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El caso con el Caso de Negocio / The case with the Business Case

El caso es el olvido / The case is oblivion

ESPAÑOL (English version below)

¿Por qué estábamos haciendo este proyecto? ¿Por qué estamos metidos en este “enredo”? ¿Para qué estábamos construyendo este producto? ¿Cuál era el objetivo último que perseguíamos? ¿Se justifica aún asignar tantos recursos a este asunto? ¿Cambió la regulación, el mercado, el contexto? Parece mentira, pero a todo Gerente de Proyectos, digo mal, a todo “Stakeholder” (Patrocinador, Gerente, Cliente, etc.) le ha ocurrido en más de una ocasión que las respuestas a estas preguntas no son cosa patente y evidente. Así es, las respuestas deberían ser casi una perogrullada. Pero el asunto no termina ahí: en la mayoría de los casos, no son las respuestas las que no están a mano, sino que olvidamos plantearnos continuamente las preguntas como tales. ¡Caramba! Es que estamos tan ocupados que casi siempre perseguimos a marchas forzadas la terminación de los entregables del proyecto sin cuestionar nada sobre el mismo. Veamos esto con un poco más de detalle, a continuación.

A lo que voy es que, en una organización gestionada de manera medianamente ordenada, en algún momento se hizo un análisis que justificaba el “dolor” asociado a la ejecución del proyecto. Eso se llama un “Caso de Negocio”.  Si se hizo de manera apropiada, contendrá mínimamente una explicación del “por qué” del proyecto y el razonamiento que explica el haber escogido esa solución. Bueno,puede tener otros elementos, como las opciones para solucionar el problema ó necesidad, riesgos, costos y duración grosso modo, aprobaciones pero lo esencial es lo anteriormente explicado. Lo que ocurre es que ese problema o necesidad – ese “por qué” – y esa solución propuesta – ese proyecto – no son inmutables: nada lo es. Las circunstancias cambian. Cambia la legislación, cambia la tecnología, cambia el negocio, cambian los competidores, cambia el mercado, cambia el contexto mundial (¿alguien dijo últimamente pandemia, crisis de contenedores, crisis del mercado laboral, cambios demográficos, guerras?). El Caso de Negocio en su versión oficial 1.0 es una instantánea, una foto que respondía a un momento determinado. Sin embargo, por aprobado, se convierte en una especie de “undécimo mandamiento”, incontrovertible e incuestionable. Peor aún, normalmente se coloca “en el fondo de un cajón” – léase de un fichero digital – donde nadie lo vuelve a ver.

Atribuyo el citado comportamiento a nuestra carencia crónica de pensamiento crítico aunado a la sobrecarga laboral de la vida moderna. Actuamos entonces como autómatas, robots persiguiendo “deadlines”, hitos, entregables y semejantes. Se nos olvida pensar, cuestionar, debatir. Dicho lo anterior, la solución a este tan humano comportamiento fue identificada ya hace un buen tiempo. Me refiero a lo que plantea la metodología PRINCE2, la cual incluye en su modelo Puntos de Verificación oficiales para ventilar el Caso de Negocio – vamos, para ver si el proyecto aún “vale la pena” – al final de las diferentes etapas, incluyendo al finalizar el Proceso de Inicio de Proyecto, la Fase de Iniciación, durante las diferentes Etapas de Ejecución del Proyecto, a través del Control del mismo e inclusive al Cierre y en la Revisión de los Beneficios.

Más allá de perdernos en los detalles, lo que deseo destacar es el concepto como tal: el Caso de Negocio no debería ser nunca “letra muerta”. Supongo que podríamos hacer la concesión y en algunos tipos de proyectos de carácter iterativo o particularmente sencillos; pues limitar la revisión del mismo. Sin embargo, si el esfuerzo demanda diseño, transiciones, transformaciones, introducciones de nuevos productos & servicios o iniciativas de gran escala; pues me parece fundamental contar con validaciones periódicas del Caso de Negocio, siquiera para asegurarnos que “la brújula sigue orientada hacia la estrella polar”, si se me permite la marinera analogía.

Y usted, estimado lector, ¿tiene acaso algún caso con el Caso? Me atrevería a apostar que así es…

Saludos,

Fernando


ENGLISH (Versión en español arriba)

Why were we doing this project? Why are we in this “mess”? Why were we building this product for? What was the ultimate goal pursued here? Is it still logical to allocate so many resources to this “thing”? Did the regulation, the market, the context change? It is utterly amazing, but every Project Manager, I stand corrected, every stakeholder (Sponsor, Manager, Client, etc.) has fallen in the trap of not having the answers to these questions just at hand. That’s right, those answers should be almost a truism. But the issue does not end there: in most cases, it is not the answers that are not handy, but rather we continually forget to ask ourselves the questions as such. Alas! It’s just that we are so busy that we are almost always chasing the completion of the project deliverables without questioning anything about it. Let’s look at this in a bit more detail, below.

My point is that, in an organization managed in a fairly orderly manner, at some point an analysis was made that justified the “pain” associated with the execution of the project. That is called a “Business Case”. If properly done, it will contain at least an explanation of the “why” of the project and the reasoning behind choosing the selected solution. Well, it may have other elements, such as the options to solve the problem or need, risks, costs and duration roughly, approvals, but lets not get into the weeds. The trick is that this problem or need – the “why” – and this proposed solution – the “project” – are not immutable: nothing is. Circumstances change. Legislation changes, technology changes, business changes, competitors change, the market changes, the global context changes (someone said pandemic, container crisis, labor market crisis, demographic changes, wars?). The Business Case in its official version 1.0 is a snapshot, a photo that responded to a specific moment. However, once approved, it becomes a kind of “eleventh commandment”, incontrovertible and unquestionable. Worse still, it is usually placed “at the bottom of a drawer” – a digital folder – where no one sees it again. Oblivion.

I attribute the aforementioned behavior to our chronic lack of critical thinking coupled with the work overload of modern life. We then act like mechanisms, robots chasing deadlines, milestones, deliverables and the like. We forget to think, question, debate. That said, the solution to this very human behavior was identified a long time ago. I am referring to what the PRINCE2 methodology proposes, which includes official Verification Points in its model to air the Business Case – come on, to see if the project is still “worth it” – at the end of its different stages, including the finalize the Project Initiation Process, the Initiation Phase, during the different Project Execution Stages, through its Control and even at the Closure and in the Review of the Benefits events.

But lets not get lost in the details: what I want to highlight is the concept as such: the Business Case should never be “dead letter”. I suppose we could make the concession and in some types of projects that are iterative or particularly simple; then limit the review of it. However, if the effort demands architectural designs, transitions, transformations, introductions of new products & services or large scale endeavors, it seems essential to me to have periodic validations of the Business Case. This event for the sake of ensuring that “the compass is still oriented towards the North Star” , if I may use a nautical analogy.

And you, dear reader, do you have any case with the Case? I bet you do…

Cheers!

Fernando

Photo by Kevin Noble on Unsplash