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Movie: Don´t look up! / Película: ¡No mires arriba! (ni abajo, ni a los costados… mejor no mires del todo)

Es solo una cuestión de “cuándo”

Ví hace poco la película “¡No mires arriba!” (“Don´t look up!” 2021, Director: Adam McKay). No pretendo ser crítico de cine y dejaré las formalidades a los que a eso se dedican. Como espectador, la recomiendo a cabalidad: es “trágicamente divertida” (o divertidamente trágica según juzgue el lector) y lo mantiene a uno inmerso en la historia, casi al filo del asiento de principio a fin. Esto es algo muy difícil de lograr con el tema de fondo de la cinta. Y es que ese tema de fondo – el “leitmotiv” si lo tienen a bien –  no es difícil de digerir ni mucho de menos de presentar de una manera amigable al gran público. Ahí reside entonces el mayor aporte de esta obra.

De lo que estamos hablando es de la brillante manera en que se expone nuestra humana e infinita capacidad de auto-engañarnos, o parafraseando el título, de mirar para otro lado cuando las cosas no son de nuestro agrado. La trama presenta este fenómeno – esta falla fundamental en el razonamiento humano – a través de un chocante ejemplo (pun intended); como lo es el inminente impacto de un cometa que devastará al planeta entero a menos que se haga algo urgentemente. Los científicos y la gente racional se devanan los sesos y el hígado tratando de generar conciencia y acciones concretas para salvar al mundo, solo para ser boicoteados por políticos, fanáticos, empresarios corruptos y la sociedad en general. #dontlookup grita la gente en coro. No queremos ver, no queremos escuchar, no queremos saber. El rebaño de los “no-creyentes” se aglomera en torno a políticos devenidos en apóstoles-bufones, las redes sociales braman y los científicos y expertos son vilipendiados con el fútil ataque ad-hominem: como si tuvieran culpa alguna o algo se ganase con ello. Todo lo contrario: los sabios y los expertos solo están queriendo ayudar pero es más fácil “vender” como enemigo a un fulano que a una compleja calamidad. Gana entonces el “pensamiento mágico” (wishful thinking), el engaño colectivo, la fanaticada, la mentira reforzada de Goebbels hasta derivar en lobotomía social auto-inflingida. La tragicomedia no termina muy bien para nadie, sobra decir.

Si bien actualmente no tenemos (que sepamos) cometas o asteroides en trayectoria de colisión con la Tierra, hay otros eventos que ya nos están impactando o están próximas a hacerlo para los cuales simplemente nos hacernos de la vista gorda. ¿Cuáles? Para empezar, el cambio climático devasta ya al mundo, con incendios masivos en California y Australia, el derretimiento de la tundra en Siberia y de los polos y glaciares, el calentamiento de los océanos y el clima extremo a nivel mundial. Cada año es peor y la respuesta como especie se limita a compromisos “sin dientes” y discursos ridículos. No podemos dejar de mencionar la deforestación masiva, la extinción continua de especies, la alucinante contaminación de los océanos y la atmósfera. Pensemos en el menosprecio a los migrantes y en el sufrimiento de millones de personas y animales, mal alimentados, explotados, olvidados. Para colmo de males, la pandemia ha confirmado con un nuevo y clarísimo ejemplo como la ceguera política y la falta de gobernanza global lleva casi axiomáticamente a la “tragedia de los comunes”: el acaparamiento de las vacunas deriva en enormes desperdicios en los países ricos y en faltantes masivos en los estados pobres, lo que abona aún más el terreno para que surjan variantes del virus que dilatan la emergencia. Mientras tanto, el sistema político “vende humo” y promesas vacías y las grandes corporaciones y capitales se enfocan únicamente en lucrar. Como dice cierta cancioncilla, “nuestra sociedad, es un buen proyecto para el mal”.

Al final, lo trágico de todo esto es que, tarde o temprano, todos estos “cometas” terminarán por estrellarse en nuestras caras. Los hechos son los hechos aunque no nos gusten, aunque un Presidente diga que es “esto es solo una gripe”, aunque nieguen que el cambio climático exista, aunque vendan las redes sociales como algo inocuo que no requiere regulación, aunque nos digan que podemos deforestar impunemente porque “la Creación es nuestra”. De nada vale mirar para otro lado: el puñetazo de la verdad simplemente se estrellará dolorosamente en nuestra mejilla (y en la de nuestros hijos). Hoy, más que nunca, necesitamos coraje. Sí, coraje para alzar la mirada y ver a los problemas a los ojos, para aceptar la verdad aunque no nos guste; para entender que las crisis globales demandan necesariamente soluciones globales, para dejar de pensar en la próxima elección y comenzar a pensar en la próxima generación. Solo así saldremos de este trance… antes que se estrelle el siguiente cometa en nuestro patio trasero.

Un abrazo,

Fernando

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