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Un mundo distribuido: la Tercera Revolución Industrial (libro)

La lectura del libro “The Third Industrial Revolution: How Lateral Power is Transforming Energy, the Economy, and the World” (Rifkin, 2013) conduce a una serie de reflexiones sobre el mundo que nos espera a 30 años plazo y su impacto en el contexto costarricense. Por “mundo distribuido” entiéndase un mundo interconectado en todas sus dimensiones: una verdadera red de redes que fomenta la descentralización, la multiplicidad y el compartir y colaborar. La expresión anterior invita inmediatamente a pensar en internet, pero hay otros factores a considerar. Rifkin propone cinco pilares para la 3ra Revolución Industrial: 1. El paso a energías renovables 2. La transformación de todos los inmuebles en plantas de producción eléctrica 3. La popularización de sistemas avanzados de almacenamiento de energía 4. La transformación de los sistemas de distribución de energía en sistemas inteligentes (una “internet de la energía”) y 5. La transición de la flota vehicular de los combustibles fósiles a electricidad y otras energías alternativas.

Según Rifkin, las revoluciones industriales suceden cuando se enlazan avances en telecomunicaciones junto con avances en la energía: la transformación de una sola de ellas no es suficiente. La 1ra Revolución Industrial vino de la mano de la imprenta unida a la máquina de vapor. La 2da Revolución Industrial nació de la convergencia de la tecnología radioeléctrica y el motor de combustión interna. La 3ra Revolución Industrial – y con ella, el salto evolutivo hacia un nuevo mundo más sano y próspero – acaecerá cuando se acople a la ya envolvente y avanzada informática un nuevo modelo energético: un modelo distribuido y sostenible. Esto derivará en una verdadera transformación económica, política, social y ambiental a nivel planetario, veamos:

El nuevo modelo de manejo de la información (informática y telecomunicaciones) está en franco apogeo, con tendencias como las redes sociales, la incipiente Internet de las Cosas, Big Data y otros avances. Enfoquémonos en la menos desarrollada faceta de la energía. El poderoso “lobby” de las titánicas compañías eléctricas y petroleras ha entorpecido – y entorpece aún – la marcha natural de este proceso. Con todo y todo, comienza a despuntar la nueva era: la era de la energía distribuida. La energía solar para autoconsumo es ya una realidad: los paneles y calentadores solares son cada vez más accesibles y se trabaja activamente en la reglamentación correspondiente (inclusive en nuestro país). Hace poco se alcanzó un nuevo hito de la mano de Elon Musk y TESLA: la batería “Powerwall” es el primero de una nueva generación de artefactos que permitirán almacenar y utilizar energía de manera inteligente en cada inmueble del planeta, salvando así el “astronómico” escollo de carecer de luz solar por las noches .

¿Qué podemos deducir de todo esto a la luz del contexto costarricense? A mi parecer, en primera instancia, si el Estado costarricense sigue aferrado al pasado, iremos “como el cangrejo”. Una empresa como RECOPE debería estar pensando en cómo adaptarse a un mundo cada vez menos dependiente de los combustibles fósiles. Deberían trabajar en convertirse en una entidad que apoye el uso de combustibles alternativos; así como en crear una red de carga para una flota vehicular eléctrica y auto-pilotada. El ICE por su parte debería estar pensando en cómo transformarse en un gigantesco “router” o “carrier inteligente” de electricidad, sirviendo como director de orquesta en un país con generación y almacenamiento eléctrico masivamente distribuido. El Estado como un todo debería apuntar hacia una visión a futuro congruente con esta nueva era

Y es que además de esperanzador, es asunto de supervivencia el pensar a largo plazo. Plataformas como Kiva, House-Exchange, Couch-Surfing, SharingNL y tendencias como el crowdfunding y los MOOCs son solo ejemplos muy incipientes del despuntar de una nueva era. Este es el futuro y no se detendrá, por mucho que se opongan todas las corporaciones y sindicatos del mundo. Sus esfuerzos podrán ralentizar el proceso, más los días de los combustibles fósiles y los modelos puramente verticales están contados: intentar detenerlo será tan inútil como el esfuerzo de los medios tradicionales (p. ej., casas editoriales) por destruir el nuevo modelo, “online” y “a la carta”, de distribución y consumo de libros, información y entretenimiento. Vamos hacia un mundo más lateralizado y distribuido. La Tercera Revolución Industrial cambiará para siempre el mundo: bien haríamos como país en abrazar estas nuevas tendencias y ponernos a tono con los tiempos, en vez de estar defendiendo ciega y egoístamente feudos y gollerías.