Gladiadores, mensajeros y cabezas cortadas / Gladiators, messengers and chopped heads
ACERCA DEL COSTO DE ACEPTAR EL ATAQUE AD HOMINEM / ABOUT THE COST OF ACCEPTING THE AD HOMINEM ATTACK
VERSIÓN EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW
“Dentro de tres semanas yo estaré recogiendo mis cosechas. Imaginad donde querréis estar y se hará realidad. Manteneos firmes, no os separéis de mi. Si os veis cabalgando solos por verdes prados, el rostro bañado por el sol, que no os cause temor. Estaréis en el Elíseo y ya habréis muerto. ¡Hermanos! ¡Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad!” Así infunde ánimo el general romano Maximus a la tropa justo antes del combate por Germania en la apertura de la película “Gladiador” (Universal Pictures, 2000). En la escena siguiente, tras una corta y sangrienta batalla decidida por una poderosa carga de caballería (“¡Roma Victoria!”), mueren cientos, miles de bárbaros exterminados por las legiones romanas. Lo triste es que, justo antes de la batalla, Maximus había enviado un heraldo, un mensajero para tratar de negociar un acuerdo de paz con los germanos. Pero bueno, “al diablo este romano” dijeron aquellos y al pobre diablo le cortan la testa probablemente sin poder decir “esta boca (y esta cabeza) es mía”. No tuvo chance de presentar la propuesta de pax romana. Aquello fue muerte automática para el desafortunado mensajero. Quizá el ejemplo no sea el mejor pero ciertamente es muy gráfico: una cosa es el mensaje y otra el mensajero. Déjenme tratar de explicarme a continuación.
De lo que estamos hablando es de un tipo particular de engaño… y muchas veces de auto-engaño. Se trata probablemente de la forma más vulgar de jugar sucio, de “embarrealar la cancha”, diríase en dialecto futbolero. Sin embargo, con todo y lo primitivo de esta estafa, es la táctica de moda en este mundo actual, mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (mundo “VUCA” por el acrónimo en inglés). Desde los diputados en mi país hasta Jefes de Estado en Brasilia ó Washington, todos son fanáticos del ataque al mensajero. Porque, si fueramos a creerle a los políticos & líderes actuales, ellos no se equivocan. Nunca. Eso jamás. Si llega una crítica aún con evidencia contundente en mano, la respuesta es casi automática: eso que dicen es más bien una ofensa, una trama, una venganza política y la prueba de ello es que es “Usted” quien lo dice. Sí, “Usted” que es un miserable. ¡Pues claro! No ve que esposa más fea la suya, por supuesto que me envidia y por eso dice que se quema el Amazonas y yo no hago nada. Usted es el malo, porque solo publica “Fake News”, porque yo equivocarme… ¡Jamás! ¿Cómo va a ser eso cierto? Hablemos mejor de Usted, porque Usted es una pésima actriz, eso es lo que es Usted. ¿Incongruente yo? Eso lo dice porque usted es un cómico sin gracia, un perdedor. Y Usted, Ud. es un periodista amargado. ¿No ve que Ud. es un loco socialista? ¿No ve que Ud. es un progresista pervertido? ¿No ve que Ud. es un conservador hipócrita? ¿No ve que Ud. es un afeminado… o que Usted es esto o lo otro? Caramba que está de moda. Hasta a mi me ha pasado: hay gente que ha tratado de desvirtuar una opinión argumentada de quien suscribe esta nota solo por mi profesión, por mi estilo al escribir o incluive por ser calvo. Se lo digo en serio, a esos (des)copetudos extremos llegamos.
Me pregunto si nota Ud. la trampa escondida en este tipo de respuesta. Creo que sí. Se trata de “ensuciar” el mensaje, de distraer a la audiencia sobre la evidencia presentada, de debilitar el argumento “cortándole la cabeza” al mensajero. Pero “no comamos cuentos”: por todos los cielos, no nos dejemos engañar. Nos va la vida en ello. Porque… ¿qué importa quién lo está diciendo si lo que se está diciendo es válido? Lo malo es malo aunque lo haga mi amigo (o mi candidato o partido político o referente o familiar o lo que sea). Y por supuesto que lo bueno es bueno aunque venga de mi enemigo (o rival, adversario, crítico o lo que fuere). Si se trata de críticas, enfoquémonos primero en el mensaje y el mensaje nada más. A ver: ¿Hay un argumento sólido, es razonable lo que se está diciendo? ¿Hay evidencia? ¿Hay algún ejemplo o precedente? Si es así, pues el nombre del mensajero pasa a un clarísimo segundo plano – engañarse a uno mismo al atacar al emisor implica un precio. Ese precio puede pagarse en héctareas de Amazonia quemada. Quizás se convierta en un escándalo por un “huracán rebelde”. O en una disminuida libertad de prensa. Ese auto-engaño puede costarnos mayor corrupción, o una afectación económica o la degradación misma del Estado de Derecho. Quizás el precio a pagar sea simplemente el convertirse en una marioneta de los mentirosos: un incauto, un idiota que sigue ciegamente a sus “líderes” sea lo que sea que estos hagan o digan.
En el caso de los bárbaros de Germania, pagaron con sus propias vidas. Mejor sigamos el ejemplo de Maximus Decimus Meridius, Comandante de las Ejércitos del Norte, General de las Legiones Fénix, fiel servidor del verdadero Emperador Marco Aurelio. Como diría el Gladiador (quien a su vez cita a Cicerón): “A veces hago lo que deseo hacer. El resto del tiempo hago lo que debo”. Palabras dignas de Marco Aurelio. Que sea entonces más el tiempo que dedicamos a lo segundo.
Hasta la próxima, “SPQR”.
Fernando
ENGLISH VERSION / VERSIÓN EN ESPAÑOL ARRIBA
“Hold the line! Stay with me! If you find yourself alone, riding in the green fields with the sun on your face, do not be troubled. For you are in Elysium, and you’re already dead! Brothers, what we do in life… echoes in eternity.” Those are the glorious words used by the Roman commander Maximus to motivate the troops just before the last fight for Germania in the opening scene for the movie “Gladiator” (Universal Pictures, 2000). Next scene, after a short and bloody battle decided by an overwhelming cavalry charge (“Roma Victoria!”), hundreds, thousands of barbarians die, exterminated by the Roman legions. The saddest thing is that just moments before the battle, a herald, a messenger was sent by the General pursuing a peace treaty. But oh well, “chop that bastard´s head” said the barbarians and the messenger couldn´t possibly say a word. Not even the chance to present the pax romana deal terms. Kill the messenger! Perhaps this is not the best example to introduce this article but it is certainly very graphical: one thing is the message and quite a different one is the messenger. Let me try to explain in the following lines.
We are talking about a very specific type of deceit… and many, many times of SELF-deceit. It is probably the most ancient & grotesque way of playing a trick on an adversary. Nonetheless, in spite of all the aforementioned, it is the in-vogue tactic within our volatile, uncertain, complex and ambiguous world (VUCA world). It is used from Washington to Brasilia, from Moscow to Istambul: nowadays many powerful leaders are fans of shooting the messenger. Why do I state this? Because, if we were to believe nowadays politicians and leads, they never make a mistake or tell a lie. Never. That is an impossibility. If critics come – even with solid evidence – the answer is automatic: that is a lie, a political scheme, a treat. And the proof of it is that is is “You” the one with this message. Yes… “You”, and “You” are a bastard. Can´t you see how ugly is your wife? Of course you are saying that the Amazonia is on fire and Im doing nothing: you are envious of my beautiful lady. You… you are the bad guy. You are the one who publishes “Fake News”, since it is impossible for me to have an error. Not in a hundred years! Lets better talk about you because you are a terrible actor. And BTW, you have the worst ratings. Incongruity from my end? You say that because You are a failed comedian, a looser. You, you are a bitter journalist. And You, you are a crazy socialist. You, you are a pervert progressive. And You, oh well, you are a hypocritical conservative. And the other one, well that is an unmanly fool. Alas! This thing is indeed on trend. Even I have been attacked. There has been occasions when people try to erode an opinion by this author because of my profession, my nationality, my literary style or even because of being bald. Im serious: to these (un)hairy extremes we have arrived…
I wonder if you can see the trick hidden within this type of an answer. I believe you do. Behold. It is all about “messing up” the message. It is about distracting the audience about the evidence. It´s a vain attempt to weaken the argument by damaging the messenger. But let´s not allow anyone fool us. Our future and the future of our children is in stake here. I ask: is it really important to debate on the “who says so” if the message itself is valid? What is bad is bad regardless it comes from my friend (or peer, or kin, or candidate, or political party). And of course, what is good is good regardless it comes from my enemy (or adversary, or critic or whomever). Thus, if it is a critic, lets focus first on the message and the message only. For example, let´s ask: is there a solid argument here? Is it reasonable? Is there evidence? Any examples provided or a historical trend? Being that the case, then the name of the messenger should be put in a clear second stage. The price of fooling ourselves and attacking the messenger is costly. The price could be paid in square miles of burned Amazon jungle. Perhaps it translates into a “rebel hurricane”. Or in a diminished press liberty index. This deceit can cost our society a higher corruption or even the degradation of the State of Law concept. Perhaps the price to pay is just the fact of becoming a puppet for the masters of lies: fools that meekly follows his/her “leaders”, regardless any actions or statements from them.
In the case of the barbarians who populated Germania, the cost was paid with their own lives. Thus, lets always separate the concepts of message and messenger. Lets better follow the example of Maximus Decimus Meridius, commander of the Armies of the North, General of the Felix Legions and loyal servant to the true emperor, Marcus Aurelius. As the Gladiator would say (quoting Cicero, BTW) “Sometimes I do what I want to. The rest of the time – I do what I have to“. Words worthy of Marcus Aurelius himself. Let´s devote more time to what we have to do.
See you soon, “SPQR”.
Fernando
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Simplezas para simplones
Un buen mentiroso sabe que la mentira más efectiva es siempre una verdad a la que se le ha sustraído una pieza clave. – Carlos Ruiz Zafón
“Miente y miente que algo queda” decía un supervillano de la vida real, Herr Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de la Alemania nazi. En este artículo construimos sobre sus oscuras ideas para alertar sobre su terrible vigencia. Tal vez deberíamos actualizar un “poquitín” la frase para nuestro siglo XXI. La versión 2019 sería algo así como “Más y más simple porque solo así escuchan” o tal vez “Sencillo porque es para simplones”. Quizás “Meme y meme que algo queda”. Algo por el estilo. El punto es que nunca como en nuestro tiempo se ha enmascarado tanto la mentira disfrazándola a través de la sobre-simplificación y su pariente cercana, la generalización. Los villanos actuales llevan estos “camuflajes” a niveles francamente absurdos más la ironía es que la efectividad del engaño es proporcional a lo grosero del “argumento”. Veamos esto en detalle a continuación.
MIÉNTEME… COMO SIEMPRE
Hemos insistido con anterioridad en el peligro de las generalizaciones. No hay nada que sepulte más rápidamente una conversación que la estigmatización del otro a través de una “etiqueta”. Nos referimos al uso de términos “descalificatorios” utilizados para denigrar al interlocutor. Por ejemplo, el mal uso del término republicano, demócrata, progresista, conservador, comunista, liberal, ateo, etc. La conversación muere en las primeras de cambio porque la retroalimentación se convierte en un ataque ad hominem disfrazado de clasificación objetiva. Por ejemplo, si una persona “X” intenta explicar la importancia del control de la natalidad y su interlocutor “Y” lo interrumpe para declararlo un “progresista pervertido” pues adiós al diálogo. En este ejemplo, una barrera ideológica infranqueable impulsa a la segunda persona desde una posición defensiva a un ataque directo en cuestión de instantes: imposible el intercambio de ideas.
Hablando de etiquetas y generalizaciones, ya son de antología los lamentables ejemplos a cargo del actual Jefe de Estado estadounidense. Llamar a los inmigrantes mexicanos “violadores, gánsteres y delincuentes“, los comentarios machistas y chauvinistas, la calificación de naciones enteras como “pozos de porquería“, el matonismo. el cinismo y el uso de apodos ofensivos para con sus rivales políticos y cualquiera otro que le critique son parte de las “lindezas” en el menú. Lo curioso es que políticamente hablando estas atrocidades son las que le son más rentables. ¿Por qué? Bueno, hay múltiples razones pero creo que una causa fundamental es que el mensaje está perfectamente ajustado al gusto de la audiencia destinataria del mismo. Decir que los problemas de la economía norteamericana se reducen a que “los inmigrantes se están llevando nuestros trabajos” es, por decir lo menos, una generalización malintencionada más el mensaje es deliciosamente simple. Es como una barra de chocolate: no ayuda con tu desnutrición y tu salud pero esa bomba de sal con azúcar y químicos genera una satisfacción pueril e instantánea. Pura cortisona: demasido fácil, demasiado sencillo, demasiado tentador. No hay que interpretar nada, lo entiende cualquiera, no exige esfuerzo, análisis ni información. Un aullido de lobo invocando al animal que todos llevamos dentro. Si fuera boxeo, el anunciador cantaría: “En esta esquina, con 250 libras y blandiendo su amenazante cuenta de Twitter, la mismísima encarnación de la mercadotecnia vendiendo absurdos a través de argumentos mentirosos pero pegadizos como éxitos “pop”. En esta otra esquina, con 3.3 libras, sesgos mentales y una tendencia evolutiva ancestral a evitar reconsiderar sus juicios aún ante evidencia plena y contundente… el cerebro humano“. Resultado de la pelea: knockout técnico en el primer asalto. Bajo esta luz, el “matrimonio” que hacen muchas personas entre la religión y la política no es solo comprensible sino esperable. Es demasiado sencillo, demasiado fácil y tentador el poner ambas cosas bajo el mismo “manto sagrado” vendido por pastores metidos a político (o políticos metidos a pastor, para el caso es lo mismo). La persona resuelve dos problemas en uno y sale con la conciencia tranquila porque el candidato viene “en nombre de Dios”. Sí, una especie de “congruencia divina a la carta” (aunque el menu lo entregue el propio candidato, aquello de Juez y Parte parece no importar en estos casos).
LA PARTE POR EL TODO
La escogencia de candidatos por su postura ante un elemento puntual pero sensible al individuo es otro ejemplo de “generalización mentirosa”, como el escoger al candidato por su postura ante, p.ej. el aborto (o al menos por sus declaraciones oficiales sobre el mismo). El ciudadano cae bajo el hechizo del “efecto halo” y pondera al político únicamente por sus proclamas sobre ese tema puntual – todo un “proxy” en lenguaje técnico. Todo lo demás desaparece ante sus ojos como por encanto. Tenemos entonces a personas que escogen al candidato idóneo para la Presidencia por sus declaraciones – lo que él ó ella dice – sobre, digamos, el matrimonio igualitario… ¡y nada más! La formación profesional del candidato, su experiencia, su equipo de trabajo, su plan de gobierno, su carácter, sus declaraciones sobre otros temas, su comportamiento personal, su propuesta económica, el historial del partido político que lo acompaña, sus finanzas… todo lo demás se hace irrelevante. Otra mentira disfrazada de generalización.
MEJOR “A LO MARVEL”
En esta sociedad actual donde las éxitos de taquilla son las películas de superhéroes, el ciudadano promedio parece no estar dispuesto a aceptar que puede haber más de un motivo, que hay grados, matices, fases y etapas, relaciones complejas, victorias que saben a derrota, derrotas que construyen victorias, procesos, acuerdos bajo la mesa, engaños y segundas intenciones. Es más fácil identificar el villano cuando lleva cuernos y asociar al héroe con aquel que lleva capa y trae los calzoncillos por fuera. Son aún menos los que están dispuestos a escuchar y aceptar que quizás no todo sea culpa del gobierno o del Presidente de turno o inclusive del Estado. Porque la autocrítica es dura. “Quizás no debí abandonar los estudios o faltar al trabajo aquel. Quizás debí esforzarme más. Quizás no debí ensuciar mi hoja criminal. Quizás debería aprender otro idioma. Quizás mi país no está aislado del mundo: ¿pasará algo allá afuera que esté afectándonos por acá? Quizás, quizás, quizás…”
Siempre es más fácil cuando alguien más nos trata como a niños y echa las culpas a un tercero etiquetándolo como “el malo”. Si no estamos dispuestos a leer, al análisis y a pensar seremos entonces un festín de simplones para regocijo del lado oscuro del mercadeo, de las “fake news”, de los memes, de las verdades a medias y las mentiras completas. Sí, carne de cañón para oscuras esferas que devoran cerebros tiernos y casi sin estrenar mientras masticamos unas “encantadoras” papitas fritas… ¿alguien con ketchup, por favor?
Fernando
Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga. – Denis Diderot
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