Simplezas para simplones
Un buen mentiroso sabe que la mentira más efectiva es siempre una verdad a la que se le ha sustraído una pieza clave. – Carlos Ruiz Zafón
“Miente y miente que algo queda” decía un supervillano de la vida real, Herr Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda de la Alemania nazi. En este artículo construimos sobre sus oscuras ideas para alertar sobre su terrible vigencia. Tal vez deberíamos actualizar un “poquitín” la frase para nuestro siglo XXI. La versión 2019 sería algo así como “Más y más simple porque solo así escuchan” o tal vez “Sencillo porque es para simplones”. Quizás “Meme y meme que algo queda”. Algo por el estilo. El punto es que nunca como en nuestro tiempo se ha enmascarado tanto la mentira disfrazándola a través de la sobre-simplificación y su pariente cercana, la generalización. Los villanos actuales llevan estos “camuflajes” a niveles francamente absurdos más la ironía es que la efectividad del engaño es proporcional a lo grosero del “argumento”. Veamos esto en detalle a continuación.
MIÉNTEME… COMO SIEMPRE
Hemos insistido con anterioridad en el peligro de las generalizaciones. No hay nada que sepulte más rápidamente una conversación que la estigmatización del otro a través de una “etiqueta”. Nos referimos al uso de términos “descalificatorios” utilizados para denigrar al interlocutor. Por ejemplo, el mal uso del término republicano, demócrata, progresista, conservador, comunista, liberal, ateo, etc. La conversación muere en las primeras de cambio porque la retroalimentación se convierte en un ataque ad hominem disfrazado de clasificación objetiva. Por ejemplo, si una persona “X” intenta explicar la importancia del control de la natalidad y su interlocutor “Y” lo interrumpe para declararlo un “progresista pervertido” pues adiós al diálogo. En este ejemplo, una barrera ideológica infranqueable impulsa a la segunda persona desde una posición defensiva a un ataque directo en cuestión de instantes: imposible el intercambio de ideas.
Hablando de etiquetas y generalizaciones, ya son de antología los lamentables ejemplos a cargo del actual Jefe de Estado estadounidense. Llamar a los inmigrantes mexicanos “violadores, gánsteres y delincuentes“, los comentarios machistas y chauvinistas, la calificación de naciones enteras como “pozos de porquería“, el matonismo. el cinismo y el uso de apodos ofensivos para con sus rivales políticos y cualquiera otro que le critique son parte de las “lindezas” en el menú. Lo curioso es que políticamente hablando estas atrocidades son las que le son más rentables. ¿Por qué? Bueno, hay múltiples razones pero creo que una causa fundamental es que el mensaje está perfectamente ajustado al gusto de la audiencia destinataria del mismo. Decir que los problemas de la economía norteamericana se reducen a que “los inmigrantes se están llevando nuestros trabajos” es, por decir lo menos, una generalización malintencionada más el mensaje es deliciosamente simple. Es como una barra de chocolate: no ayuda con tu desnutrición y tu salud pero esa bomba de sal con azúcar y químicos genera una satisfacción pueril e instantánea. Pura cortisona: demasido fácil, demasiado sencillo, demasiado tentador. No hay que interpretar nada, lo entiende cualquiera, no exige esfuerzo, análisis ni información. Un aullido de lobo invocando al animal que todos llevamos dentro. Si fuera boxeo, el anunciador cantaría: “En esta esquina, con 250 libras y blandiendo su amenazante cuenta de Twitter, la mismísima encarnación de la mercadotecnia vendiendo absurdos a través de argumentos mentirosos pero pegadizos como éxitos “pop”. En esta otra esquina, con 3.3 libras, sesgos mentales y una tendencia evolutiva ancestral a evitar reconsiderar sus juicios aún ante evidencia plena y contundente… el cerebro humano“. Resultado de la pelea: knockout técnico en el primer asalto. Bajo esta luz, el “matrimonio” que hacen muchas personas entre la religión y la política no es solo comprensible sino esperable. Es demasiado sencillo, demasiado fácil y tentador el poner ambas cosas bajo el mismo “manto sagrado” vendido por pastores metidos a político (o políticos metidos a pastor, para el caso es lo mismo). La persona resuelve dos problemas en uno y sale con la conciencia tranquila porque el candidato viene “en nombre de Dios”. Sí, una especie de “congruencia divina a la carta” (aunque el menu lo entregue el propio candidato, aquello de Juez y Parte parece no importar en estos casos).
LA PARTE POR EL TODO
La escogencia de candidatos por su postura ante un elemento puntual pero sensible al individuo es otro ejemplo de “generalización mentirosa”, como el escoger al candidato por su postura ante, p.ej. el aborto (o al menos por sus declaraciones oficiales sobre el mismo). El ciudadano cae bajo el hechizo del “efecto halo” y pondera al político únicamente por sus proclamas sobre ese tema puntual – todo un “proxy” en lenguaje técnico. Todo lo demás desaparece ante sus ojos como por encanto. Tenemos entonces a personas que escogen al candidato idóneo para la Presidencia por sus declaraciones – lo que él ó ella dice – sobre, digamos, el matrimonio igualitario… ¡y nada más! La formación profesional del candidato, su experiencia, su equipo de trabajo, su plan de gobierno, su carácter, sus declaraciones sobre otros temas, su comportamiento personal, su propuesta económica, el historial del partido político que lo acompaña, sus finanzas… todo lo demás se hace irrelevante. Otra mentira disfrazada de generalización.
MEJOR “A LO MARVEL”
En esta sociedad actual donde las éxitos de taquilla son las películas de superhéroes, el ciudadano promedio parece no estar dispuesto a aceptar que puede haber más de un motivo, que hay grados, matices, fases y etapas, relaciones complejas, victorias que saben a derrota, derrotas que construyen victorias, procesos, acuerdos bajo la mesa, engaños y segundas intenciones. Es más fácil identificar el villano cuando lleva cuernos y asociar al héroe con aquel que lleva capa y trae los calzoncillos por fuera. Son aún menos los que están dispuestos a escuchar y aceptar que quizás no todo sea culpa del gobierno o del Presidente de turno o inclusive del Estado. Porque la autocrítica es dura. “Quizás no debí abandonar los estudios o faltar al trabajo aquel. Quizás debí esforzarme más. Quizás no debí ensuciar mi hoja criminal. Quizás debería aprender otro idioma. Quizás mi país no está aislado del mundo: ¿pasará algo allá afuera que esté afectándonos por acá? Quizás, quizás, quizás…”
Siempre es más fácil cuando alguien más nos trata como a niños y echa las culpas a un tercero etiquetándolo como “el malo”. Si no estamos dispuestos a leer, al análisis y a pensar seremos entonces un festín de simplones para regocijo del lado oscuro del mercadeo, de las “fake news”, de los memes, de las verdades a medias y las mentiras completas. Sí, carne de cañón para oscuras esferas que devoran cerebros tiernos y casi sin estrenar mientras masticamos unas “encantadoras” papitas fritas… ¿alguien con ketchup, por favor?
Fernando
Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga. – Denis Diderot
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“Whatsappito, Whatsappito, que habitas en mi cel, dime con qué alimento mi odio, desde que revisé ayer”
Aparentemente habrá que añadir un nuevo grupo de Libros Sagrados a la Biblia: las “Epístolas Zuckerbérgicas”, pues si algo nos llega por Facebook, Instagram o Whatsapp entonces automáticamente es Sagrada Verdad. Veo una sonrisa disimulada: como chiste, hasta alguna gracia tendrá, pero en el fondo es un asunto muy serio. Nos estamos convirtiendo en incautos digitales capaces de admitir cualquier estupidez con tal de que llegue a nosotros a través de un conocido, por medio de Whatsapp.
El ejemplo más reciente es doloroso. Es difícil de creer y de aceptar pero el Ministro de Educación fue removido del puesto a punta de mentiras. Sí, de mentiras. Porque es mentira que exista alguna actividad en el calendario del MEP para celebrar el orgullo gay y es una flagrante mentira que los drones para los colegios técnicos agropecuarios sean sistemas de espionaje ”a lo 007”. Es mentira que los baños neutros sean antros de libertinaje (de hecho, todos tenemos un baño neutro en la casa… a menos que el arquitecto le instalara dos inodoros juntos). Lo curioso del caso es que cualquiera de estas cosas puede ser comprobada rápidamente buscando en internet. Sin embargo, un venenoso coctel de pereza, credulidad y comportamiento de manada nos hace incapaces de detenernos un momento y hacernos preguntas obvias, preguntas naturales, preguntas lógicas y evidentes. Por ejemplo: ¿Cómo sabe esto la persona que me lo envía – cuál es su fuente? ¿Qué dicen los diarios, los telenoticieros, los programas de opinión en la radio al respecto? ¿Algun analista o periodista reconocido ha denunciado este asunto? ¿Algún Diputado, la Contraloría, la Fiscalía? ¿Qué dice la página del Ministerio o de la entidad a la cual ataca el mensaje? ¿Podrá tener algún interés en particular la persona que comparte “esto” para atacar así? De repente el mensaje pasa la prueba y resulta ser verdad, pero aceptarlo así como así es muy peligroso. No hace mucho Edgar M. Welch condujo seis horas desde su casa para luego entrar y disparar en la pizzeria “Comet Ping Pong” en Washington DC. ¿Por qué? Bueno, el caballero en cuestión había leído “noticias” en Facebook y Twitter donde se aseguraba que en ese lugar operaba una organización mafiosa que explotaba sexualmente a niños y era dirigida por… Hillary Clinton. Dichosamente, la policía actuó rápidamente y nadie salió herido, capturando al crédulo de Mr. Welch con su rifle de asalto AR-15.
La lección es evidente, pero vamos a dejarla por escrito: si el mensaje llega por redes sociales, no hay que creerlo sin antes investigar. Esto es especialmente válido cuando el mensaje “suena bien”, o sea, cuando refuerza lo que yo ya creo saber. Es muy probable que simplemente me estén manipulando. Me están “endulzando” el oído, diciendome precisamente lo que quiero escuchar: el Gobierno hizo tal cosa, el Ministro es un tal por cual, los “Progresistas” están cambiando aquello, los “Conservadores” hicieron tal y tal barbaridad. Dice el refrán que uno no ve el mundo como es, sino como quiere verlo. Nunca ha sido esto más cierto que ahora, porque su Whatsapp y su Facebook, amigo lector, son un espejo de quien Usted es. Están diseñados para eso, para que Usted los revise todos los días, a cada instante, mostrándole solo lo que Usted quiere ver. Son una “chupeta digital”, son su burbuja privada, su mundo, su perspectiva, su visión, un sistema que refuerza incesantemente sus creencias y posturas. Más aún, esos mensajes le son compartidos probablemente por gente que piensa igual que Usted… lo que nos hace olvidar que hay miles de millones de otras personas en este mundo, muy diferentes a Usted y yo. Ahora bien: ¿Qué clase de reflejo devuelve ese espejo? ¿Hay odio, burla, rencor? ¿Tolerancia, positivismo, esperanza? Cuidado porque Usted es precisamente “eso”. Los analistas indican que luego de 70 likes, Facebook lo conoce a Usted mejor que su propia madre. Grave reflexión será.
Finalicemos con un cuento: “Con ojos desorbitados, la malvada bruja preguntó: “Whatsappito, Whatsappito, que habitas en mi cel, dime con qué alimento mi odio, desde que revisé ayer”. Y el espejo respondió: “Sí mi amo, a sus ordenes responderé, mire cuanta basura y rencor recolecté para Usted”.
Cuidemos ese reflejo, amigos. Cuidemoslo.
Fernando
Fuentes:
- https://www.nytimes.com/2016/12/05/business/media/comet-ping-pong-pizza-shooting-fake-news-consequences.html
- https://www.independent.co.uk/life-style/gadgets-and-tech/news/facebook-knows-you-better-than-your-friends-do-because-likes-reveal-so-much-about-your-character-9973398.html
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La política como culto… ¿satánico?
“La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés” – Antonio Machado.
“Si Jesucristo se baja de la cruz y me dice que Trump está con Rusia, le diría, espera un segundo, necesito consultar con el Presidente si es verdad. Así es como me siento de confiado con el Presidente.” Esa lapidaria frase – expresada por un devoto seguidor de Donald J. Trump, véase video más abajo – resume a cabalidad el meollo de este artículo. Porque estamos hablando de un tema reincidente en esta columna porque es un tema mayúsculo, uno de los que pueden definir el futuro de nuestra especia humana. Estamos hablando de la capacidad de dudar, de pensar. Veamos.
“La duda es uno de los nombres de la inteligencia.” – Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.
Aprovechemos el ejemplo: cuando el ciudadano arriba citado dice que para creer que el político de su elección hizo algo malo pues entonces necesitaría oírlo de boca del propio político, entonces se ha tocado fondo (para rematar, aunque admitiera el Presidente la falta, seguramente lo perdonaría ad portas). Esa persona ya no distingue su persona de la de Mr. Trump. En su cabeza, son uno y el mismo: el mensaje ha calado: “lobotomía a la Fox”. Más aún, la mera idea de analizar al POTUS, de cuestionarlo, de escuchar una crítica le aterra como si se asomara ante un abismo. Eso sería más que traición, sería vacío existencial, desolación, hecatombe. Lo dejaría una vez más solo, sin norte en esta vida: ya no sería más parte del “club”, no lo confortarían las palabras que le dicen que las cosas nunca estuvieron mejor que ahora, que ahora sí es rico, que tenemos yates, que ahora todo está bien… Es un adicto a la sacrosanta e incuestionable palabra del caballero en cuestión.
“Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas.” – René Descartes (1596-1650) Filósofo y matemático francés.
Este es precisamente el escenario de la angustiante novela “1984” por George Orwell: una distopía tiránica en la cual la “verdad” es lo que dice el gobierno y nada más (aunque se contradiga una y otra y otra y otra vez). Cuando como personas perdemos, o por mejor decir , cuando entregamos nuestra soberana capacidad de pensar, de criticar, de evaluar y rebatir a nuestros líderes (sean estos políticos, religiosos, laborales o dirigentes de cualquier área), pues apague y vámonos. Nos convertimos en borregos, en ovejas, en idiotas que mueven la cabeza en un eterno sí cual esos muñequitos que se pegan al “dash” del auto. Y ya sabemos lo que le ocurre a los corderos. Venderle el alma a un político, a un partido, a un religioso o a quien fuere es terriblemente peligroso. Pregúntele a la generación alemana que vivió los estragos de la II Guerra Mundial. A los japoneses de ese mismo período. A los chinos con Mao. A los rusos con Stalin y el gulag. A los norcoreanos. Pregúntele a la Europa medieval asolada por la Santa Inquisición. A los nicaraguenses ahora que quieren derrocar a Ortega; o a los venezolanos. Nadie debe estar exento del escrutinio y el cuestionamiento. No porque sean culpables hasta demostrar lo contrario, sino porque si existe duda basada en una sospecha razonable – con un sustrato legal y evidencia válida – pues entonces hay que investigar y que vengan las consecuencias del caso, sean las que fueren. Lo contrario es emitir una visa de facto para que el político, el religioso, el líder en general haga lo que le venga en gana. Ya la historia nos ha enseñado lo que ocurre cuando sellamos ese pasaporte: es el acantilado cuando la política se convierte en culto, en religión. Y los cultos no se cuestionan: se convierten en asunto de “fe”, de fieles y de apóstatas, de creyentes contra blasfemos. Pero la verdad es que el poder corrompe. Solo el escrutinio público – empezando por una prensa libre y valiente – mantiene a raya la corrupción.
Sugiero que para esta época nuestra, los hechos hay que juzgarlos primeramente con un nivel de análisis puntual y con total independencia de los actores. El hecho como tal y nada más: lo bueno es bueno así venga de mi enemigo y lo malo es malo así venga de mi amigo. Sí, así no más: ver fuentes, evidencias, posturas, declaraciones. Los hechos y ya. A partir de ahí, podemos tirar líneas y evaluar el comportamiento promedio de tal o cual personaje. Posiblemente luego podemos inferir tendencias e inclinaciones que nos lleven a un apego ideológico de nuestra parte, pero antes tenemos que pensar y llamar a las cosas por su nombre. No hace falta que se baje nadie de ninguna cruz si antes, por nuestros medios y como es nuestra responsabilidad ciudadana, detuvimos como pueblos a los tiranos: ¡a dudar se ha dicho!
Saludos amigos,
Fer
“Si comienza uno con certezas, terminará con dudas; mas si se acepta empezar con dudas, llegará a terminar con certezas.” – Sir Francis Bacon, (1561-1626) Filósofo y estadista británico.
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