Y sin embargo, se mueve.
1611. Florencia. Las autoridades eclesiásticas de la época – obispos, prelados y cardenales – se niegan obstinadamente a observar los cielos con el nuevo telescopio construido por Galileo Galiei. Se entiende tal cosa como una tentación del maligno, pues podrían observar con sus propios ojos algo que contradice los cánones de la época… ¡la Tierra no es el centro del Universo! ¡Sacrilegio!
1636. Ámsterdam. Estalla la así llamada “burbuja de los tulipanes”. Durante los meses anteriores, el precio de estas flores creció artificialmente en el mercado hasta niveles absurdos, dándose casos en los cuales hubo personas dispuestas a intercambiar casas y propiedades a cambio de unos cuantas tulipanes. La “fiebre” terminó en un violento estallido financiero, dejando a cientos con solo unos pétalos en la mano. Es quizás el caso más florido de burbuja financiera de la historia.
1882. Londres. Arrecia todo un carnaval de parodias, ataques y burlas en contra de Darwin y su teoría de la evolución. Los argumentos y evidencias presentados con la teoría son descartados ad portas.
1925. Tennessee. Se desarrolla el juicio asociada al “Acta Butler”: grupos fundamentalistas rechazan de nuevo la evolución y argumentan, entre otras cosas, que los fósiles no demuestran la evolución de las especies a cabalidad, y en algunos casos, que son creaciones del demonio, engaños destinados a confundir al hombre y destruir su fe. El debate continúa aún… a pesar de la evidencia científica que comprueba con hechos los millones de años de edad de la Tierra, el “cálculo bíblico” es lo único válido para tales grupos.
2002. Nueva York. La burbuja financiera asociada a las acciones de las empresas “.com” estalla, llevando a la quiebra a miles. El pensamiento de la época asociaba un valor extraordinario a cualquier empresa, siempre y cuando tuviera una presencia en internet, especialmente representada por nombres – “dominios” en el argot de la industria – terminados en “.com”.
2016. Miami. A pesar de que el calentamiento global aumenta año a año el nivel de los océanos y el embate de los huracanes y tormentas se intensifica en cantidad e intensidad, la mayoría de los electores lo ignora o se ciega ante la evidencia y opta por un candidato que niega a cabalidad los hechos… en una ciudad costera en plena ruta de los ciclones tropicales.
2017. San Francisco, California. El millonario e inventor Elon Musk pregunta a la “Flat Earth Society” a través de Twitter por qué no existe una sociedad semejante para el planeta Marte. La mencionada organización responde que, “a diferencia de la Tierra, Marte ha sido observado y es un planeta redondo”.
Noviembre 2020. New York. Una multitud se aglomera en torno a los estudios de la cadena conservadora FOX, protestando por los resultados desplegados sobre la elección presidencial en ese país, sintiéndose casi “traicionados” por un medio en el cual “confiaban”.
Noviembre 2020. Escazú. Como ya están “aburridos” de la pandemia y con la creencia de que “a mí no me va a pasar”, jóvenes y nos tan jóvenes comienzan a aglomerarse en bares y fiestas privadas, desencadenando nuevos focos de infección que terminan cobrando trágicamente centenares de vidas en sus grupos familiares.
Los anteriores son solo algunas muestras de la increíble capacidad del ser humano de auto-engañarse. Son ejemplos de “pensamiento mágico”, instancias en donde abandonamos – con mayor o menor grado de conciencia – los dictados de la lógica y la razón. Mandan entonces las emociones, las cuales son muy útiles para una noche de amigos o para el disfrute en pareja, pero son pésimas consejeras para tomar decisiones financieras, adoptar posturas políticas o llegar a conclusiones científicas. Curiosamente, en la mayoría de los casos, en nuestro fuero interno sabemos que hay algo incorrecto en nuestra decisión, que los números no “cierran”, que algo “huele mal”; más nos hacemos de la vista gorda. Entonces, de la mano de la euforia, de la cólera o de los dictados de la manada a la cual pertenecemos, saltamos alegremente al vacío…
Por supuesto, el problema es que toda decisión conlleva consecuencias, ya sean buenas o malas. Y cuando nos engañamos a nosotros mismos sobrevienen las quiebras, las estafas, las trabas y en temas como el cambio climático, riesgos a escala planetaria. Lamentablemente y parafraseando a cierto personaje, si de algo se puede estar seguro es de la infinita estupidez del ser humano.
Ahora bien, nadie está exento de cometer un error y ser arrastrado por las emociones, por lo cual es valioso también recordar que entre más importante es una decisión, más reflexión debería dársele. Se vale también admitir con humildad los errores cometidos a la luz de nueva información. Hay que tomar un respiro, hay que ver la evidencia, sopesar las fuentes, balancear los pros y los contras, revisar los números “duros”. Y es que, amable lector, aunque no me guste lo que estoy viendo, al final la realidad terminará siempre estallándome en la cara. Con humildad y sopesando los hechos llegaremos a mejor puerto. No se trata de lo que me “gusta” o de lo que “acepto” – se trata de lo que ES. O en palabras de cierto italiano adicto a escudriñar los cielos nocturnos de Florencia, “Y sin embargo, se mueve…”.
Hasta la próxima.
Fernando
One thought on “Y sin embargo, se mueve.”
mivisaPosted on 9:20 pm - Nov 19, 2020
Magnifico…triste pero cierto
türkçe izlePosted on 12:14 am - Dec 10, 2020
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turkce izlePosted on 5:02 am - Dec 10, 2020
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