De “IA” (Inteligencia Artificial) a “II” (“Idiotez Inercial”)
Vaya, la “Inteligencia Artificial” (IA, AI por sus siglas en inglés) se ha vuelto toda una moda. La IA se menciona en editoriales, en telenoticieros, en podcasts. IA en los negocios, IA en las fábricas, IA en los automóviles, IA en las redes sociales, IA en todas partes. La Inteligencia Artificial es ahora casi tan popular como nuestra natural idiotez. Y precisamente hablando de nuestra idiotez, ahondemos analíticamente en ella y quizá y hasta saldemos un tantito mejor librados. A continuación, vamos a estudiar la idiotez – tan natural como dañina – usando una analogía de la ciencia física.
La palabra inercia viene del latín “inertia” y este a su vez de “iners”, que etimológicamente significa inactividad, indolencia, incapacidad. En física, la inercia se refiere a la propiedad de los cuerpos de mantener su estado de reposo o movimiento si no es por la acción de una fuerza. Por ejemplo, si Ud. apaga el motor de su vehículo en movimiento, el carro sigue hacia adelante hasta que Ud. pise el freno o bien hasta que impacta al auto que le precede. Descargo: no le recomiendo ese experimento tan riesgoso. Pero bueno, construyendo sobre este concepto, postulo que “Idiotez Inercial” sería entonces la “propiedad de las personas de mantener sus posiciones y actuaciones a pesar de proposiciones y evidencias que las refuten con solvencia”. La Idiotez Inercial es más bien un concepto psicológico y social. La Idiotez Inercial (II) se refiere a nuestra tendencia a aferrarnos a nuestras ideas, a nuestra incapacidad de aceptar que las cosas no son como creemos, a nuestra renuencia a admitir que estamos equivocados. Es nuestra manía de cerrar oídos y entendederas ante nuevas evidencias y explicaciones. Hay muchas razones detrás de la Idiotez Inercial: sesgo de confirmación, anclaje, sesgos de contexto y atención, emotividad, efecto Dunning-Kruger y fundamentalmente la así llamada coherencia excesiva. Si el amable lector o lectora se ve interesado en el tema, lo refiero al libro “Noise” (Ruido), por D. Kahneman et al: una obra maestra sobre nuestra (in)capacidad humana para realizar juicios de valor imparciales. Para no complicarnos, creo que existe un mínimo común denominador que, de mejorarse, disminuiría en buena medida nuestra Idiotez Inercial. Me refiero a nuestra bestia negra, nuestro archienemigo, nuestra némesis más profunda. Es nuestro Ego, ese monstruo tan bien caracterizado por Ryan Holiday. El Ego se refleja precisamente en nuestra necedad, en nuestra idiotez, en nuestra incapacidad de cambiar de rumbo y opinión aunque la razón así lo reclame. Que nos iluminen algunos sabios al respecto: “Es imposible comenzar a aprender lo que uno cree que ya sabe”, (Epicteto). “No hay peor sordo que el que no quiere oír”, refrán popular. “Los más obstinados suelen ser los más equivocados, como todos los que no han aprendido a dudar.” – Samuel Butler. Baltasar Gracián: “Todos los necios son obstinados y todos los obstinados son necios”.
Prosiguiendo con la analogía, en física tenemos que Momento = Masa * Velocidad. Pues entonces el “Momento de Idiotez” equivale a Ignorancia * Violencia. Lo que está pendiente es una escala, una tabla de proporcionalidad que traslade nuestra ignorancia en un tema dado en una cifra y otra para expresar numéricamente la violencia con la que expresamos esas ignorantes opiniones. Multiplicamos y listo, tenemos un cálculo de lo que Séneca, con la palma en la frente, llamaría nuestro “lapsus stultus”. Nótese que, a raíz de la fórmula, aunque nuestra ignorancia en un tema dado sea más bien pequeña, si actuamos violentamente, la ecuación nos indica que actuamos cual idiotas.
Entonces, si sobre cualquier tema nos atrevemos a emitir nuestra opinión, debemos ser prudentes. Humildes. Decentes. Precavidos. Porque creámoslo o no… ¡sorpresa! podríamos estar equivocados, errare humanum est. Dogmatismos que no aceptan dudas, fanatismos propensos a las trompadas, ideologías blindadas a la razón, juicios de valor sin evidencia, condenas sin fundamentos, opiniones recalcitrantes a prueba de pruebas: hay mil maneras de actuar como un idiota. Diantres, y es que como advirtió Pope: “Un hombre obstinado no tiene opiniones, sino éstas a él.” ¿Y a Ud., lo tienen atrapado o atrapada sus opiniones? Y quizá aún más importante, ¿serán verdaderamente suyas o se las habrá inyectado alguien más, sin consentimiento ni mayor reflexión de su parte? Démosle cabeza, amigos. Vale la pena…
Un abrazo,
Fernando
Orejas de Alcalde (deteniendo el infierno)
Sí, buscamos las orejas, los oídos, la atención de los candidatos a las alcaldías nacionales. Particularmente, a los que postulan para San José, Cartago, Heredia, Alajuela, Puntarenas, Liberia y similares: nuestras “metrópolis”. Quizá haya suerte y alguno lea estas líneas, tentemos pues a la Diosa Fortuna…
Quiero pedirle, señor o señora, que además de pensar en los bacheos de siempre y el mantenimiento de los parques abra los ojos a un hecho irrefutable: cada año hace más calor. En las ciudades este calentamiento es aún peor debido al “efecto isla de calor urbano” (ICU). Las “islas de calor” son áreas urbanizadas que experimentan temperaturas más altas que la periferia. Los edificios, las carreteras y otras infraestructuras absorben y reemiten el calor del sol en mayor medida que los bosques y las masas de agua. Las ciudades, en donde estas estructuras están altamente concentradas y la vegetación es limitada, se convierten entonces en inmensos hornos. Las temperaturas diurnas en las áreas urbanas son 0.5 a 4 grados centígrados mayores y por las noches de 1 a 3 grados más calientes que en las áreas periféricas.
Futuros alcaldes y alcaldesas: entiendan por favor que ese “efecto parrilla” en San José, Heredia, Alajuela, Cartago, Puntarenas, etc. se da por encima del calentamiento global que ya de por sí nos está achicharrando. Esto significa que, si el mundo se calienta 2 grados, ¡San José o Alajuela se va a calentar 5 o 6 grados en total! Piense un momento: ¿a qué temperatura vamos a llegar en marzo o abril? Hay que hacer algo para evitar que nuestras ciudades se vuelvan inhabitables durante buena parte del año. Les comparto algunas ideas compiladas por el Foro Económico Mundial y otras fuentes y adaptadas a nuestro entorno por quien suscribe:
- Arborizar a fondo los bulevares peatonales ya existentes en sus ciudades: me refiero a trasplantar y sembrar con carácter de urgencia árboles de sombra y plantas en general en los pasos peatonales de su ciudad. Pueden instalarse maceteros de gran tamaño para evitar problemas con las raíces si fuese el caso. Se me ocurre que podrían colocarse luces en los árboles e imitar las ramblas de algunas ciudades del Primer Mundo. Los bulevares peatonales son una idea excelente y necesitamos más y mejores, debemos evolucionar y convertirlos en bosques lineales que atraviesan, enfrían y limpian el aire de la ciudad.
- Jardines verticales: nuestras ciudades cuentan con multitud de edificios, fachadas y columnatas que se prestan a ser adaptadas como jardines verticales. Las columnas de la “Circunvalación”, las fachadas de algunos edificios estatales, los cercados de los parqueos, etc. Necesitamos más vegetación que mitigue el impacto de los rayos solares y que filtre el aire. Por cierto, no todo tiene que ser vertical: más de un parque de nuestras ciudades se beneficiaría con más y mejores árboles. Muchos, muchos más.
- Techos “verdes” y de colores claros: por lo menos en las cabeceras de provincia, las municipalidades deberían estar pensando en hacer un requerimiento formal el que las edificaciones medianas y grandes cuenten con techos “verdes”: jardines en sus azoteas que mitiguen el efecto de la “isla de calor”. Si el instalar jardines en las azoteas de los edificios ya construidos no fuese posible entonces debe exigirse que se pinten de blanco sus azoteas para reflejar la radiación solar.
- Colectores de agua: la falta de agua se hace crónica cada verano. Es hora de que las municipalidades tomen cartas en el asunto. El planeamiento de nuevos proyectos urbanísticos debería exigir que el desfogue de aguas incluya la instalación de tanques de almacenamiento para irrigar los jardines y parques de la ciudad.
Hacer cosas como las anteriores no solo enfriaría nuestras ciudades: las haría más habitables, más hermosas, limpiaría un poco la polución, ayudaría con el turismo. Y es que ideas sobran, lo que urge es esfuerzo y voluntad: las alcaldías y las municipalidades no deben entenderse como “piñatas” y/o “trampolines políticos”. Estas entidades son la plataforma de servicio estatal más cercana a sus habitantes. Entonces, ¿alguien nos escucha? ¿Alguna oreja levantada por ahí? ¿Actuaremos antes que nos cocinen a fuego lento?
Publicado en Delfino.cr y CRHOY.
https://delfino.cr/2024/01/orejas-de-alcalde-deteniendo-el-infierno
https://www.crhoy.com/opinion/el-lector-opina/orejas-de-alcalde-deteniendo-el-infierno/