El recurso más escaso (y valioso) del mundo / World´s scarcest (and most valuable) resource

El recurso más escaso (y valioso) del mundo / World´s scarcest (and most valuable) resource

VERSIÓN EN ESPAÑOL / ENGLISH VERSION BELOW

No, no es el petróleo. El “fracking” y el advenimiento de la era eléctrica del transporte y las energías renovables así lo confirman – la era del “oro negro” terminará pronto y no por falta de petróleo, así como la Edad de Piedra terminó y no por falta de “insumos”. Tampoco es la información: por lo contrario, esta nos satura día a día. No es el dinero: ciertamente, está muy pero muy mal repartido – pregúntele al infame del “Sr. Gini” – pero recursos financieros los hay hoy en día como nunca en la historia. Ni lo es el agua potable: escasea por su variabilidad y distribución mundial, pero las nuevas tecnologías de des-salinización y potabilización prometen soluciones a mediano término. Ni siquiera es el tiempo, el cual desperdiciamos a raudales.

Pero, ¿y entonces? ¿Cuál es entonces ese limitadísimo y valioso recurso? Pues ya entrado el siglo XXI, está más que claro que, al menos para la parte de la Humanidad que habita en los Niveles III y IV de desarrollo trazados por H. Rosling (aquellos de nosotros que tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas), el recurso más escaso, más precioso, más difícil de gestionar y proteger es la atención humana (“undivided attention”, dicen los angloparlantes). Nunca como ahora se nos ha hecho tan difícil el enfocarnos en una sola cosa. A la Humanidad le resulta imposible hacer una sola cosa a la vez. Llevamos esto a límites ridículos, extremos, absurdos. Mire a su alrededor. Tal vez está en un restaurante. La gente ya no puede esperar por su café mirando por la ventana: hay que ver el celular. No se hablan unos a los otros: los grupos comparten mesa pero cada quien está cabizbajo mirando el “iPhone” como si le rezaran a San Zuckerberg, santo patrono de los despistados. Tampoco podemos ver la TV tranquilos: Instagram nos grita y nos distrae. Hasta caminamos viendo el aparatito – los accidentes y hasta las señales de tránsito para peatones distraídos son ya anecdóticas. Válgame Dios, es que no podemos ni siquiera defecar en paz – perdón pero así es – porque se nos “enfría” el último mensajito de Whatsapp mientras a su vez calentamos el inodoro con las posaderas: termodinámica pura supongo…

Usted me podría argumentar que bueno, que eso está bien porque al fin y al cabo… ¿qué importa? “Mire Fernando, no le estoy haciendo daño a nadie, así que no moleste, estoy viendo mi Instagram. Y además… “it´s evolution, baby“: por ahí va la cosa así que más bien hay que adaptarse a los nuevos tiempos. Siento ser el mensajero de la cruda verdad: eso es falso. Sí, sí nos estamos haciendo daño. Y mucho. Muchísimo. Veamos por qué:

  1. Porque dañamos las relaciones con quienes nos son más cercanos. Así es: por alguna razón le damos preferencia al prójimo ausente en demérito del que está a nuestro lado. Siendo seres físicos, nos estamos desconectando de nuestra integralidad, dañando de paso la cruda naturaleza de nuestras relaciones sociales.
  2. Sobre-saturación (“overload”) de estímulos: demasiados anuncios, demasiadas actualizaciones, sobrecarga de “likes”, de descargas, programas, pantallas, notificaciones, mensajes, chats, correos, ventanas, aplicaciones, contactos… Es demasiado: somos seres humanos, no laptops o servidores (irónicamente, parece que últmimamente nos hemos convertido en sus siervos). Hay que aprender a decir “es suficiente” – la tecnología evoluciona más rápido que nuestras capacidades. Gestionar su uso adaptado a nuestro humano ritmo es lo procedente.
  3. Ceguera cognitiva: la distracción en que caemos con las redes sociales y los celulares generan otro problemita: nos roban el limítadisimo enfoque del que es capaz nuestra mente. Por revisar el Whatsapp, perdemos la capacidad de notar lo sutil, lo novedoso en nuestro entorno y en ocasiones, hasta de lo más evidente (algo así como cuando no nos percatamos de que dejamos las llaves del auto por fijar la atención en las de la casa). Y ni hablar de entrar en “la zona” (M. Csikszentmihalyi, en inglés, “flow“): ese estado “mágico” de máximo disfrute y productividad se vuelve una imposibilidad al estar nuestra atención saltando de tema en tema, del celular a la mesa a la TV al trabajo a la comida a YouTube y así ad infinitum.
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Nuestros cerebros, nuestras mentes no están hechas para la multi-tarea, en spanglish, el “multitasking”. Un ejemplo: mire Ud. un noticiero de una cadena reconocida (imagen arriba). Ahora no basta con el periodista presentando las noticias: además de eso, tenemos que procesar sendos letreros superpuestos, el “cintillo” inferior con comentarios y para rematar, carteleras de noticias corriendo cual caballos a todo galope brindando noticias y valores de acciones… ¡en ocasiones tanto arriba como abajo de la pantalla! Despues de un breve rato viendo esa debacle, el que termina como equino cansado es el televidente. Más aún, temo por lo que viene: los anteojos y visores VR, los lentes de contacto “smart” y los implantes a nivel cerebral (“Neuralink” de E. Musk y otros) no están lejos, y entonces nos superpondrán (¿impondremos?) una capa ficticia sobre la realidad, un mundo virtual en el cual ahora sí perderemos el control sobre a qué debemos prestarle atención. Ya es suficientemente molesto manejar las notificaciones de nuevos correos, mensajitos y anuncios en el teléfono. Imagínese eso superpuesto en su campo completo de visión, por no mencionar el que se le “inyecte” directamente en su cerebro, en su psique. Se abre entonces toda una nueva y oscura acepción para el término “neuromarketing”, por no entrar en escenarios de – todavía- ciencia ficción (“Total Recall”, “Matrix”)…

Tal parece que además de los diferentes calificativos aplicados a nuestra Sociedad en variados ensayos – “de la Información” (P. Drucker), “del Espectáculo” (V. Llosa), “del Cansancio” (Han), “del Consumo”, “Líquida” (Bauman) – habrá que añadir el calificativo de “Sociedad del Desenfoque” o “Sociedad del Zapping”: por estar atendiéndolo todo, no estamos concentrados en NADA.

Dato curioso: ¿sabía Usted que si bien la vista humana tiene un alcance máximo de 120 grados-arco, la resolución óptima – en donde realmente enfocamos la atención – se limita a 2 grados? Eso es el equivalente a unas cinco palabras en una hoja a 50cm del ojo. Es decir, más o menos lo que abarca la pantalla del celular en su mano. Todo lo demás – EL MUNDO – está distorsionado, fuera de foco, inintelegible… tanto para su vista como para su cognición.

Al final, el problema radica en nuestra falta de control personal: nuestra incapacidad de administrar nuestros impulsos, nuestro desenfrenado apetito cerebral por la cortisona, por la “información”. La urgencia por estar informados sobre “lo último”, esa hambre por “la inmediatez”, por “estar al día” con todas estas notificaciones está enfermándonos pues lo que no tiene ninguna importancia se nos “vende” como urgente y se está tragando todo el espacio para lo vital, para lo que requiere nuestro enfoque, para nuestra familia, amigos, nuestro sano esparcimiento, nuestra desconexión. No es algo intrínsecamente malo el tener redes sociales o un teléfono inteligente. Lo que está muy mal es que se inviertan los papeles y estos artilugios sean nuestros dueños. Reclamemos lo que es nuestro: nuestra atención, nuestro tiempo, nuestras vidas.


Aprovechemos estos días libres para disfrutar un baño de naturaleza, un “Shinrin –Yoku“. Re-aprendamos a hacer una cosa a la vez: a actuar con la plenitud de nuestros seres, dedicando la totalidad de nuestra atención. Entonces, no se diga más, bajemos el celular y alcemos la mirada: dejemos de rezarle a San Zuckerberg. Entreguemonos al momento. “Cierra la pantalla”, como suena una canción de moda. Leamos con absoluta atención. Si estamos laborando, pues trabajemos con entrega. Veamos una película sumergidos en la trama, escuchemos música navegando en cada nota, corramos entregando el alma, pensemos con abstracción total, respiremos despacio y profundamente, aburrámonos mortalmente, abracemos intensamente, besemos con pasión, comamos saboreando cada bocado, bebamos con gusto pleno (la bebida en cuestión para Fin de Año queda a discreción del amable lector). Las mejores cosas de la vida son el resultado precisamente de esos momentos de entrega total… una cosa a la vez.

Enfoquémonos pues en lo importante, pero ENFOQUEMONOS. Bendiciones, felices fiestas.

Fernando


ENGLISH VERSION / VERSIÓN EN ESPAÑOL MÁS ARRIBA

No, it is not oil: so-called “fracking” and the upcoming eras of electrical transportation and renewable energies confirm it. The Stone Age ended not due to lack of “inputs”, and the Oil Age won´t finish as per lack of petroleum in the ground. Neither it is information: au contraire, we are submerged in data and info day by day. It is not money: it is indeed terribly distributed – ask despicable “Mr. Gini” on that – but economics/finance resources are in a max point. It is drinking water: again, its geo-distribution is lowsy and peak-lows are extremes, but new techs on desalination and potability promise solutions on the mid term. It´s not even time itself, which we absurdly waste, taking things for granted.

But then… what is the name of that valuable, most limited resource? Well, in the XXI century, and at least for the part of Humanity living on Levels III and IV of economical development as per H. Rosling (those of us who have their basic necessities well covered), the scarcest, most difficult to attain and protect, and in Gollum´s words, most “precious” resource is undivided human attention. Never in history has it been so difficult for us to do a single thing at a time. Look around you: perhaps you are in restaurant, coffee shop or pub. People no longer wait for their coffee looking through the window or to one another: we must see the cell phone. We don´t talk, we just bend our heads in a prayer to Saint Zuckerberg, holy patron of all “zuckers”. We cannot watch the TV (or YouTube): Instagram yells for our attention. We even drive and walk watching these things – accidents and even transit signs for distracted pedestrians are now a collection of anecdotes. Alas! We cant even go for a “number 2” in peace, God forbid the Whatsapp messages to cool down in the little screen while at the same time the toilet warms through our “rearguard”: pure thermodynamics, I guess…

Now you could argue that all this is okay because, at the end of the day, who cares? Meaning: “Look Fernando, I am not making harm to anyone, thus please stop the whining. Furthermore, “its evolution baby”, this is the right and real way things should derive into”. I hate to be the carrier of bitter news: that is not true. Yes, we are harming ourselves and our kin. A lot. Why? Because:

  1. Because we harm our relationships with the ones closest to us. For some reason, we tend to prefer contact with the ones on the phone, putting on a secondary level the ones at our side. Since we are physical beings, this is disconnecting us with our wholeness, hampering our real world social networks, our relationships, our face to face daily interactions with friends and family.
  2. Stimuli overload: too much publicity, too many updates, overload of “likes”, downloads, apps, emails, chats, windows, contacts, calls, flags, tasks… Its just too much, we are human beings, we are not “routers” or servers (ironically, lately it looks like we have become servants to them). We need to learn to say “its enough”. Tech is evolving faster than our capacities. We must adapt its usage to our human cycles.
  3. Cognitive blindness: the distraction due to social networks and smartphones causes another issue. These things steal the limited focus our minds are capable of. The vicious need of checking Whatsapp implies loosing the capacity of noticing the subtle, the novelty and even the evident in our lives (in the same way that we cannot see the lost key cars next to the house keys we were so angst to find). And lets not even talk about flow (M. Csikszentmihalyi): that “magical” status of pure joy and max productivity becomes an impossibility when we keep jumping from topic to topic, when our attention shifts from the cell to the table to the TV to work to food to YouTube… ad infinitum.
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Our brains & minds are not meant for multitasking. Check out the example above from an international cable news channel (example above). So now it is not just about the journalist presenting news, we need to deal with announcements, graphs, clarification/context notes and even banners running breaking-news and updates like horses at full speed…. sometimes above and below the screen in opposite directions! After a short time watching all this, the one left feeling like an exhausted colt is the spectator. Moreover, I fear for the upcoming media: VR visors, smart contact lenses and even direct implants in our brain (“Neuralink” by E. Musk and other) are not far. When that time comes, a new fictitious layer will be imposed over reality, a virtual world where we will loose our ability and right to choose what to focus on. It is now annoying enough to keep “up to date” with all the flags in our phones. Imagine that in your complete eye-span, not to mention flags and announcements directly implanted in your neuro-cortex, in your mind. This opens a window to a new dark era or neuromarketing”, not to mention stuff like “Total Recall” or “Matrix”.

Looks like besides the variety of adjectives already used to describe our world – “Information Society” (P. Drucker), “Entertainment Society” (V. Llosa), “Burnout Society” (Han), “Consumer Society”, “Liquid Modernity” (Bauman) – we will need to add “Society of Zapping”: due to shifting and watching everying, we focus in nothing.

Curious fact: do you know that in spite of human vision being capable of a span equivalent to 120 arc-degrees, max resolution – where we actually put our attention – is limited to just 2 degrees? That is the equivalent to 5 words at 50cms from your eyes. In other words, your cell phone. Everything else – THE WORLD – is out of focus, unintelligible, distorted… both to your sight and to your cognition.

Bottomline, the root cause of the problem is our inability to manage ourselves. It is our lack of control, our never ending appetite for stimuli and our cerebral appetite for cortisone. The false urgency for the latest is making us sick. What has no importance is “sold” to us as urgent, leaving no space for what truly should matter: family, friends, health time off. “Smartphone” or “social network” are not necessarily synonyms to “evil”, but what is certainly a perversion is for us to be owned by those things. Let us claim what is ours: our attention, our time, our lives.

Shirin-Yoku

Lets use these free days to truly enjoy and get healed by nature: lets do a “Shinrin –Yoku“. We must re-learn to do a single thing at a time: lets act with the complete wholeness of our beings, with the entire devotion of our mind. Thus, say no more: put down the cell phone and stop praying to Saint Zuckerberg. Lets read with absolute attention, lets watch a movie submerged in the plot, lets listen to music riding each note, lets run like its the last race of our lives, lets think with the absolute abstraction of our mind, lets take a deep, slow, absolute breath, lets get mortally bored, lets truly hug someone, lets kiss with passion, lets eat savoring each bite lets drink with pleasure (beverage of choice for EOY party to be defined by the kind reader). The best of life is the result of those intense moments when we do one thing at a time.

Thus, lets focus in the important stuff, but lets do FOCUS. All the best, happy holidays.

Fernando


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Photo by Heidi Sandstrom. on Unsplash

Photo by Stefan Cosma on Unsplash

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