primeramente, su mencionada y supuesta“inocencia”. A ver, es solo una imagen con un brevísimo texto, muchas veces divertido: ¿qué podría salir mal? Pero, ¡cuidado! El meme es una fábula pequeñita, un “cuentito”, y los seres humanos somos absolutamente receptivos a las historias – no en vano el “storytelling” es otro de los “skills” o talentos preciados para el mercado laboral del futuro. Estamos predispuestos a escuchar y creer la información en forma de historias: el sabio y largirucho de Abraham Lincoln lo tenía muy claro. De forma tal que adoptamos el meme con una rapidez que da vértigo, sin evaluar para nada el caso. Prueba de ello es lo rápido que se hacen virales. Pensemos: ¿A quien no le ha pasado que le envian (¡o envía!) un meme totalmente inconveniente para un chat del trabajo o de la familia? Es que la tentación es demasiada y no pensamos, saltamos sin reparos a la acción: reír, enojarse, sufrir para luego hacer “forward”. Sumado a esto, el meme llega siempre auspiciado bajo el nombre de un amigo(a), lo cual proyecta un traicionero halo de confianza… ¡zaz! Tenemos entonces que el inocente meme es más bien un misil tele-dirigido a nuestras fibras más sensibles. Está hecho para hacernos reaccionar. Y lo consigue espectacularmente.
  2. Los políticos populistas operando en redes sociales: construyendo sobre el punto anterior, podemos decir que la política se ha “Whatsappizado” y la guerra mediática se ha trasladado a las redes sociales. Creo que el punto de inflexión se dio con la campaña presidencial de Donald Trump, quien le recordó al mundo que, a pesar de la disponibilidad de información y datos de esta era del Internet, la gente escuchará solo lo que quiere escuchar (y ojalá en solo 140 caracteres o mejor aún, en un… meme). Este tipo de personajes sacan lo peor de nosotros, pues a lo que apelan es a que apaguemos la corteza cerebral para que así nos controlen nuestras emociones. Privilegian el discurso “ellos versus nosotros”, usan todo tipo de falacias (eg, ad-hominen, cortinas de humo, emotividad), creando división y asperezas como un recurso para ganar popularidad. Viven del conflicto  y de la auto-adulación.
  3. Cognición cultural: aunado a lo anterior tenemos una característica inherente al ser humano, como lo es la distorsión mental de los hechos para ajustarlos al “guion oficial” de nuestro grupo social o ideología de referencia: con tal de encajar, nos contamos y creemos (otra vez) una historia. Cualquier cosa que contravenga el “guión oficial” de nuestra tribu se deshecha o como mínimo, se deprecia, en tanto que cualquier cosa que apoye la versión oficial de la manada – y particularmente la de su líder o portavoz – se apoya y se valoriza. Un ejemplo brillante es la polarización actual en la sociedad norteamericana entre demócratas y republicanos en donde cada parte justifica cualquier actuación del grupo al que se pertenece y sataniza a priori lo que sea que venga del otro partido. Es casi como ver el futbol: el árbitro pareciera siempre estar pitando en contra de nuestro equipo. Hmmm…

La mescolanza de los anteriores factores sumado a otros los cuales omito por efectos de brevedad (eg, algoritmos que nos dicen por donde conducir, que comprar, que películas mirar; “burbujas de información”, la omnipresencia de internet, etc.)  nos llevan entonces a un escenario en donde se nos muestra lo que queremos ver, cuando lo queremos ver, como lo queremos ver. Nunca como ahora la REALIDAD se ha devaluado tanto, es la era de los “alternative facts” – son los tiempos de la réalité a la carte – “Ahem, ¿qué realidad se le ofrece al señor(a)?”.  Nosotros mordemos ferozmente el anzuelo, para luego aletear felices mientras los “pescadores” (políticos, religiosos, medios noticiosos, mega-corporaciones) halan sonrientes el hilo, mirando el sabroso y delirante cardumen. Y es que el resultado final de todo esto es que ya no somos porque ya no estamos pensando: estamos repitiendo opiniones y elecciones pre-fabricadas sin hacer la menor interrogante, sin buscar la menor evidencia ni evaluar opciones ni argumentos. Alguien más (un político, un pastor, un empresario), alguien ajeno a mi me define, me forma y me deforma. Nosotros consentimos y atacamos al que difiere de la opinión de la tribu sin apego a ninguna lógica o razonamiento propio; y para colmo de males utilizamos material que nos re-envió un amigo… pero de validez absolutamente incierta y creado por una fuente convenientemente anónima.

A usted, amigo lector, le exhorto, abramos los ojos. Que no la tengan tan fácil los arriba mencionados “pescadores”. Hagamos valer el refrán aquel de que “para hablar y comer pescado…”.  Porque casi sin darnos cuenta hemos caído en un dilema existencial: ¿Homo Sapiens u Homo Repetitie? ¿Hombres o cotorras? Mejor seamos, es decir, pensemos.

Un saludo a don René Descartes donde quiera que se encuentre.

 

Fernando

 

“Quien poco piensa, se equivoca mucho.” – Leonardo da Vinci

 

Photo by Gabriel Porras on Unsplash