OPINION: Viaje a la Idiotez / Idiocy Trek
Abran paso a los idiotas
He llegado a la triste conclusión de que, en promedio y como especie, nos estamos convirtiendo en una raza de idiotas. Idiotas redomados. Y espero que el uso del gerundio en la oración anterior sea aún lo correcto y no sea más apropiado el presente del verbo (entiéndase entonces la lapidaria sentencia de que ya somos una raza de estúpidos). Es mi parecer que este viaje a la idiotez no solo es un hecho sino que la velocidad del tren expreso a “tarado-landia” acelera a ojos vistas. La cantidad de idiotas, de sandeces y el grado de las mismas crecen de manera exponencial, contagiándose a un ritmo que hace palidecer al COVID-19. Esta es la más desoladora pandemia mundial, una con tasas de contagio y de enfermedad grave muy superiores a cualquier contraparte biológica conocida.
Hay muchos síntomas y causales, más postulo que todo este mierdero abreva de una única causa raíz, tan sencilla como retadora para efectos de implementar la tan urgente solución. Me refiero a nuestro insaciable apetito por consumir información (y sí, hay ínfulas de “dataísmo” en este diagnóstico, lo sé), pero a todas luces, lo que nos apetece como sociedad global es el equivalente a la comida chatarra: entre más estúpido y ligero el contenido, pues mejor. Supongo que esto facilita la “digestión” y permite a su vez consumir más idioteces que van creando un idiota aún más perfecto, capaz de procesar únicamente bobadas aún más increíbles en mayor volumen. Así es, estimado lector, estimada lectora, como dice el adagio de los informáticos, “basura entra, basura sale” y al precer lo que nos appetece es el volumen de información que consumimos y nos vale un comino la calidad de la misma. Es el equivalente a comer hamburguesas, papas fritas y gaseosa todo el tiempo que estamos despiertos. Imaginese usted el resultado fisiológico de esta gastronómica analogía… y extrapole al ámbito cognitivo los resultados. Esto explica los Q´Anon, las teorías de la conspiración, “La Tierra es plana”, los antivacunas, la popularidad de políticos capaces de causar derrames cerebrales con sus discursos y la adicción juvenil a los memes y bailecitos de TikTok.
“Algo huele mal en Dinamarca”.
Consideremos la educación de un niño durante la Inglaterra Victoriana. Aún considerando los bemoles del elitismo y clasismo de la época, mi punto es que había un marcadísimo énfasis en la lecto-escritura y la artimética; las cuales se debían dominar a cabalidad. Los menores también recibían clases de historia y geografía, y los libros a leer eran literatura de verdad. En el caso de las élites, esto incluía hasta los clásicos – la Ilíada y la Odisea – múltiples idiomas (incluyendo el latín) y el equivalente a la telenovela del pueblo del la época eran las obras de Dickens y similares, publicadas por capítulos semana a semana. Por otro lado, para informarse de eventos y noticias, pues estaban los diarios y nada más. Es decir, la cantidad de información era muchísimo menor… pero de mucha mayor calidad. Aún en mi pequeño país, con las inmensas limitaciones del momento, la calidad de la educación pública hace unos cincuenta o sesenta años era mucho mayor: lo poco que había era de primer orden. Traslademonos al presente y examinese nuestra realidad y la de nuestros jovenes. La información simplemente nos ahoga por abundante, pero la inmensa mayoría de nosotros se limita a las nefastas redes sociales para des-informarse (valga mencionar, ¡qué alegría la caída de Facebook este pasado 4 de octubre!), y los más de aquellos que aún tienen la “mala costumbre” de leer un libro se limitan a la literatura “light”: novelas de aventuras, el género fantástico y similares. De repente alguien lee la Biblia… ¡pero nada más! Es más, si quiere hacer un experimento, compare una revista “National Geographic” de hace unas tres o cuatro décadas con las de hoy en día. Hágalo y cuentenos a que conclusiones llega.
En resumen, ya nadie lee una novela clásica, por no hablar de no-ficción de calidad. Leer un buen libro se ha convertido en algo a lo que solo se puede describir como un “gusto adquirido para intelectuales” (sea lo que sea eso); una afición innecesaria y amarguísima para el gran público, un adorno para afectados. Lo mismo aplica para el gran arte. Irónicamente, nunca en la historia de la humanidad ha habido tanta disponibilidad, tanta accesibilidad y facilidad para leer un buen libro, disfrutar una buena película, admirar una hermosa pintura o escuchar una sinfonía. Es cuestión de un “click”. Pero claro, eso significaría esfuerzo, concentración, dedicación: es más fácil ver “youtubers” hablando de videojuegos o moda, escuchar reggaetón o leer culebrones de “vampiros enamorados”.
Una arista aún más preocupante del problema es que las generaciones más jovenes han sido expuestas al mencionado mierdero desde su más tierna infancia, lo cual significa que es lo que conocen, lo que entienden… y lo que gustan y admiran. Los niños ya ni siquiera ven caricaturas: se la pasan expuestos a “youtubers” haciendo estupideces sin diálogo y sin guión o trama alguna; sazonados con colores chilllantes, efectos especiales de segunda y soniditos estridentes. A mi me parece que esto es Idiotez 101. Pregunto – ¿qué estamos haciendo con nuestros hijos? ¿En qué se convertirán? ¿Qué clase de pensamiento crítico, de capacidad de concentración, de conocimientos tendrán; si todo lo que conocen es el lado más decadente, no, digámoslo sin ambages, más ESTÚPIDO (y en ocasiones oscuro) de los Netflix, Whatsapp, TikTok y YouTube? Es decir, ¿qué podemos esperar de una personita que tiene como ídolo, modelo o heroína a un tipo o tipa que se gana la vida haciendo muecas y payasadas por internet? ¿Qué será de la sociedad si el “teléfono” es cada vez más “inteligente”, sabe cada vez más de nosotros y la humanidad por su parte es cada vez más un colectivo de imbéciles? ¿Para dónde vamos?
Mi estúpida conclusión
Siendo así las cosas, creo que la única manera de salir de esta ciénaga nauseabunda de cretinos y necedades implica una doble medicina, y no sé cuál de las dos es más amarga y más difícil de implementar. En primer lugar, debemos disminuir la cantidad de información que consumimos. Si, muchísimo menos pantallas. Re-aprender a ir al inodoro sin el celular. Re-aprender a comer sin ver la TV… o al menos ver la TV sin mirar a la vez el celular. Aprender a no hacer nada, a aburrirnos, a olvidarnos de Whatsapp y del teléfono por ratos. Re-aprender a ser sin hacer y más importante aún, a ser sin consumir. Simplemente, ser.
Por otro lado, debemos a un tiempo mejorar la calidad de la información que consumimos. Leer un libro. Un libro de verdad. Y leerlo de cabo a rabo, pensando, estudiando, aprendiendo, persistiendo. Escuchar música clásica. Ir a un museo. No digo que no haya espacio para ligerezas y “fiesta” pero si solo se consume el equivalente a papas fritas digitales cada minuto de nuestro tiempo de vigilia… pues aviados estamos. ¿Como lograr lo anterior, como implementar estas “medicinas” para el gran público? No tengo la menor idea. Los recientes acontecimientos en torno al imperio del Sr. Zuckerberg dan alguna esperanza: creo que una estricta legislación para las redes sociales es un primer gran paso. Quizás (y ya estoy llegando a extremos utópicos) prohibir las redes sociales y algunas otras plataformas un par de días por semana sería una gran medida, para dejarnos ser siquiera por unas horas, para tener paz mental aunque sea por ratos. Soñar es gratis, ¿no? La alternativa es resignarnos al consumo masivo e ilimitado de idioteces por un colectivo de zombis hambrientos sin cerebro: una sindemia de idioteces y de idiotas adictos a la idiotez. Algo habrá que hacer entonces.
Por ahora, les deseo aburrimiento, moderación y sabiduría.
Un abrazo,
Fernando
Photo by Kajetan Sumila on Unsplash
NASA nuestra que estás en los cielos… / Our NASA, who art in heaven…
VERSION EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW
“Hay que soñar el porvenir, desearlo, crearlo. Hay que sacarlo del alma de las actuales generaciones con todo el oro que allí acumuló el pasado, con toda la vehemente ansiedad de creación de las grandes obras de hombres y pueblos“. Omar Dengo Guerrero, educador costarricense.
He creído captar últimamente un interesante fenómeno. El mismo se presenta particularmente en cierto grupo social: adolescentes y pre-adolescentes de las clases media y alta. Se evidencia como una clara tendencia en el vestir: es una moda. Pero lo interesante es que, si mis limitadas entendederas no me están engañando (no tengo evidencia sólida, lo mío es más bien una percepción, una lectura personal de esa tendencia), detrás de esta moda hay todo un anhelo, una ideología, una esperanza mal disfrazada entre disparos de cohetes y cápsulas espaciales. Me refiero a la creciente tendencia juvenil por utilizar blusas, camisas, gorras y otros aditamentos con el logo de la NASA: entre más grande y vistoso el ícono, pues mejor. Vamos a ver si puedo explicarme mejor a continuación.
Bueno, lo que creo advertir, más allá de modas y pasarelas, es un secreto anhelo. Postulo que este logo es verdaderamente sinónimo de una nueva “fe” marcada por valores humanistas y aventureros. A través de la prenda, se está diciendo “yo creo”. “Creo en la ciencia”. “Creo en el futuro”. “Creo en la exploración y en aventurarnos de lleno en el mañana”. Es esperanza impulsada por cohetes. Son sueños pregonados por astronautas.
Ahora bien, creo importante aclarar que esta tendencia pues no es nada nuevo. Las antiguas glorias del programa Apolo ya habían sembrado fértiles semillas. Sin embargo, la cancelación prematura de los viajes lunares, aunado al cierre del programa del transbordador espacial en los 90s tiraron por la borda mucho de lo andado. No es sino hasta ahora que, con el regreso de los lanzamientos tripulados desde Cabo Cañaveral y las “locuras” de Elon Musk & SpaceX (¿Cápsulas Dragon? ¿Cohetes que regresan y se posan en la Tierra a lo Flash Gordon? ¿Marte en 10 años? ¿Internet global a través de miles de satélites (Skylink)?) es que ha regresado la “fiebre” espacial.
Creo también advertir en la alzada de esta novel ideología el desgaste de otras muchas. Me refiero a toda una variedad de creencias, tanto políticas, así como religiosas y sociales. La pandemia del COVID-19 no ha hecho sino acelerar esta erosión en creencias que van desde la democracia, pasando por lo religioso y hasta económicas & financieras. Y está en la naturaleza humana el llenar los vacíos: necesitamos creer en algo. A pesar de lo que expresa Harari en “XXI Lecciones para el Siglo XXI”, creer está en nuestro más íntimo ser – necesitamos una historia, un cuento, una trama que dé sentido al mundo y nuestro papel en el mismo. Somos razón y sentimiento: es un asunto biológico patente en nuestros dos hemisferios cerebrales. Y las historias no son más que sentimientos condensados.
Pienso además que este anhelo de ir a otros mundos y viajar a las estrellas es mejor que muchos otros: nos unifica como especie, nos impone una meta ambiciosa y conjunta, nos contextualiza ante la inmensidad del cosmos. Creo que sí de escoger ideologías se trata, aspirar a viajar todos en el “Enterprise” no está para nada mal.
Quisiera cerrar diciendo que puedo estar equivocado y que las insignes camisetas con el inconfundible logo “NASA”; orgullosamente lucidas por esos juveniles torsos, pues son solo fetiches vacíos. Tal vez son solo la última invención de modistos y costureras. Pero no es eso lo que pienso. O quizás debería decir, no es eso lo que creo… ni lo que quiero creer.
Entonces… ¡Al infinito y más allá!
Fernando
PS: quisiera cerrar compartiendo una canción que viene a mi mente mientras escribo estas líneas. Los dejo con “Dancing in the Dark”, del “Boss”, Bruce Springsteen. La letra más abajo…
ENGLISH VERSION / VERSION EN ESPAÑOL ARRIBA
I believe to have sensed lately an interesting phenomenon. It occurs particularly in a certain social group: adolescents and pre-adolescents of the middle and upper classes. It makes itself evident as a clear trend in clothing: it is a fashion. But the interesting thing is that, if my limited understandings are not deceiving me (I don’t have solid evidence, mine is more of a perception, a personal reading of that trend), behind this fashion there is a whole desire, an ideology, a hope poorly disguised between rocket fires and space capsules. I’m referring to the trend to use blouses, shirts, hats and other accessories with the NASA logo: the bigger and more colorful the icon, the better. Let’s see if I can explain myself better.
Well, what I think I seize, beyond fashions and catwalks, is a secret longing. I postulate that this logo is truly synonymous with a new “faith” marked by humanistic and adventurous values. Through the garment, “I believe” is being stated. “I believe in science”. “I believe in the future”. “I believe in exploring and venturing fully into tomorrow”. It’s rocket-powered hope. These are dreams trumpeted by astronauts.
Now, I think it’s important to clarify that this trend is nothing new. The ancient glories of the Apollo program had already sown fertile seeds. However, the premature cancellation of lunar exploration, coupled with the closure of the space shuttle program in the 1990s, threw away much of what had been done. It is not until now that, with the return of manned launches from Cape Canaveral and Elon Musk´s & SpaceX “craziness” (Dragon Capsules? Rockets that return & land on Earth a la Flash Gordon? Mars in 10 years? Satellite-powered global internet with Skylink?) is that the space “fever” has returned.
I also see in the rise of this so-called space ideology the wear and tear of many others: a whole variety of beliefs, from the political to the social and the religious. The COVID-19 pandemic has only accelerated the erosion, with examples ranging from democracy, through religions to economical & financial gospels. And it’s just human nature to fill in the gaps: we don´t like voids, we need to believe in something. Despite what Harari expresses in “XXI Lessons for the XXI Century”, believing is in our most intimate being – we need a story, a tale, a plot that gives meaning to the world and our role in it. We are reason and feeling: it is a patent biological feature, expressed in our two cerebral hemispheres. And stories are nothing but condensed feelings.
I also think that this desire to reach other worlds, to travel to the stars, is better than many others: it unifies us as a species, imposes an ambitious and joint goal on us, contextualizes Humanity in the face of the vastness of the cosmos. If you ask me, in the need of choosing ideologies, aspiring for all of us to travel in the “Enterprise” is not a bad call at all.
I would like to close by saying that I could be all wrong and that these noticeable t-shirts with the unmistakable “NASA” logo; proudly worn by those youthful torsos, are just empty fetishes. Perhaps they are just the latest invention of dressmakers and the fashion world. But that’s not what I think. Or maybe I should say, that’s not what I believe … nor what I want to believe.
Thus… to infinity and beyond!
Fernando
PS: I want to close with a song that comes to my mind when writing this post: the “Boss” himself, Bruce Springsteen, with “Dancing in the Dark”.
DANCING IN THE DARK – B. Springsteen
I get up in the evenin’
And I ain’t got nothin’ to say
I come home in the mornin’
I go to bed feelin’ the same way
I ain’t nothin’ but tired
Man, I’m just tired and bored with myself
Hey there, baby, I could use just a little help
You can’t start a fire
You can’t start a fire without a spark
This gun’s for hire
Even if we’re just dancin’ in the dark
Messages keeps gettin’ clearer
Radio’s on and I’m movin’ ’round my place
I check my look in the mirror
Wanna change my clothes, my hair, my face
Man, I ain’t gettin’ nowhere
I’m just livin’ in a dump like this
There’s somethin’ happenin’ somewhere
Baby, I just know that there is
You can’t start a fire
You can’t start a fire without a spark
This gun’s for hire
Even if we’re just dancin’ in the dark
You sit around gettin’ older
There’s a joke here somewhere and it’s on me
I’ll shake this world off my shoulders
Come on, baby, this laugh’s on me
Stay on the streets of this town
And they’ll be carvin’ you up alright
They say you gotta stay hungry
Hey baby, I’m just about starvin’ tonight
I’m dyin’ for some action
I’m sick of sittin’ ’round here tryin’ to write this book
I need a love reaction
Come on now, baby, gimme just one look
You can’t start a fire
Sittin’ ’round cryin’ over a broken heart
This gun’s for hire
Even if we’re just dancin’ in the dark
You can’t start a fire
Worryin’ about your little world fallin’ apart
This gun’s for hire
Even if we’re just dancin’ in the dark
Even if we’re just dancin’ in the dark
Even if we’re just dancin’ in the dark
Even if we’re just dancin’ in the dark
Hey baby
Dancing In the Dark – Introduction lyrics © Universal Music Publishing Group
(Sobre)-excitados / (Over)-excited
VERSION EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW
Revise la configuración de su monitor, pantalla de teléfono o TV. Es muy probable que el “brightness” (la luminosidad, el brillo), el contraste, el color y otros parámetros de la imagen estén por defecto (o por gusto) configurados a altísimos niveles, inclusive pueden estar al máximo. Ahora téngame paciencia y baje la luminosidad (brillo). Sí, bájela. Sienta el efecto en sus ojos: comfort, descanso, bienestar, relajación… Es posible que inclusive sienta una especie de pequeña “resaca” en el momento mismo de ajustar la imagen: su mente y su vista resienten el cambio, extrañando la sobre-estimulación que han recibido por incontables horas. Pero resistamos a la tentación: déjelo así. Pasados solo unos minutos, Ud. se acostumbra y su vista, sus horas de sueño y su mente se lo agradecerán.
Lo anterior es solo un ejemplo. Esta sobre-estimulación es hoy por hoy un verdadero ataque inmisericorde a los sentidos: una pandemia de 360 grados. Nuestros ojos son acechados por el brillo inclemente de monitores en todas partes, a todas horas. Nuestros oídos sufren el embate constante de audífonos y parlantes a todo volumen. Nuestro paladar es atacado por saborizantes, preservantes, colorantes y azúcar en cantidades industriales. Nuestros cuerpos devoran calorías, químicos y bebidas energéticas a raudales. Nuestras mentes procesan día a día más y más noticias, eventos y publicaciones con titulares amarillistas, “efectistas” y manipuladores. Los videojuegos son cada vez más rápidos, realistas, violentos, envolventes. Corremos revisando relojes que nos cuentan calorías, velocidad, tiempos y hasta el pulso cardíaco. Estamos sobre-excitados, sobre-estimulados, sobre-cargados, sobre-monitoreados… hasta llegar a estar sobremanera sobresaltados: algo que no es de sobreestimar ni está de ninguna manera sobredimensionado…
Más allá del sobre-saliente chiste con que cierro el párrafo anterior :o) creo que debemos reconsiderar seriamente las cosas (iba a decir sobre-ponerse pero el momento del chistorete ya pasó…). La cultura “slow” es una respuesta a esta hecatombe sensorial. Dése un tour por el “Instituto Internacional de No Hacer Mucho” (“International Institute of Not Doing Much“). Exploremos las diferentes posibilidades de esta tendencia: comer despacio. viajar despacio, envejecimiento lento, jardínería slow, cinema slow… hasta sexo slow hay en el menu (!). Alguna de estas opciones calzará con cada quien. Ahem.
Ya en serio, el punto es sencillo: despacio porque solo tenemos el presente. Se lo garantizo: como lo atestiguamos con el experimento inicial, el solo hecho de bajarle el brillo a nuestra pantalla hace que el mundo real se vea más atractivo, más brillante, más “actual”. Es natural: hay menos contraste entre la realidad y la ficción. Y nos sentimos mejor. Extrapolemos e imaginemos (un saludo a Lennon donde quiera que esté) toda la belleza escondida que resurgirá cuando le bajemos al volumen, al azúcar, a los datos, al diario trajín. Volverá la magia de escuchar el viento. Regresará el privilegio de probar el verdadero sabor de ese alimento. Retornará la paz inherente a un ritmo más humano. Ganaremos mucho cuando perdamos esta sobrecarga de estímulos. Échele un ojo al concepto de “voluntary simplicity” y “downshifting“. Creo que hay algo ahí también para todos.
Les deseo mucha, feliz y sofisticada simplicidad en este 2020 y más allá.
Fernando
“El gran milagro del zen está en la transformación de lo mundano en lo sacro.”
Osho
PD: termino de escribir estas líneas y al releer el último párrafo, recuerdo una escena de la película “Belleza Americana” en donde se observa a una bolsa plástica bailando en el viento. Es un ejemplo del milagro oculto en lo mundano.
PDPD: la mayor parte de las pantallas, computadoras y teléfonos modernos tienen configuraciones para filtrar la luz azul, modos de “protección de la vista” y similares. Hagamos uso de ellos.
ENGLISH VERSION / VERSION EN ESPAÑOL MÁS ARRIBA
Check the configuration of your monitor, phone´s screen or TV. It is quite possible that the brightness, contrast, color and other picture parameters are set by default (or voluntarily) to high levels, perhaps even to the max. Now bear with me and diminish the bright and/or the back-light. Yep, just diminish it. Feel the effect: more comfort, ease, wellness, relaxation… It is even possible that you feel sort of a little “hangover” at the very moment of the adjustment: your mind and your vision are resenting the change, missing the over-stimulation received for countless hours. But let´s resist that initial impulse and leave it as is. A few minutes later, your sight gets used to it. Your sleep time, your health and your entire being will benefit with just this small adjustment – you can thank me later for the tip.
Now the aforementioned is just an example. This stimuli overload is nowadays a merciless attack to our senses: a 360 degrees pandemic. Our eyes are hurt by the light of monitors placed everywhere. Our ears suffer the constant attack of headsets and speakers at high volume. Our taste endures colorants, artificial flavorings, preservatives and industrial quantities of sugar. Our bodies feast on calories, chemicals and energy drinks. Our minds process more and more news, events and posts with biased, sensationalist, pro-management content. Videogames are ever more fast, realistic, catchy. We even run and exercise with watches counting our calories, speed, time and our pulse. We are indeed over-excited, over-stimulated, over-charged, over-measured… up to being over-loaded with an overly oversaturation over and around…
Passing over the over-represented joke, its time to seriously reconsider things. The so-called “slow-culture” is an answer to the stimuli tsunami we live in. I truly recommend for you to tour the International Institute of Not Doing Much. Moreover, let´s explore the varied tendencies across and above this cultural tendency. There is slow eating, slow travel, slow aging, slow gardening, slow cinema… even slow sex (!). Some of these options will resonate with your specific personality. Ahem.
Jokes aside, at the end, there is a single underlying statement: we need to slow down because we only have the present. I guarantee: the sole fact of diminishing the screen brightness makes the world more alive, more attractive, more “real”. Its natural: there is less contrast between reality and fiction. Now lets extrapolate this idea and lets imagine (a wink to Lennon, wherever he is) all the hidden beauty that will re-surge once we lower the volume, the sugar, the data intake, the rush. The magic of feeling the breeze will return. The privilege of truly tasting that food. The peace associated to a more humane cadence. We will win a lot by loosing this stimuli overload. Take a look to the “voluntary simplicity” and “downshifting” concepts. There is also something for all of us there.
I sincerely wish you all lots and lots of happy, sophisticated simplicity in this 2020 and beyond.
Fernando
“The grand miracle of the zen is the transformation of the mundane into the sacred.”
Osho
PS: I am finishing the draft of these post and reading it, I cannot but remember a scene of the movie “American Beauty” in which a plastic bag dances in the wind. Its a nice example of the miracle hidden in the mundane.
PSPS: most screens, phones and PCs have settings that allow blue-light filtering, night mode and other eye protection features. Let´s use them.
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La Calidad de Nuestras Preguntas/ The Quality of our Questions
VERSION EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW
Leí recientemente un comentario – más bien una cita, un aforismo – del señor Peter Diamandis. Nos dice Diamandis que en el futuro lo más importante no será “lo que sabes” sino la “calidad de las preguntas que hacemos”. Es verdad. La tecnología nos está llevando a un mundo donde pronto tendremos asistentes virtuales a nuestra disposición, siempre conectados a la internet: el “JARVIS” de IronMan se hará realidad. Los datos, la información, las noticias, en fin, “todo” estará al alcance de nuestras consultas (posiblemente verbales).
Por qué las preguntas son cruciales
Lo anterior suena traicioneramente genial: fácil y conveniente. Pero el diablo está en los detalles. Y es que el viejo adagio “basura entra, basura sale” aplica como nunca antes en la historia. Porque Google da respuestas pero no hace control de calidad de las búsquedas (más allá de la ortografía). Y esto solo será más y más válido en el futuro cuando tengamos a “JARVIS” con nosotros. A lo que voy es que si la pregunta es ambigua, tendenciosa o simplemente absurda, pues obtendremos una respuesta ambigua, tendenciosa o llanamente absurda. Es por esa razón que la calidad de las preguntas es asunto fundamental. Siendo así las cosas, saltan a la vista dos cuestionamientos adicionales: 1) Qué es una buena pregunta (léase una pregunta de alta calidad) y 2) Cómo se hace una buena pregunta. Veamos de manera resumida ambos puntos.
Qué es una buena pregunta
So riesgo de caer en una redundancia, diremos que… ¡esa sí es una buena pregunta! :o) Pues bien, una pregunta de alta calidad es aquella que nos dirige, nos empuja, nos acerca hacia la respuesta correcta. La pregunta correcta es por sí misma más de la mitad del camino hacia la verdad, hacia los hechos. Las buenas preguntas tienen una serie de características, entre ellas:
- Es relevante: es decir, tiene que ver directamente con el tema en cuestión.
- Es clara: las buenas preguntas no son ambiguas, sino que permiten una única interpretación.
- Es concisa: una pregunta de calidad presenta solo las palabras necesarias para hacer la interrogante… y nada más. Cualquier otra información se omite: brevedad es virtud divina.
- Tiene un propósito definido: una buena pregunta busca añadir valor. Si la pregunta no persigue una meta válida y congruente con el tema de conversación, probablemente está de más.
- Es una guía pero no un sesgo: una buena pregunta, como mencionamos anteriormente, impulsa hacia la respuesta, pero no por eso constriñe las ideas.
- Estimula el pensamiento: las preguntas retóricas, aquellas cuya respuesta es evidente no son las mejores. En la mayoría de los casos, es mejor evitarlas del todo. Se trata de pensar y buscar la verdad.
- Tienen un solo enfoque: las mejores preguntas nos impelen desde una sola dimensión: el qué, el cuándo, el cómo, el por qué, el para qué, el quién, pero no mezclan dos o más de estos paramétros a menos que sea absolutamente indispensable. Esto permite un enfoque pleno.
Cómo hacer buenas preguntas
La anterior lista de características nos deja en una muy buena posición a la hora de hacer nuestras preguntas. Sin embargo, quisiera agregar que hay otros elementos a considerar. Para hacer una buena pregunta, es necesario considerar el “timing”, el momento en que se realiza: hay preguntas esenciales que mutan en absurdos bajo algunas circunstancias. Asimismo, en qué circunstancias se interroga es importante (por ejemplo, hay que considera el estado emocional del interlocutor y la cantidad de “ruido” en el ambiente). Leer es siempre una buena idea: estimula nuestras mentes y las prepara para pensar.
Y antes de interrogar(se), siempre es buena idea el hacer un repaso de mi posición personal (expectativas, ideología, creencias) sobre el tema en cuestión, para hacer una sanísima autocrítica: ¿mi pregunta está sesgada? (“weighted question“) ¿Aceptaré la respuesta aunque no me guste lo que voy a oír? ¿Desde qué posición estoy partiendo? ¿Qué evidencia, argumentos y supuestos hay detrás de todo esto?
Finalmente, nunca está de más el solicitar un “acuse de recibo” de la pregunta: ¿qué fue lo que se comprendió? ¿hay dudas? ¿estamos claros?
Una brevísima conclusión
En este nuevo siglo, donde cada uno de nosotros se ha convertido en un “medio de comunicación” a través de las redes sociales y donde las opiniones sobran, la calidad de las preguntas – incluyendo las que nos hacemos a nosotros mismos – es fundamental. Aprender a interrogar – y ante todo, a interrogarnos – es un faro de luz que nos orienta hacia el puerto de la verdad. A contrapelo, las “malas preguntas” nos harán presa de sesgos & falacias, mentalidades cerradas y necias ideologías: engañados y auto-engañados, náufragos en un mar de datos.
Y bueno, para cerrar, quizás no me lo están preguntando, pero creo firmemente que el primer paso para todo esto – para mejores preguntas y para una mejor vida en general – es fomentar nuestra humildad. Se vale equivocarse. Está bien ignorar algo. Y se vale preguntar.
Un abrazo,
Fernando
ENGLISH VERSION / VERSION EN ESPAÑOL MAS ARRIBA
I recently read a comment – not a comment, more of a quote – by the famous Peter Diamandis. Mr. Diamandis says that “in the future, it will not be about “what you know” but “the quality of the questions you ask” that will be most important”. It is true. Tech is driving us to a world where we will have personal digital assistants all the time with us: the “JARVIS” of IronMan is coming soon. Data, info, news, “everything” will be at our fingertips (to be more exact, waiting for our verbal orders).
Why are questions so crucial
The aforementioned sounds too good to be true. Indeed. The devil is in the details, because the old saying “garbage in, garbage out” will be more relevant than ever. I mean, Google gives you answers but does not performs an analysis or QA of your questions. That is up to us. If the question is ambiguous, biased or plainly absurd then we will get an ambiguous, biased or absurd answer. So that´s why the quality of the questions is cornerstone- Being that the case, two subsequent questions arise: 1) What is a good question y 2) How to make a good question. Let´s briefly explore both points.
What is a good question
Now… that is a good question! :o) Well, a good question is the one that drives, pushes, leans us toward the correct answer. The right question is more than half the way towards the truth, towards the facts. Good questions have a series of characteristics:
- They are relevant: they are related directly to the topic at hands.
- They are clear: good questions have no ambiguity, but translate into unique interpretation.
- They are concise: good questions avoid jargon and unnecessary wording. They present just the right words and nothing else. Brevity is a virtue of the Gods.
- They are purposeful: good questions seek a goal. Good questions look to add value. If the question is not valid and congruent with to the topic, probably we can dismiss it.
- Good questions guide, but do not lead: a good question indeed guides us toward the correct answer, but is not a cage imprisoning the respondent.
- Good questions stimulate thought: rhetorical questions, questions with evident answers are normally not necessary. Questioning is about thinking, analyzing, elaborating , not so much about the obvious.
- They are unidimensional: the best questions guide us toward a “how”, “why”, “what”, “when”, “who”, “what for”, but do not mix these dimensions. In this way, laser focus is obtained.
How to make good questions
The prior list leaves us in a good position to raise our hands and make our questions. Still, there are a couple points to comment. First of all, we must consider timing when making our questions. Many key questions mutate into aberrations or absurdities when done at the wrong moment. Morever, the context and circumstances are relevant: for example, the emotional condition of the recipient. Reading is always a good idea: it promotes our ability to think, preparing ourselves to generate better questions.
And before asking, It is always a great idea to to a self assessment of my own personal position on the topic at hands: my expectations, my sensibility, my ideology, my beliefs. This self criticism exercise is crucial: am I making a weighted question? Can I handle the truth, even if I dont like it? Where am I coming from about this? What evidence, arguments, assumptions apply?
Finally, it is always a good idea to request a proofing, an acknowledgment of the question: what was the conveyed message? Doubts, comments?
A brief conclusion
In this not-so-new century, where each of us has become a new “communications medium” through social networks and when opinions surge everywhere on every topic, the quality of our questions is fundamental. To learn to ask, and especially to ask ourselves – is a lighthouse that guides us toward the truth. Contrary-wise, the wrong questions will make us prey of biases & fallacies, closed mentalities and stubborn ideologies: we´ll become castaways in an ocean of data.
As an ending: you may not be asking me, but personally, I truly believe that the first step to all of this – and to a better life – is to work in our humility, surrendering our egos. It´s okay to be mistaken. It is okay to ignore. It is okay to ask.
Warm regards,
Fernando
Fuentes/Sources:
Photo by Jon Tyson on Unsplash
Photo by Camylla Battani on Unsplash
Todos nietos y tíos… ¡Todos! / Grandchilds and aunties… All of us!
VERSION EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW
Arranquemos el 2020 con una nota positiva: ¿ha notado Ud. el singular efecto que tiene un niño o un anciano en nosotros? Me refiero a que la sola presencia de un bebé desata buenos sentimientos en las personas de buena voluntad. Todos queremos protegerle, apoyarle, evitarle un accidente. Su llanto inmediatamente levanta miradas preocupadas. Está en todos nosotros. Todos somos sus “tíos” y “tías”. Todos deseamos cuidarle y evitarle el mal.
Este solidario comportamiento se refleja también al tratar con ancianos. Me parece supremamente hermoso que completos extraños llamen cariñosamente”abuela” o “abuelo” al que peina canas. Manos ajenas se tienden para ayudarle a cruzar despacio la calle. Palabras pacientes se expresan. Sonrisas comprensivas aparecen.
Son esas instancias las que sacan lo mejor del ser humano. Nos hermanan. Nos unen. Nos ubican ante las grandes verdades de nuestras existencias. Nos remiten a nuestra esencial igualdad, recordándonos de donde venimos… y hacia donde vamos.
Saludos, que tengan un gran año.
Fernando
ENGLISH VERSION / VERSION EN ESPAÑOL MAS ARRIBA
Let´s begin 2020 with a positive note. Have you noticed the singular effect that kids and the elderly cause in us? I am talking about the fact that the sole presence of a baby unleashes the best angels of our nature. We all want to protect the child, providing protection and support. When a baby cries, concerned heads immediately raise. Its in all of us. We are all their “aunts” and “uncles”. We all want to take care of him/her and avoid any harm.
Solidarity also appears with the elderly. I find utterly beautiful that complete strangers kindly treat the old as “grandma” or “grandpa”. Gentle hands extend to help with the slow cross of a street. Patient words are expressed. Comprehensive smiles appear.
These instances are the ones that showcase the best of us. A brotherhood is revealed. We are united. These occasions exhibit the great truths of our lives. We are pointed to our essential and equal nature, reminding us as of where do we come from… and where are we heading.
Cheers, may you have a great year.
Fernando
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El recurso más escaso (y valioso) del mundo / World´s scarcest (and most valuable) resource
VERSIÓN EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW
No, no es el petróleo. El “fracking” y el advenimiento de la era eléctrica del transporte y las energías renovables así lo confirman – la era del “oro negro” terminará pronto y no por falta de petróleo, así como la Edad de Piedra terminó y no por falta de “insumos”. Tampoco es la información: por lo contrario, esta nos satura día a día. No es el dinero: ciertamente, está muy pero muy mal repartido – pregúntele al infame del “Sr. Gini” – pero recursos financieros los hay hoy en día como nunca en la historia. Ni lo es el agua potable: escasea por su variabilidad y distribución mundial, pero las nuevas tecnologías de des-salinización y potabilización prometen soluciones a mediano término. Ni siquiera es el tiempo, el cual desperdiciamos a raudales.
Pero, ¿y entonces? ¿Cuál es entonces ese limitadísimo y valioso recurso? Pues ya entrado el siglo XXI, está más que claro que, al menos para la parte de la Humanidad que habita en los Niveles III y IV de desarrollo trazados por H. Rosling (aquellos de nosotros que tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas), el recurso más escaso, más precioso, más difícil de gestionar y proteger es la atención humana (“undivided attention”, dicen los angloparlantes). Nunca como ahora se nos ha hecho tan difícil el enfocarnos en una sola cosa. A la Humanidad le resulta imposible hacer una sola cosa a la vez. Llevamos esto a límites ridículos, extremos, absurdos. Mire a su alrededor. Tal vez está en un restaurante. La gente ya no puede esperar por su café mirando por la ventana: hay que ver el celular. No se hablan unos a los otros: los grupos comparten mesa pero cada quien está cabizbajo mirando el “iPhone” como si le rezaran a San Zuckerberg, santo patrono de los despistados. Tampoco podemos ver la TV tranquilos: Instagram nos grita y nos distrae. Hasta caminamos viendo el aparatito – los accidentes y hasta las señales de tránsito para peatones distraídos son ya anecdóticas. Válgame Dios, es que no podemos ni siquiera defecar en paz – perdón pero así es – porque se nos “enfría” el último mensajito de Whatsapp mientras a su vez calentamos el inodoro con las posaderas: termodinámica pura supongo…
Usted me podría argumentar que bueno, que eso está bien porque al fin y al cabo… ¿qué importa? “Mire Fernando, no le estoy haciendo daño a nadie, así que no moleste, estoy viendo mi Instagram. Y además… “it´s evolution, baby“: por ahí va la cosa así que más bien hay que adaptarse a los nuevos tiempos. Siento ser el mensajero de la cruda verdad: eso es falso. Sí, sí nos estamos haciendo daño. Y mucho. Muchísimo. Veamos por qué:
- Porque dañamos las relaciones con quienes nos son más cercanos. Así es: por alguna razón le damos preferencia al prójimo ausente en demérito del que está a nuestro lado. Siendo seres físicos, nos estamos desconectando de nuestra integralidad, dañando de paso la cruda naturaleza de nuestras relaciones sociales.
- Sobre-saturación (“overload”) de estímulos: demasiados anuncios, demasiadas actualizaciones, sobrecarga de “likes”, de descargas, programas, pantallas, notificaciones, mensajes, chats, correos, ventanas, aplicaciones, contactos… Es demasiado: somos seres humanos, no laptops o servidores (irónicamente, parece que últmimamente nos hemos convertido en sus siervos). Hay que aprender a decir “es suficiente” – la tecnología evoluciona más rápido que nuestras capacidades. Gestionar su uso adaptado a nuestro humano ritmo es lo procedente.
- Ceguera cognitiva: la distracción en que caemos con las redes sociales y los celulares generan otro problemita: nos roban el limítadisimo enfoque del que es capaz nuestra mente. Por revisar el Whatsapp, perdemos la capacidad de notar lo sutil, lo novedoso en nuestro entorno y en ocasiones, hasta de lo más evidente (algo así como cuando no nos percatamos de que dejamos las llaves del auto por fijar la atención en las de la casa). Y ni hablar de entrar en “la zona” (M. Csikszentmihalyi, en inglés, “flow“): ese estado “mágico” de máximo disfrute y productividad se vuelve una imposibilidad al estar nuestra atención saltando de tema en tema, del celular a la mesa a la TV al trabajo a la comida a YouTube y así ad infinitum.
Nuestros cerebros, nuestras mentes no están hechas para la multi-tarea, en spanglish, el “multitasking”. Un ejemplo: mire Ud. un noticiero de una cadena reconocida (imagen arriba). Ahora no basta con el periodista presentando las noticias: además de eso, tenemos que procesar sendos letreros superpuestos, el “cintillo” inferior con comentarios y para rematar, carteleras de noticias corriendo cual caballos a todo galope brindando noticias y valores de acciones… ¡en ocasiones tanto arriba como abajo de la pantalla! Despues de un breve rato viendo esa debacle, el que termina como equino cansado es el televidente. Más aún, temo por lo que viene: los anteojos y visores VR, los lentes de contacto “smart” y los implantes a nivel cerebral (“Neuralink” de E. Musk y otros) no están lejos, y entonces nos superpondrán (¿impondremos?) una capa ficticia sobre la realidad, un mundo virtual en el cual ahora sí perderemos el control sobre a qué debemos prestarle atención. Ya es suficientemente molesto manejar las notificaciones de nuevos correos, mensajitos y anuncios en el teléfono. Imagínese eso superpuesto en su campo completo de visión, por no mencionar el que se le “inyecte” directamente en su cerebro, en su psique. Se abre entonces toda una nueva y oscura acepción para el término “neuromarketing”, por no entrar en escenarios de – todavía- ciencia ficción (“Total Recall”, “Matrix”)…
Tal parece que además de los diferentes calificativos aplicados a nuestra Sociedad en variados ensayos – “de la Información” (P. Drucker), “del Espectáculo” (V. Llosa), “del Cansancio” (Han), “del Consumo”, “Líquida” (Bauman) – habrá que añadir el calificativo de “Sociedad del Desenfoque” o “Sociedad del Zapping”: por estar atendiéndolo todo, no estamos concentrados en NADA.
Al final, el problema radica en nuestra falta de control personal: nuestra incapacidad de administrar nuestros impulsos, nuestro desenfrenado apetito cerebral por la cortisona, por la “información”. La urgencia por estar informados sobre “lo último”, esa hambre por “la inmediatez”, por “estar al día” con todas estas notificaciones está enfermándonos pues lo que no tiene ninguna importancia se nos “vende” como urgente y se está tragando todo el espacio para lo vital, para lo que requiere nuestro enfoque, para nuestra familia, amigos, nuestro sano esparcimiento, nuestra desconexión. No es algo intrínsecamente malo el tener redes sociales o un teléfono inteligente. Lo que está muy mal es que se inviertan los papeles y estos artilugios sean nuestros dueños. Reclamemos lo que es nuestro: nuestra atención, nuestro tiempo, nuestras vidas.
Aprovechemos estos días libres para disfrutar un baño de naturaleza, un “Shinrin –Yoku“. Re-aprendamos a hacer una cosa a la vez: a actuar con la plenitud de nuestros seres, dedicando la totalidad de nuestra atención. Entonces, no se diga más, bajemos el celular y alcemos la mirada: dejemos de rezarle a San Zuckerberg. Entreguemonos al momento. “Cierra la pantalla”, como suena una canción de moda. Leamos con absoluta atención. Si estamos laborando, pues trabajemos con entrega. Veamos una película sumergidos en la trama, escuchemos música navegando en cada nota, corramos entregando el alma, pensemos con abstracción total, respiremos despacio y profundamente, aburrámonos mortalmente, abracemos intensamente, besemos con pasión, comamos saboreando cada bocado, bebamos con gusto pleno (la bebida en cuestión para Fin de Año queda a discreción del amable lector). Las mejores cosas de la vida son el resultado precisamente de esos momentos de entrega total… una cosa a la vez.
Enfoquémonos pues en lo importante, pero ENFOQUEMONOS. Bendiciones, felices fiestas.
Fernando
ENGLISH VERSION / VERSIÓN EN ESPAÑOL MÁS ARRIBA
No, it is not oil: so-called “fracking” and the upcoming eras of electrical transportation and renewable energies confirm it. The Stone Age ended not due to lack of “inputs”, and the Oil Age won´t finish as per lack of petroleum in the ground. Neither it is information: au contraire, we are submerged in data and info day by day. It is not money: it is indeed terribly distributed – ask despicable “Mr. Gini” on that – but economics/finance resources are in a max point. It is drinking water: again, its geo-distribution is lowsy and peak-lows are extremes, but new techs on desalination and potability promise solutions on the mid term. It´s not even time itself, which we absurdly waste, taking things for granted.
But then… what is the name of that valuable, most limited resource? Well, in the XXI century, and at least for the part of Humanity living on Levels III and IV of economical development as per H. Rosling (those of us who have their basic necessities well covered), the scarcest, most difficult to attain and protect, and in Gollum´s words, most “precious” resource is undivided human attention. Never in history has it been so difficult for us to do a single thing at a time. Look around you: perhaps you are in restaurant, coffee shop or pub. People no longer wait for their coffee looking through the window or to one another: we must see the cell phone. We don´t talk, we just bend our heads in a prayer to Saint Zuckerberg, holy patron of all “zuckers”. We cannot watch the TV (or YouTube): Instagram yells for our attention. We even drive and walk watching these things – accidents and even transit signs for distracted pedestrians are now a collection of anecdotes. Alas! We cant even go for a “number 2” in peace, God forbid the Whatsapp messages to cool down in the little screen while at the same time the toilet warms through our “rearguard”: pure thermodynamics, I guess…
Now you could argue that all this is okay because, at the end of the day, who cares? Meaning: “Look Fernando, I am not making harm to anyone, thus please stop the whining. Furthermore, “its evolution baby”, this is the right and real way things should derive into”. I hate to be the carrier of bitter news: that is not true. Yes, we are harming ourselves and our kin. A lot. Why? Because:
- Because we harm our relationships with the ones closest to us. For some reason, we tend to prefer contact with the ones on the phone, putting on a secondary level the ones at our side. Since we are physical beings, this is disconnecting us with our wholeness, hampering our real world social networks, our relationships, our face to face daily interactions with friends and family.
- Stimuli overload: too much publicity, too many updates, overload of “likes”, downloads, apps, emails, chats, windows, contacts, calls, flags, tasks… Its just too much, we are human beings, we are not “routers” or servers (ironically, lately it looks like we have become servants to them). We need to learn to say “its enough”. Tech is evolving faster than our capacities. We must adapt its usage to our human cycles.
- Cognitive blindness: the distraction due to social networks and smartphones causes another issue. These things steal the limited focus our minds are capable of. The vicious need of checking Whatsapp implies loosing the capacity of noticing the subtle, the novelty and even the evident in our lives (in the same way that we cannot see the lost key cars next to the house keys we were so angst to find). And lets not even talk about flow (M. Csikszentmihalyi): that “magical” status of pure joy and max productivity becomes an impossibility when we keep jumping from topic to topic, when our attention shifts from the cell to the table to the TV to work to food to YouTube… ad infinitum.
Our brains & minds are not meant for multitasking. Check out the example above from an international cable news channel (example above). So now it is not just about the journalist presenting news, we need to deal with announcements, graphs, clarification/context notes and even banners running breaking-news and updates like horses at full speed…. sometimes above and below the screen in opposite directions! After a short time watching all this, the one left feeling like an exhausted colt is the spectator. Moreover, I fear for the upcoming media: VR visors, smart contact lenses and even direct implants in our brain (“Neuralink” by E. Musk and other) are not far. When that time comes, a new fictitious layer will be imposed over reality, a virtual world where we will loose our ability and right to choose what to focus on. It is now annoying enough to keep “up to date” with all the flags in our phones. Imagine that in your complete eye-span, not to mention flags and announcements directly implanted in your neuro-cortex, in your mind. This opens a window to a new dark era or neuromarketing”, not to mention stuff like “Total Recall” or “Matrix”.
Looks like besides the variety of adjectives already used to describe our world – “Information Society” (P. Drucker), “Entertainment Society” (V. Llosa), “Burnout Society” (Han), “Consumer Society”, “Liquid Modernity” (Bauman) – we will need to add “Society of Zapping”: due to shifting and watching everying, we focus in nothing.
Bottomline, the root cause of the problem is our inability to manage ourselves. It is our lack of control, our never ending appetite for stimuli and our cerebral appetite for cortisone. The false urgency for the latest is making us sick. What has no importance is “sold” to us as urgent, leaving no space for what truly should matter: family, friends, health time off. “Smartphone” or “social network” are not necessarily synonyms to “evil”, but what is certainly a perversion is for us to be owned by those things. Let us claim what is ours: our attention, our time, our lives.
Lets use these free days to truly enjoy and get healed by nature: lets do a “Shinrin –Yoku“. We must re-learn to do a single thing at a time: lets act with the complete wholeness of our beings, with the entire devotion of our mind. Thus, say no more: put down the cell phone and stop praying to Saint Zuckerberg. Lets read with absolute attention, lets watch a movie submerged in the plot, lets listen to music riding each note, lets run like its the last race of our lives, lets think with the absolute abstraction of our mind, lets take a deep, slow, absolute breath, lets get mortally bored, lets truly hug someone, lets kiss with passion, lets eat savoring each bite lets drink with pleasure (beverage of choice for EOY party to be defined by the kind reader). The best of life is the result of those intense moments when we do one thing at a time.
Thus, lets focus in the important stuff, but lets do FOCUS. All the best, happy holidays.
Fernando
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Sembrando árboles bajo los cuales no nos sentaremos
Revoloteando entre artículos y opiniones, di esta semana con una de esas frase que impactan. Debo admitir que la versión inglesa me gusta aún mas, pero aún las catorce palabras en español resuenan hasta la eternidad… y más allá. La frase dice así:
“Una sociedad prospera cuando los viejos plantan árboles cuya sombra saben que nunca disfrutarán”
David E. Trueblood (ver nota al pie)
Escucho la frase en mi mente de nuevo al escribirla y vuelvo a sonreir. No puedo evitarlo. La sencilla poesía escondida en la metáfora, la elegante resolución de la afirmación y ante todo el sabio mensaje mueven tanto al corazón como al entendimiento. Frase digna de la mencionada sonrisa, el aplauso pendiente y quizá de una lágrima mal disimulada. Le invito a re-leerla: “Una sociedad prospera cuando los viejos plantan árboles cuya sombra saben que nunca disfrutarán”. ¿Lo captamos? Esta frase resume la más pura verdad de esta vida, como es la absoluta interrelación de todo lo que existe. Sabe al mejor de los vinos. Degusto notas similares a las expresadas por el Jefe Seattle (“Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo“). Lleva tintes de humanismo, aceptación y tolerancia. Tiene cuerpo de madura ilustración, con humos de progreso. Y deja finalmente un sabor a maderas en la boca, con ribetes de ecologismo, desprendimiento, entrega, gratitud y lealtad.
¡Salud, hermanos! Alzo mi copa entonces por los árboles sembrados, por las sombras que se proyectarán y ante todo, porque nuestros hijos – y los hijos de nuestros hijos – puedan siempre disfrutarlas.
Fernando
NOTA: Si usted busca el orgen de la frase en la internet, se le atribuye normalmente a “los griegos” en el sentido de la Grecia clásica (una afirmación que, por motivos sentimentales, no podría desear más que fuese verdad). Sin embargo, investigando un poco, encontré este análisis que prueba que el autor es el arriba citado, el cuáquero Mr. David E. Trueblood.
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Gladiadores, mensajeros y cabezas cortadas / Gladiators, messengers and chopped heads
ACERCA DEL COSTO DE ACEPTAR EL ATAQUE AD HOMINEM / ABOUT THE COST OF ACCEPTING THE AD HOMINEM ATTACK
VERSIÓN EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW
“Dentro de tres semanas yo estaré recogiendo mis cosechas. Imaginad donde querréis estar y se hará realidad. Manteneos firmes, no os separéis de mi. Si os veis cabalgando solos por verdes prados, el rostro bañado por el sol, que no os cause temor. Estaréis en el Elíseo y ya habréis muerto. ¡Hermanos! ¡Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad!” Así infunde ánimo el general romano Maximus a la tropa justo antes del combate por Germania en la apertura de la película “Gladiador” (Universal Pictures, 2000). En la escena siguiente, tras una corta y sangrienta batalla decidida por una poderosa carga de caballería (“¡Roma Victoria!”), mueren cientos, miles de bárbaros exterminados por las legiones romanas. Lo triste es que, justo antes de la batalla, Maximus había enviado un heraldo, un mensajero para tratar de negociar un acuerdo de paz con los germanos. Pero bueno, “al diablo este romano” dijeron aquellos y al pobre diablo le cortan la testa probablemente sin poder decir “esta boca (y esta cabeza) es mía”. No tuvo chance de presentar la propuesta de pax romana. Aquello fue muerte automática para el desafortunado mensajero. Quizá el ejemplo no sea el mejor pero ciertamente es muy gráfico: una cosa es el mensaje y otra el mensajero. Déjenme tratar de explicarme a continuación.
De lo que estamos hablando es de un tipo particular de engaño… y muchas veces de auto-engaño. Se trata probablemente de la forma más vulgar de jugar sucio, de “embarrealar la cancha”, diríase en dialecto futbolero. Sin embargo, con todo y lo primitivo de esta estafa, es la táctica de moda en este mundo actual, mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (mundo “VUCA” por el acrónimo en inglés). Desde los diputados en mi país hasta Jefes de Estado en Brasilia ó Washington, todos son fanáticos del ataque al mensajero. Porque, si fueramos a creerle a los políticos & líderes actuales, ellos no se equivocan. Nunca. Eso jamás. Si llega una crítica aún con evidencia contundente en mano, la respuesta es casi automática: eso que dicen es más bien una ofensa, una trama, una venganza política y la prueba de ello es que es “Usted” quien lo dice. Sí, “Usted” que es un miserable. ¡Pues claro! No ve que esposa más fea la suya, por supuesto que me envidia y por eso dice que se quema el Amazonas y yo no hago nada. Usted es el malo, porque solo publica “Fake News”, porque yo equivocarme… ¡Jamás! ¿Cómo va a ser eso cierto? Hablemos mejor de Usted, porque Usted es una pésima actriz, eso es lo que es Usted. ¿Incongruente yo? Eso lo dice porque usted es un cómico sin gracia, un perdedor. Y Usted, Ud. es un periodista amargado. ¿No ve que Ud. es un loco socialista? ¿No ve que Ud. es un progresista pervertido? ¿No ve que Ud. es un conservador hipócrita? ¿No ve que Ud. es un afeminado… o que Usted es esto o lo otro? Caramba que está de moda. Hasta a mi me ha pasado: hay gente que ha tratado de desvirtuar una opinión argumentada de quien suscribe esta nota solo por mi profesión, por mi estilo al escribir o incluive por ser calvo. Se lo digo en serio, a esos (des)copetudos extremos llegamos.
Me pregunto si nota Ud. la trampa escondida en este tipo de respuesta. Creo que sí. Se trata de “ensuciar” el mensaje, de distraer a la audiencia sobre la evidencia presentada, de debilitar el argumento “cortándole la cabeza” al mensajero. Pero “no comamos cuentos”: por todos los cielos, no nos dejemos engañar. Nos va la vida en ello. Porque… ¿qué importa quién lo está diciendo si lo que se está diciendo es válido? Lo malo es malo aunque lo haga mi amigo (o mi candidato o partido político o referente o familiar o lo que sea). Y por supuesto que lo bueno es bueno aunque venga de mi enemigo (o rival, adversario, crítico o lo que fuere). Si se trata de críticas, enfoquémonos primero en el mensaje y el mensaje nada más. A ver: ¿Hay un argumento sólido, es razonable lo que se está diciendo? ¿Hay evidencia? ¿Hay algún ejemplo o precedente? Si es así, pues el nombre del mensajero pasa a un clarísimo segundo plano – engañarse a uno mismo al atacar al emisor implica un precio. Ese precio puede pagarse en héctareas de Amazonia quemada. Quizás se convierta en un escándalo por un “huracán rebelde”. O en una disminuida libertad de prensa. Ese auto-engaño puede costarnos mayor corrupción, o una afectación económica o la degradación misma del Estado de Derecho. Quizás el precio a pagar sea simplemente el convertirse en una marioneta de los mentirosos: un incauto, un idiota que sigue ciegamente a sus “líderes” sea lo que sea que estos hagan o digan.
En el caso de los bárbaros de Germania, pagaron con sus propias vidas. Mejor sigamos el ejemplo de Maximus Decimus Meridius, Comandante de las Ejércitos del Norte, General de las Legiones Fénix, fiel servidor del verdadero Emperador Marco Aurelio. Como diría el Gladiador (quien a su vez cita a Cicerón): “A veces hago lo que deseo hacer. El resto del tiempo hago lo que debo”. Palabras dignas de Marco Aurelio. Que sea entonces más el tiempo que dedicamos a lo segundo.
Hasta la próxima, “SPQR”.
Fernando
ENGLISH VERSION / VERSIÓN EN ESPAÑOL ARRIBA
“Hold the line! Stay with me! If you find yourself alone, riding in the green fields with the sun on your face, do not be troubled. For you are in Elysium, and you’re already dead! Brothers, what we do in life… echoes in eternity.” Those are the glorious words used by the Roman commander Maximus to motivate the troops just before the last fight for Germania in the opening scene for the movie “Gladiator” (Universal Pictures, 2000). Next scene, after a short and bloody battle decided by an overwhelming cavalry charge (“Roma Victoria!”), hundreds, thousands of barbarians die, exterminated by the Roman legions. The saddest thing is that just moments before the battle, a herald, a messenger was sent by the General pursuing a peace treaty. But oh well, “chop that bastard´s head” said the barbarians and the messenger couldn´t possibly say a word. Not even the chance to present the pax romana deal terms. Kill the messenger! Perhaps this is not the best example to introduce this article but it is certainly very graphical: one thing is the message and quite a different one is the messenger. Let me try to explain in the following lines.
We are talking about a very specific type of deceit… and many, many times of SELF-deceit. It is probably the most ancient & grotesque way of playing a trick on an adversary. Nonetheless, in spite of all the aforementioned, it is the in-vogue tactic within our volatile, uncertain, complex and ambiguous world (VUCA world). It is used from Washington to Brasilia, from Moscow to Istambul: nowadays many powerful leaders are fans of shooting the messenger. Why do I state this? Because, if we were to believe nowadays politicians and leads, they never make a mistake or tell a lie. Never. That is an impossibility. If critics come – even with solid evidence – the answer is automatic: that is a lie, a political scheme, a treat. And the proof of it is that is is “You” the one with this message. Yes… “You”, and “You” are a bastard. Can´t you see how ugly is your wife? Of course you are saying that the Amazonia is on fire and Im doing nothing: you are envious of my beautiful lady. You… you are the bad guy. You are the one who publishes “Fake News”, since it is impossible for me to have an error. Not in a hundred years! Lets better talk about you because you are a terrible actor. And BTW, you have the worst ratings. Incongruity from my end? You say that because You are a failed comedian, a looser. You, you are a bitter journalist. And You, you are a crazy socialist. You, you are a pervert progressive. And You, oh well, you are a hypocritical conservative. And the other one, well that is an unmanly fool. Alas! This thing is indeed on trend. Even I have been attacked. There has been occasions when people try to erode an opinion by this author because of my profession, my nationality, my literary style or even because of being bald. Im serious: to these (un)hairy extremes we have arrived…
I wonder if you can see the trick hidden within this type of an answer. I believe you do. Behold. It is all about “messing up” the message. It is about distracting the audience about the evidence. It´s a vain attempt to weaken the argument by damaging the messenger. But let´s not allow anyone fool us. Our future and the future of our children is in stake here. I ask: is it really important to debate on the “who says so” if the message itself is valid? What is bad is bad regardless it comes from my friend (or peer, or kin, or candidate, or political party). And of course, what is good is good regardless it comes from my enemy (or adversary, or critic or whomever). Thus, if it is a critic, lets focus first on the message and the message only. For example, let´s ask: is there a solid argument here? Is it reasonable? Is there evidence? Any examples provided or a historical trend? Being that the case, then the name of the messenger should be put in a clear second stage. The price of fooling ourselves and attacking the messenger is costly. The price could be paid in square miles of burned Amazon jungle. Perhaps it translates into a “rebel hurricane”. Or in a diminished press liberty index. This deceit can cost our society a higher corruption or even the degradation of the State of Law concept. Perhaps the price to pay is just the fact of becoming a puppet for the masters of lies: fools that meekly follows his/her “leaders”, regardless any actions or statements from them.
In the case of the barbarians who populated Germania, the cost was paid with their own lives. Thus, lets always separate the concepts of message and messenger. Lets better follow the example of Maximus Decimus Meridius, commander of the Armies of the North, General of the Felix Legions and loyal servant to the true emperor, Marcus Aurelius. As the Gladiator would say (quoting Cicero, BTW) “Sometimes I do what I want to. The rest of the time – I do what I have to“. Words worthy of Marcus Aurelius himself. Let´s devote more time to what we have to do.
See you soon, “SPQR”.
Fernando
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Simplezas para simplones
Un buen mentiroso sabe que la mentira más efectiva es siempre una verdad a la que se le ha sustraído una pieza clave. – Carlos Ruiz Zafón
“Miente y miente que algo queda” decía un supervillano de la vida real, Herr Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de la Alemania nazi. En este artículo construimos sobre sus oscuras ideas para alertar sobre su terrible vigencia. Tal vez deberíamos actualizar un “poquitín” la frase para nuestro siglo XXI. La versión 2019 sería algo así como “Más y más simple porque solo así escuchan” o tal vez “Sencillo porque es para simplones”. Quizás “Meme y meme que algo queda”. Algo por el estilo. El punto es que nunca como en nuestro tiempo se ha enmascarado tanto la mentira disfrazándola a través de la sobre-simplificación y su pariente cercana, la generalización. Los villanos actuales llevan estos “camuflajes” a niveles francamente absurdos más la ironía es que la efectividad del engaño es proporcional a lo grosero del “argumento”. Veamos esto en detalle a continuación.
MIÉNTEME… COMO SIEMPRE
Hemos insistido con anterioridad en el peligro de las generalizaciones. No hay nada que sepulte más rápidamente una conversación que la estigmatización del otro a través de una “etiqueta”. Nos referimos al uso de términos “descalificatorios” utilizados para denigrar al interlocutor. Por ejemplo, el mal uso del término republicano, demócrata, progresista, conservador, comunista, liberal, ateo, etc. La conversación muere en las primeras de cambio porque la retroalimentación se convierte en un ataque ad hominem disfrazado de clasificación objetiva. Por ejemplo, si una persona “X” intenta explicar la importancia del control de la natalidad y su interlocutor “Y” lo interrumpe para declararlo un “progresista pervertido” pues adiós al diálogo. En este ejemplo, una barrera ideológica infranqueable impulsa a la segunda persona desde una posición defensiva a un ataque directo en cuestión de instantes: imposible el intercambio de ideas.
Hablando de etiquetas y generalizaciones, ya son de antología los lamentables ejemplos a cargo del actual Jefe de Estado estadounidense. Llamar a los inmigrantes mexicanos “violadores, gánsteres y delincuentes“, los comentarios machistas y chauvinistas, la calificación de naciones enteras como “pozos de porquería“, el matonismo. el cinismo y el uso de apodos ofensivos para con sus rivales políticos y cualquiera otro que le critique son parte de las “lindezas” en el menú. Lo curioso es que políticamente hablando estas atrocidades son las que le son más rentables. ¿Por qué? Bueno, hay múltiples razones pero creo que una causa fundamental es que el mensaje está perfectamente ajustado al gusto de la audiencia destinataria del mismo. Decir que los problemas de la economía norteamericana se reducen a que “los inmigrantes se están llevando nuestros trabajos” es, por decir lo menos, una generalización malintencionada más el mensaje es deliciosamente simple. Es como una barra de chocolate: no ayuda con tu desnutrición y tu salud pero esa bomba de sal con azúcar y químicos genera una satisfacción pueril e instantánea. Pura cortisona: demasido fácil, demasiado sencillo, demasiado tentador. No hay que interpretar nada, lo entiende cualquiera, no exige esfuerzo, análisis ni información. Un aullido de lobo invocando al animal que todos llevamos dentro. Si fuera boxeo, el anunciador cantaría: “En esta esquina, con 250 libras y blandiendo su amenazante cuenta de Twitter, la mismísima encarnación de la mercadotecnia vendiendo absurdos a través de argumentos mentirosos pero pegadizos como éxitos “pop”. En esta otra esquina, con 3.3 libras, sesgos mentales y una tendencia evolutiva ancestral a evitar reconsiderar sus juicios aún ante evidencia plena y contundente… el cerebro humano“. Resultado de la pelea: knockout técnico en el primer asalto. Bajo esta luz, el “matrimonio” que hacen muchas personas entre la religión y la política no es solo comprensible sino esperable. Es demasiado sencillo, demasiado fácil y tentador el poner ambas cosas bajo el mismo “manto sagrado” vendido por pastores metidos a político (o políticos metidos a pastor, para el caso es lo mismo). La persona resuelve dos problemas en uno y sale con la conciencia tranquila porque el candidato viene “en nombre de Dios”. Sí, una especie de “congruencia divina a la carta” (aunque el menu lo entregue el propio candidato, aquello de Juez y Parte parece no importar en estos casos).
LA PARTE POR EL TODO
La escogencia de candidatos por su postura ante un elemento puntual pero sensible al individuo es otro ejemplo de “generalización mentirosa”, como el escoger al candidato por su postura ante, p.ej. el aborto (o al menos por sus declaraciones oficiales sobre el mismo). El ciudadano cae bajo el hechizo del “efecto halo” y pondera al político únicamente por sus proclamas sobre ese tema puntual – todo un “proxy” en lenguaje técnico. Todo lo demás desaparece ante sus ojos como por encanto. Tenemos entonces a personas que escogen al candidato idóneo para la Presidencia por sus declaraciones – lo que él ó ella dice – sobre, digamos, el matrimonio igualitario… ¡y nada más! La formación profesional del candidato, su experiencia, su equipo de trabajo, su plan de gobierno, su carácter, sus declaraciones sobre otros temas, su comportamiento personal, su propuesta económica, el historial del partido político que lo acompaña, sus finanzas… todo lo demás se hace irrelevante. Otra mentira disfrazada de generalización.
MEJOR “A LO MARVEL”
En esta sociedad actual donde las éxitos de taquilla son las películas de superhéroes, el ciudadano promedio parece no estar dispuesto a aceptar que puede haber más de un motivo, que hay grados, matices, fases y etapas, relaciones complejas, victorias que saben a derrota, derrotas que construyen victorias, procesos, acuerdos bajo la mesa, engaños y segundas intenciones. Es más fácil identificar el villano cuando lleva cuernos y asociar al héroe con aquel que lleva capa y trae los calzoncillos por fuera. Son aún menos los que están dispuestos a escuchar y aceptar que quizás no todo sea culpa del gobierno o del Presidente de turno o inclusive del Estado. Porque la autocrítica es dura. “Quizás no debí abandonar los estudios o faltar al trabajo aquel. Quizás debí esforzarme más. Quizás no debí ensuciar mi hoja criminal. Quizás debería aprender otro idioma. Quizás mi país no está aislado del mundo: ¿pasará algo allá afuera que esté afectándonos por acá? Quizás, quizás, quizás…”
Siempre es más fácil cuando alguien más nos trata como a niños y echa las culpas a un tercero etiquetándolo como “el malo”. Si no estamos dispuestos a leer, al análisis y a pensar seremos entonces un festín de simplones para regocijo del lado oscuro del mercadeo, de las “fake news”, de los memes, de las verdades a medias y las mentiras completas. Sí, carne de cañón para oscuras esferas que devoran cerebros tiernos y casi sin estrenar mientras masticamos unas “encantadoras” papitas fritas… ¿alguien con ketchup, por favor?
Fernando
Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga. – Denis Diderot
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“Whatsappito, Whatsappito, que habitas en mi cel, dime con qué alimento mi odio, desde que revisé ayer”
Aparentemente habrá que añadir un nuevo grupo de Libros Sagrados a la Biblia: las “Epístolas Zuckerbérgicas”, pues si algo nos llega por Facebook, Instagram o Whatsapp entonces automáticamente es Sagrada Verdad. Veo una sonrisa disimulada: como chiste, hasta alguna gracia tendrá, pero en el fondo es un asunto muy serio. Nos estamos convirtiendo en incautos digitales capaces de admitir cualquier estupidez con tal de que llegue a nosotros a través de un conocido, por medio de Whatsapp.
El ejemplo más reciente es doloroso. Es difícil de creer y de aceptar pero el Ministro de Educación fue removido del puesto a punta de mentiras. Sí, de mentiras. Porque es mentira que exista alguna actividad en el calendario del MEP para celebrar el orgullo gay y es una flagrante mentira que los drones para los colegios técnicos agropecuarios sean sistemas de espionaje ”a lo 007”. Es mentira que los baños neutros sean antros de libertinaje (de hecho, todos tenemos un baño neutro en la casa… a menos que el arquitecto le instalara dos inodoros juntos). Lo curioso del caso es que cualquiera de estas cosas puede ser comprobada rápidamente buscando en internet. Sin embargo, un venenoso coctel de pereza, credulidad y comportamiento de manada nos hace incapaces de detenernos un momento y hacernos preguntas obvias, preguntas naturales, preguntas lógicas y evidentes. Por ejemplo: ¿Cómo sabe esto la persona que me lo envía – cuál es su fuente? ¿Qué dicen los diarios, los telenoticieros, los programas de opinión en la radio al respecto? ¿Algun analista o periodista reconocido ha denunciado este asunto? ¿Algún Diputado, la Contraloría, la Fiscalía? ¿Qué dice la página del Ministerio o de la entidad a la cual ataca el mensaje? ¿Podrá tener algún interés en particular la persona que comparte “esto” para atacar así? De repente el mensaje pasa la prueba y resulta ser verdad, pero aceptarlo así como así es muy peligroso. No hace mucho Edgar M. Welch condujo seis horas desde su casa para luego entrar y disparar en la pizzeria “Comet Ping Pong” en Washington DC. ¿Por qué? Bueno, el caballero en cuestión había leído “noticias” en Facebook y Twitter donde se aseguraba que en ese lugar operaba una organización mafiosa que explotaba sexualmente a niños y era dirigida por… Hillary Clinton. Dichosamente, la policía actuó rápidamente y nadie salió herido, capturando al crédulo de Mr. Welch con su rifle de asalto AR-15.
La lección es evidente, pero vamos a dejarla por escrito: si el mensaje llega por redes sociales, no hay que creerlo sin antes investigar. Esto es especialmente válido cuando el mensaje “suena bien”, o sea, cuando refuerza lo que yo ya creo saber. Es muy probable que simplemente me estén manipulando. Me están “endulzando” el oído, diciendome precisamente lo que quiero escuchar: el Gobierno hizo tal cosa, el Ministro es un tal por cual, los “Progresistas” están cambiando aquello, los “Conservadores” hicieron tal y tal barbaridad. Dice el refrán que uno no ve el mundo como es, sino como quiere verlo. Nunca ha sido esto más cierto que ahora, porque su Whatsapp y su Facebook, amigo lector, son un espejo de quien Usted es. Están diseñados para eso, para que Usted los revise todos los días, a cada instante, mostrándole solo lo que Usted quiere ver. Son una “chupeta digital”, son su burbuja privada, su mundo, su perspectiva, su visión, un sistema que refuerza incesantemente sus creencias y posturas. Más aún, esos mensajes le son compartidos probablemente por gente que piensa igual que Usted… lo que nos hace olvidar que hay miles de millones de otras personas en este mundo, muy diferentes a Usted y yo. Ahora bien: ¿Qué clase de reflejo devuelve ese espejo? ¿Hay odio, burla, rencor? ¿Tolerancia, positivismo, esperanza? Cuidado porque Usted es precisamente “eso”. Los analistas indican que luego de 70 likes, Facebook lo conoce a Usted mejor que su propia madre. Grave reflexión será.
Finalicemos con un cuento: “Con ojos desorbitados, la malvada bruja preguntó: “Whatsappito, Whatsappito, que habitas en mi cel, dime con qué alimento mi odio, desde que revisé ayer”. Y el espejo respondió: “Sí mi amo, a sus ordenes responderé, mire cuanta basura y rencor recolecté para Usted”.
Cuidemos ese reflejo, amigos. Cuidemoslo.
Fernando
Fuentes:
- https://www.nytimes.com/2016/12/05/business/media/comet-ping-pong-pizza-shooting-fake-news-consequences.html
- https://www.independent.co.uk/life-style/gadgets-and-tech/news/facebook-knows-you-better-than-your-friends-do-because-likes-reveal-so-much-about-your-character-9973398.html
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