FOTO/PHOTO: El viejo portón / The old gate

Hoy solamente quería invitarlo a mirar esta imagen. A mi me provoca nostalgia. Tal vez algo más que eso… me causa “saudade”, como dirían mis amigos de Brasil. Porque… presiento tantas historias escritas en torno a este viejo portón. Tantos encuentros. Tantas despedidas. Tantas esperanzas. Tantas tristezas. Casi puedo ver a una niña trepado en el portón. Es pequeña para su edad. Tiene ojos azules y se esfuerza para tratar de ver a su madre que la saluda desde lejos en el camino… ella se estira desde el porton, sonríe y dice “adiós” con la mano. Su madre camina hacia la jornada con el paso renovado de quien tiene una causa para luchar. Veo a una pareja coqueteando al atardecer, recostados sobre la viejas columna. Ella esboza un gesto entre tímida y cómplice. Él simplemente la mira embobado. Atisbo luego a un hombre sudoroso, sucio tras el duro trabajo, cerrándolo al final de la jornada. Tiene el gesto de una urgente esperanza escondido entre los arrugas que surcan su curtido rostro cual espejo del campo arado. Su familia necesita una buena cosecha: son muchas bocas que alimentar.
La imagen es a la vez una puerta a muchos pasados, a un gastado presente y a un incierto futuro. Hay una extraordinaria belleza en ella. La una vez rojiza pintura se cae de las desgastadas columnas; el metal se vence ante el tiempo, llorando lágrimas de herrumbre. El incierto camino esconde un destino más allá de lo que aquí sembramos y de lo pretendemos cosechar. O quizás, como diría R. Frost, sea un camino no elegido, quizás…
Y a Usted, ¿qué le evoca el viejo portón? Démonos el necesario, merecido y fundamental gusto de dejarnos asombrar. Soñemos. Vivamos el momento: que no se nos escapen los instantes. De ellos se compone la vida: la mía, la suya, y ante todo, la que construimos juntos.
Un abrazo,
Fernando